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miércoles, 18 de junio de 2025
jueves, 28 de febrero de 2019
POR LOS CAMINOS DEL CORAZÓN
El burro Bonifacio sabìa llevar caballos a tomar agua,podìa
levantar una viga,pero no podìa comer helado cuando los niños eran groseros con
el,entonces lloraba...
Es un
establo grande. En los enormes corredores de la cuadra se ven infinidad de
caballos pura sangre, hermosos, gallardos. Pero hasta el final a un costado,
hay una casita de madera un poco desvencijada, el techo tiene hoyos y pasa
desapercibido por los caballerangos.
Ahí vive Bonifacio, un burro de color gris y blanco, de pelaje
burdo y poco; sus grandes orejas son más largas que el resto de sus parientes,
y qué decir de su hocico. Cada vez que sonríe dos placas de dientes enormes
asoman cual comercial de pasta dental. Además de comer y dormir se pasa
el tiempo ahuyentando las moscas con su cola. De vez en cuando alguno de
los hombres lo mira con simpatía y avientan una paca de heno.
Bonifacio...Lleva el nombre de su amo ya fallecido; pero nadie sabe qué hacer
con un burro en un establo para caballos, y un día llega de improviso el dueño
y descubre al burro durante un recorrido. Grita con energía al verlo tan
tranquilo
__¡Que hace este asno aquí!
Un hombre se aproxima solícito.
__¡Señor Stamford, es..! ¡Fue,era,era..!___ Mañana no quiero verlo aquí ¡Da pésima
imagen a mis caballos!
Bonifacio solo mira mastique y
mastique la pastura con una gran parsimonia. El hombre se marcha y al doblar una
esquina...el burro hace atrás una pata, sale
una exhalación por su trasero tan fuerte, que Stamford se vuelve con mirada fulminante,Bonifacio le enseña entonces su mazorca dental.
Está cayendo la tarde. Se olvidan de amarrar a Bonifacio, este
recoge la cuerda entre los dientes y camina dirigiéndose a los dormitorios de
los caballerangos. Chancho despierta al sentir unos labios sobre su cara; al
abrir los ojos brinca asustado de ver al burro.
__ ¡Condenado Bonifacio! ¿Qué rayos haces aquí?
El burro solo mira.
Voy a llevarte de regreso _dice chancho _ahí te
quedas y mañana veremos qué hacer contigo. Es la segunda vez
que me despiertas así...un día me vas a matar de un susto.
Bonifacio retrocede, da la vuelta y antes que el caballerango reaccione se va rápido antes que
sea sometida la cuerda. El animal acelera la carrera con rumbo
a las cercas que rodean el rancho. Recorre presuroso una línea buscando
salida. La encuentra y salta, pero la cuerda se enreda y queda atado. Sin
pensarlo mucho mastica el cordel hasta romperlo; entonces corre por los prados
verdes hasta perderse de vista. Chancho no se ve muy preocupado después de
todo.
__ Bueno… El patrón no lo quería aquí de todos modos.
Sin embargo, al día siguiente al ir a ver a los caballos, Chancho
distingue un bulto raro detrás de la casita.
__¡Bonifacio!
Se encuentra arrinconado entre el heno, esperando una reprimenda.
Chancho lo acaricia con resignación.
__¡Porque regresaste, si ya eras libre...! Ahora que venga el
patrón sí te va a ver y…
Se rasca la cabeza unos momentos y cavila. Después se sobresalta
asustando al burro.
__¡Ya lo tengo! ¡Tengo una solución! Mañana antes que llegue el
Ogro digo, el manda más, vendrán unos rancheros a comprar un caballo.
Sì te ponemos bello…Bueno, es un decir… Tal vez te compren.
Después de pensarlo un segundo corrige.
__¡Que comprar ni que nada! ¡Te regalamos!
Esa noche el jumento mira el cielo estrellado, suspira, porque los
burros lo hacen. Si no me creen vayan a un salón de clases. Bueno, añora la
vida al lado de su amo. Los paseos por la arbolada, el establo donde dormía, y
hasta la comida que el hombre le compartía. Me imagino a Bonifacio comiendo un bistec
con papas.
Muy de mañana Chancho lo saca, le da un buen baño a chorro y sin
jabón.
Tienes que quedar reluciente__ dice el cuidador.
Poco después llegan los ricos ganaderos en busca de un bonito
corcel. Admiran a varios. Uno de ellos descubre a Bonifacio sacudiendo las
moscas.
__ Nunca había visto un burro con orejas tan
largas.
¡Es que sí es muy bruto, yo creo! __ dice burlándose el
acompañante. Bonifacio se agacha apenado.
Está recién bañado __ dice Chancho __ estamos
buscando un dueño para él. Es muy fuerte y trabajador, sabe hacer muchas
cosas. Hace unos días llevó a tomar agua a dos caballos.
__ A ver, un momento... ¿Cómo está eso?
Chancho está de lengua larga, a ver si se llevan al
asno.
__ Con el hocico toma las cuerdas y los conduce al abrevadero.Cuida
hasta que terminan y los lleva de regreso.
__¡Qué interesante! ¿Podrá hacerlo ahora?
__ Este… Ahorita ya todos los caballos tomaron agua.
El que parece ser el de los billetes dice quitándose el sombrero.
__¿Y cuanto quiere por él?
__ Este… 50 dólares, es poco pero…
__ El caballo que quiero comprar cuesta 300 mil dólares.
__¡Achis! ¡Digo…!
__ Mi novia está construyendo una granja didáctica. Caprichos de
mujer sin quehacer, como si supiera algo de enseñanza, pero en fin… Le compro
el burro. Le servirá creo yo.
Lo que nadie sabe, es que Bonifacio nunca ha trabajado en su vida.
Y eso le traerá muchos problemas. Chancho queda triste a su pesar por la
partida del burro. Cuando llega el dueño del establo le dice.
__ Se llevaron al burro. Esto es lo que pagaron por él.
__ Son treinta dólares ¡Lo vendiste en dólares!
__ Si, bueno. En realidad fueron 50.
__¡Cincuenta dólares!
__¡Es que cobré gastos de representación y..!
__ Nadie ha dado tanto por un burro. Pero bueno, lo importante es
que se fue.
Al paso de los días Bonifacio tiene que acostumbrar ser amarrado a
un eje forrado de colores donde da vueltas y más vueltas. Dentro de dos días
será la inauguración del centro didáctico que abarca un terreno enorme donde
hay pequeñas granjas con animales domésticos. Desde gallinas hasta vacas. La
señorita Ponpadon, una mujer gordita, algo feíta, ilusionada por tener su
propia granja es novia de Eliseo Buenrostro. Un norteño de por allá de Sonora,
rico ganadero y apostador de caballos de carreras.
Bonifacio es cargado con costales diferentes para entrenarlo
cuando tenga que ser con niños. Pero repara siempre botando la carga. No le
gusta la idea. Esto hace que la señorita jefa tome cartas en el asunto.
__A ver, pequeño borrico. Tienes que cargar y pasear a dos niños
por vez.
Ella misma coloca los costales de paja en el lomo, pero…
El noble pollino le estrella uno en plena cara dejándole paja
hasta en las orejas. Esto enoja mucho a la Miss, pero se acerca. Le da un
puntapié, que apenas roza pero… ¡No lo hubiera hecho! Bonifacio le devuelve la
acción y la lanza tan lejos que parece un objeto volador no identificado.
Va a caer dentro del corral de los cerditos. Bonifacio es castigado por
eso. No le dan agua ni sus terroncitos de azúcar.
El día esperado esta ya colmado de niños de todas las edades.El
chico cuidador del área monta a un niño de diez años. Bonifacio se resiste
todavía, pero termina aceptando aunque no de muy buen grado.
Sin embargo el escuincle es un higadito y cuando se baja le
avienta el helado al Bonifacio en la cara. Lejos de comer y relamerse como
hacen otros burros, Bonifacio agacha la cabeza y dos lagrimotas escurren encima
de su pelaje. Miss Ponpadon ha visto todo desde la ventana de su oficina.Se
contrae su estomago al ver tal villanía. Baja de inmediato y ordena que de
momento nadie monte al animal. Saca su pañuelo y limpia cuidadosa a Bonifacio.
Este la mira agradecido y hasta sonríe. Luego dice al chico.
__ Suéltalo...Que ande libre si quiere, no deseo verlo nunca más
amarrado.
__¿Qué hacemos con los niños? No tenemos otro burro, señorita.
__ Pongan un borrego, o una vaca.
Y el burro se va recorriendo las granjas, visitando a otros
animales. Con la música de fondo parece que mueve la cabeza al compás, o tal
vez le gusta sentir el viento. Pero no sale del terreno. Se siente a
gusto entre tantos camaradas, aunque no sean de su especie; tampoco entiende
los cacareos, los balidos o los mugidos. Pero a quién entiende muy
bien es a los humanos. Una tarde que ya se está por cerrar, la Miss Ponpadon
se acerca a donde Bonifacio pasta en una reserva natural. Tímidamente le pasa
la mano por las orejas.
__ No porque tengas orejas grandes, quiera decir que seas tonto.
No tú. Eres inteligente y además muy noble.
De pronto el burro se separa unos metros, la mira insistente.
Mueve la cabeza hacia atrás significativamente. La Miss no da crédito.
__¿Quieres que… te monte?
Bonifacio asiente. Sin pensarlo mucho la chica se monta
sujetándose de la Crin. El burro acelera cual bólido. Sale disparado.
Ella ríe y ríe y ríe… dejándose llevar por las olas de libertad. Acicatea más
hasta que Bonifacio la tira en una zanja. Asustado se asoma, solo para ver que
sigue riendo muy divertida.
A partir de ese momento Bonifacio tiene una amiga que lo quiere
muchísimo. El norteño Buenrostro es testigo de esa amistad viéndolos a ambos
correr por los bosques, ya sea ella sobre el lomo del asno o a la par;
Bonifacio deja de lado su actitud egoísta y permite montar a los
niños, llevándolos por los campos a dar paseos. La condición para que
sea montado es que nadie sin excepción, puede hacerle daño. Los niños
encantados le llenan de mimos y palabras de amor. No hay animal en la granja
más feliz. Es el único burro que disfruta de la compañía de las personas.
Miss Ponpadon está presta a irse de viaje.
Bonifacio asoma por la puerta de su oficina.
__¡Pero como entraste! El elevador.
“Boni” asiente.
__ Tengo que ir a Los Ángeles, traeré algunas cosas y he de cursar
un diplomado en pedagogía. Me interesa realmente que mi granja sea didáctica.
No te preocupes, estaré de regreso en una semana.
Bonifacio lame su cara triste, pero resignado. Al cabo del día de
su regreso, el asno se planta en la reja de acceso de la granja a las oficinas.
No llega la Miss...
En su lugar escucha algo no agradable.
__El avión se estrelló cerca de Colorado. No hubo sobrevivientes.
El no alcanza a comprender la magnitud de lo que dicen, pero
siente el pesar y sumamente triste se encorva alejándose de ahí.
Al pasar del tiempo se ve a un burro cabizbajo, taciturno, caminar
con desgano por los prados. Eliseo a pesar de su dolor, lo consuela.
__ Te quería, muchacho. De eso no hay duda. Nunca le gustaron
mucho las mascotas y ya vez… llegó a hacer crecer este lugar. Pero ahora
ya no tiene sentido dejarlo ser. Voy a vender todo.
Parece que ambos se conocen a través del mismo sentimiento. La van
a extrañar.
A otro día aparece un gran letrero en la entrada principal.
“SE VENDE
ESTA PROPIEDAD”
El aire ya no sopla alegre, las gallinas no cacarean escandalosas,
las vacas se recogen en su establo, los moños de colores en los postes de
recorrido se caen poco a poco. Todo y todos están pesarosos. En la ventana de
la oficina de la Miss se halla un moño negro.
Por azares del destino llega a negociar la compra el dueño de
aquella cuadra de caballos. Va acompañado de algunas personas entre las cuales
se encuentra Chancho. Eliseo comedido lleva al hombre a un paseo por los
corrales. De pronto Chancho ve al Burro.
__¡Bonifacio! ¡Mi querido Bonifacio!
A paso veloz se acerca y lo acaricia. Este aún permanece triste.
Eliseo reconoce a las personas.
__ Son ustedes del establo Las gardenias, ¿verdad? ¿No me diga que
si compra este terreno va construir cuadras?
__ Pues sí, mi amigo. Para que otra cosa va a servir, el campo es
ideal para mis caballos, el edificio es muy bonito, ahí dejaré mi oficina,
claro que con nueva cara… usted sabe, paredes, tapices, que sé yo.
Eliseo se rasca el mentón dudoso.
__ Pues yo pensé… que tal vez las granjas de animales…Se pudiera
quedar como la dejó mi alma.
__ Esto no es negocio…
¡Pues claro que no!__ exclama el hombre.
__! Si ella lo que quería era que los niños fueran felices y
nomás! Mire… pensándolo bien, creo que no vendo.
__ Pero le haré una buena oferta…
__ Ya lo decidí ¡No vendo!
__¡Oigame, amigo! ¡No he venido hasta acá para recibir este trato!
__ Reciba mis amplias disculpas, pues. Pero mi alma que está en el
cielo, no hubiera querido que su granja desapareciera ¡No señor!
El tipo de aspecto chocante se retira seguido de sus empleados,
menos de Chancho.
__¿Y usted porque no le sigue?
__ Bueno, este… es que Bonifacio, pues… lo conozco desde que lo
llevaron a las cuadras. Don Bonifacio, uno de los cuidadores lo adoptó. Por eso
se llama igual… después el viejito se murió de un infarto y yo todos los días
trataba de ver que no le faltara nada al burro, tal vez en memoria de Don Boni.
__¡Ah, ya veo! …También se ha encariñado con este jumento.
Mire, necesito gente que se encargue de esto. Yo tengo que irme a Monterrey a
ver mis negocios y…
__¡Me quedo!
__ Esta bueno, pero necesito decirle que va hacer. Preséntese con
la administradora y dígale que yo le mando; supervisará las granjitas de todos
los animales, les dará de comer, limpiar, avisar al veterinario y todo eso…
tendrá quien le ayude. Del salario, entiéndase con ella¿Conforme?
__ Nada más darle las gracias. Allá en el establo eran precarias
las condiciones de los animales.
__¡Eso sí…! si llego a saber que me maltrata algún animalito
comenzando con este condenado jumento, le faltarán piernas pa`correr derechito
al establo.
Y desde ese día Chancho se ocupa otra vez del Burro. Su amistad
crece porque después de limpiar y darle de comer a parejas de conejos,
gallinas, vacas, los borregos, bueno hasta a los cotorros, Chancho se dedica
exclusivamente a cepillar, acarrear el heno, y llevarle agua
al Bonifacio.
__¿Te acuerdas que una vez dije que podías llevar a dos caballos a
tomar agua? Yo creo que la fama de que los burros son muy brutos no es cierta.
Y Bonifacio desea demostrar que su amigo no se equivoca.
Por la mañana, mientras Chancho atiende a los conejos, el borrico
toma una cubeta con los dientes y la lleva al abrevadero de la vaca.
Cómo puede la sumerge hasta que se llena por la mitad. Cree
que es suficiente y la saca; la lleva de vuelta a donde está Chancho.
Este al verlo se acomide.
__¡De verdad que si eres inteligente..!de ahora en adelante me
podrás ayudar en algunos quehaceres.
Y así es. Bonifacio lleva los enseres que Chancho necesita, aunque
de vez en cuando se le caen del hocico, o tira algo como cuando quiere llevar
la escoba. Chancho solo se tapa los ojos y suspira.
Una noche muy oscura, por cierto; alguien entra al corral de los
conejos, abre la puerta y los ahuyenta. Luego hace lo mismo con las dos vacas,
las tres borregas y finalmente introduce una mano en la casita de
Bonifacio. Este despierta a tiempo, justo cuando rueda una granada de
humo entre las patas. Sin embargo, lejos de asustarse, Bonifacio con mucho
aplomo corre el pasador con sus enormes dientes y sale dando grandes rebuznos.
Las luces se encienden, Chancho descubre quien es el agitador; pero se escapa
rumbo a las cercas que dan al bosque. Bonifacio le da alcance ¡Más le hubiera
valido entregarse! El burro muerde el trasero con mucha fuerza. Luego con más
cuidado lo caza con el hocico por la ropa, se lo lleva arrastrando de regreso.
Alguien ha llamado a la policía. Varios uniformados hablan con
Chancho.
__¿Qué fue lo que sucedió?
Alguien entró a la granja, __ dice Chancho__ dejó salir a los animales. Arrojaron granadas de humo para
asustarlos. Uno de los compañeros resultó herido, las vacas tiraron algunas
cercas…
__¿Saben quien lo hizo?
En ese instante aparece Bonifacio llevando al agresor,al
revisarlo descubren unas pinzas, dos granadas y una ganzúa. Implora que le
quiten de encima al Burro.
__¡Por su santa madre, me mordió una nalga!¡Creo que me la
arrancó!
El oficial a cargo solicita ayuda médica para el cuidador y de
paso el maleante. Cuando llega la administradora, monta en cólera al ver los
destrozos.
__!Esta todo destruido!¡Qué cuentas le entregaré al
Señor Buenrostro!¡Ay,Dios mío!
Eliseo arriba entrada la tarde,confiado en que las cosas mejoraran,pero queda estupefacto al ver lo que ha pasado. La estampida derriba todo a su
paso, incluso la casita de madera del asno;parece que un tornado pasó
por ahí,Bonifacio recorre con la mirada las ruinas de su hogar...Levanta un
tablón con el hocico, pero esta muy pesado.
El dueño se rasca la frente bajo el sombrero texano.
__ ¡Sí que está muy mal esto, caray..! Pero ni modo de dejarlo por la
paz.
La administradora llega papeles en mano. Bonifacio la sigue muy de
cerca como si fuera su guardaespaldas.
__ Señor, le traigo el informe de la policía.
__A ver tú... Espero sean buenas noticias.
Al cabo de unos minutos.
__¡Así que fue ese desdichado! No le quise vender y se desquitó el
muy… ¡me la paga!
__¿El hombre dueño de una cuadra de caballos?
__ El mismo.
__ Pero señor Buenrostro… Ese hombre está en la quiebra total
desde esta mañana…
__¡Nombre, a ver cuéntalo todo huerca!
Narra con emoción, que esa mañana se llevó a cabo el embargo de
los bienes dejando al potentado en la absoluta miseria, para que con ellos
pague sus deudas. El rostro se ilumina por fin en Buenrostro.
__!acompáñeme a la jefatura, si todavía corremos con suerte, le
haremos pagar al mondao!
Suben de prisa en una Pick Up roja muy elegante y fina. Pero Bonifacio
se apea de la portezuela.
__No puedes ir, Bonifacio. En la ciudad no quieren a los burros.
Bonifacio raspa las orejas en la carrocería, insistente. Al ver
que es testarudo, Eliseo se baja y va atrás. Abre la puerta de carga, el asno
sube de un brinco.
__ Tienes buenos reflejos, caray. Ni pareces burro. Pero a
ver cómo te agarras, porque soy muy loco pa`manejar.
Al escuchar, Lola se abrocha discretamente el cinturón de
seguridad. Efectivamente, la camioneta parece auto de carreras. Bonifacio
trata de sostenerse en sus cuatro patas yendo de aquí para allá haciendo bizcos
porque todo se mueve. A la gente extraña ver a un burro en una jefatura de
policía. Pero cae bien al ver sus orejas colgantes y esa gran sonrisa.
Eliseo exige el pago de los daños al autor intelectual. Después de varias
horas de discusión por fin los tres salen del lugar con una sonrisa de
complicidad.
__¿Está pensando lo mismo que yo, Lola?
Ella sonríe. Bonifacio no entiende el misterio.
Vamos, dice él __a hacer más grande la granja ¡Una verdadera
granja, si señor!
En compensación por los daños Eliseo pide el terreno de las
cuadras. Al cabo de pocas semanas una nueva y gran granja, que parece salida de
los más bellos sueños de un niño, se ve desde lejos. Eliseo manda erigir una
estatua a la memoria de su amada. Con todo y los kilitos de más que lucía
en vida, la efigie es hermosa y llena de detalles infantiles, como
algunas mariposas en su vestido largo de gasa, una corona de flores alrededor
de su testa, mientras dos golondrinas posan sobre sus hombros. El día de la
develación, Bonifacio permanece a distancia con una tristeza en su gran cara,
que Eliseo no duda en acercarlo en primera fila.
__ Ven, muchacho. Mi alma quiere que estés aquí.
Bonifacio se aproxima con respeto, la mira y rebuzna dos
veces. Sin embargo al paso del tiempo resigna su espíritu. La dentadura de
grandes dientes reluce cada vez que algún niño lo mima o le da una muestra de
afecto.
Es feliz jugando a veces, otras corriendo por la alambrada y
otras, se detiene a mirar a Miss Ponpadon, sonríe unos segundos y sigue su loca
carrera.
… Y a pesar de su vida feliz, el tiempo comienza a pesar sobre su
lomo, llega una vejez prematura por la tristeza y la nostalgia. Bonifacio es un
burro con poca fuerza ya. Tiene algunos pelos blancos en las cejas y pestañas.
Aunque todavía se deja montar por los niños, ya no corre ágil, ya no sonríe con
aquella mazorca de reluciente dentadura. Cada vez es más frecuente verlo parado
en la colina de la granja de las vacas, buscando algo en las nubes. En una
ocasión no llega a su hogar. Chancho sabe que se demora pero siempre llega. Esa
vez no. Angustiado porque sabe que la tarde cae, busca a Lola.
Eliseo está llegando en su camioneta.
__¿Qué les pasa a ustedes dos?
Bonifacio __ dice Lola_ No ha regresado de los
prados, y está cayendo la tarde.
__ Vamos a buscarlo, pues.
__ Yo sé donde puede estar, señor Buenrostro.
__ Pues vamos, en el camino me cuentas.
En la andanza Chancho dice.
__ Todas las tardes va a una colina, pasa horas y horas ahí; Quien
sabe porqué.
Cuando llegan Bonifacio está tirado de costado mirando los últimos
rayos de sol.
¡Bonifacio!__ grita Lola.
Se acerca, inclinándose. Coloca la cabeza del burro en el regazo.
__¿ Qué te pasa burro Bonifacio? ¿Que tienes?
Es hora que descanse…__ dice Eliseo con la voz entrecortada.
Luego agrega.
__ Ya está viejo y cansado. Le pesa el tiempo.
Lola pregunta intrigada.
__¿Que hay aquí que le llama tanto la atención?
De pronto Eliseo descubre a lo lejos el monumento.
__Es eso… la sigue extrañando.
Bonifacio queda tieso ante las miradas rasadas de lágrimas de
aquellos que lo amaron no como a un burro, sino como a un amigo.
… Y él va en busca de aquella persona que lo amó entrañablemente.
"Porque el amor no es otra cosa que dar lo mejor de nosotros
a quien espera nuestro cariño.
Porque los amigos no se buscan, ellos nos
encuentran y nos aman de muchas formas y maneras."
FIN
Derechos
Reservados 11449-2015
jueves, 21 de febrero de 2019
LOS ÁNGELES DE DIOS
EL SALVAR UNA VIDA, NO DA
PRIVILEGIOS,NO HAY HÉROES EN ESTO... ES VERDAD QUE UN PARAMEDICO ESTÁ HECHO DE
UN MATERIAL ESPECIAL PERO¿QUÉ PASA CUANDO SIENTE POTESTAD SOBRE LA VIDA? ...AVERÍGUALO."
Como
parte de mi entrenamiento obligatorio de la carrera de medicina, en el
servicio de Atención Prehospitalaria, debía cubrir muchas,muchas
horas. A nosotros los médicos nos han llegado a decir que somos ángeles,
que a veces podemos hacer milagros… pero los verdaderos Ángeles de Dios son los
que a continuación contaré de sus historias, porque se enfrentan cada minuto a
lo inesperado, haciendo de su capacidad y conocimiento sus herramientas y sobre
todo, las personas esperan de ellos más de lo que pueden dar. Debo decir que no
todos se merecen ese calificativo, Porque salvar una vida no nos
asegura el privilegio de Dios, aunque la mayoría de la gente piense
que sí.
Me llamo Samantha Soto, soy estudiante de medicina del quinto
semestre. Es una estación de Bomberos del estado de México, cualquiera, y en
ella interactúan Bomberos, que dicho sea de paso son los auténticos héroes que
enfrentan el fuego a cada momento, en menoscabo de arriesgar su vida pero…son
otros de quienes quiero hablar: Los técnicos en Urgencias Médicas, mejor
conocidos como Paramédicos. En todos los grupos que manejan altos riesgos
se forma una especie de hermandad que persiste aún fuera del medio y por muchos
años. El día parece como todos, el oficial de guardia me recibe atento,
señala mi unidad esbozando una sonrisa franca.
__La ambulancia está en condiciones de trabajar las 24 horas, tienes compañía de dos paramédicos, Vittorio Cansino y Fausto Rodríguez; debes conocerlos, conocer el equipo, saber acoplarte a su sistema; enseguida vendrán. Debo advertirte que aquí no es como en el hospital…poco a poco irás descubriendo esa diferencia por ti misma. Ven.
__La ambulancia está en condiciones de trabajar las 24 horas, tienes compañía de dos paramédicos, Vittorio Cansino y Fausto Rodríguez; debes conocerlos, conocer el equipo, saber acoplarte a su sistema; enseguida vendrán. Debo advertirte que aquí no es como en el hospital…poco a poco irás descubriendo esa diferencia por ti misma. Ven.
Me conduce hasta donde una paramédica limpia su unidad. Nos
presentamos, pero creo que no soy de su agrado; en fin, cerca de tres horas sin
que nada pase, me dispongo a dejar caer mis piernas sobre el carro camilla
cuando suena la alarma. Un hombre de edad mediana, robusto, de aspecto
agradable, hasta atractivo digo yo, sale corriendo subiéndose a la
ambulancia. Vittorio hace lo mismo. La unidad de emergencia comienza a
ganar distancia entre las muchas calles de la colonia, el tráfico es
insoportable; Vittorio, un chico de 23 años, se pega literalmente del
micrófono.
__ ¡¡Avancen!! ¡Muévanse a su derecha!
Lo repite una y otra vez con poco éxito. Pero al cabo de unos
minutos hemos salido de ese caos vehicular; metros delante hay un accidente.
Me bajo con el botiquín en la mano, pero Vittorio me lo arrebata
sin más. No entiendo, estoy presta a ayudar, tampoco soy una ignorante de esto.
Fausto aparca cerca para proteger el cuerpo de un hombre que ha sido
atropellado en las inmediaciones de un puente peatonal.
Al agacharme el chico me pide los implementos de trauma, a lo que
hago sin demora. Su compañero se aproxima, pero entonces Vittorio tiene una
reacción inesperada, por lo menos para mí.
___¡Yo lo estabilizo Fausto, yo lo hago solo¡déjamelo!
___¿Tú lo vas cargar hasta la ambulancia?
___Me vas a ayudar, ni modo que cargué la... “doctora”
Son marcadas sus palabras, sin embargo me mantengo a la
expectativa. Fausto me mira apenado; cuando el chico ha cohibido una hemorragia
de una fractura expuesta en una pierna y ha logrado poner un suero no sin
pinchar varias veces lo que molesta a Fausto, entonces lo suben entre vítores
unos y reclamos otros de la gente ahí concentrada.
Antes de subir Fausto llama discreto a su compañero.
__ ¡No soy tu gato! Trabajamos juntos ò te cambias de unidad. Y la
próxima vez sí no puedes canalizar no dejes al paciente como coladera,¡Vamonos
ya!
Durante el trayecto la molestia de Vittorio se manifiesta aún más
y con quien no debe.
__¡Señor deje de moverse, caramba!le estoy haciendo un gran favor,
y no coopera…son unos imprudentes, los atropellan y uno es quien tiene que
resolverles el problema; sería mejor dejarlo, ¿verdad? Así aprendería la
lección.
El hombre esta recostado sobre el lado menos traumatizado, pero a
Vittorio se le había olvidado retirar la herramienta que ocupara momentos antes
tratando de arreglar un desperfecto; las pinzas de electricista están cerca de
su pierna, aprisionan lastimando la herida. Solo al entrar y dejarlo sobre la
cubierta de urgencias se da cuenta de lo que pasa. Sin embargo, parece que no
le importa demasiado.
___No importa que las pinzas estén aquí, la lesión ya estaba
provocada, que le doliera un poco durante unas calles no cambia nada.
Y sale al hangar seguido de Fausto.
__Cuando regresemos a la base Vittorio, pides tu cambio.
__ ¡No puedes hacerme eso, la unidad 45 es un asco!
__ Porque los muy cochinos prefieren trabajar así, que tomar una
jerga y limpiar. La última vez que me asignaron a ella, encontré latas de
refresco y cascaras de plátano debajo de los asientos.
__No puedes hacerme esto, además cada quien tiene sus
asignaciones…
__ ¡Escuché como maltrataste al paciente, te portaste prepotente
con la que despectivamente llamaste “doctora”, y cuando quise ayudarte, me
mandaste al diablo haciendo gala de no sé qué conocimiento; porque tu paciente
estuvo mal atendido, aunque no lo reconozcas; con todo y las pinzas de electricista
que olvidaste sobre el carro camilla!
Fausto da la espalda dispuesto a subir a la unidad. Aún voltea.
__ No eres el único que sabe de esto, también soy paramédico, no
simplemente conductor de urgencias como pretendes que sea siempre. Y ella…tiene
un doctorado en trauma.
No es cierto del todo pero quiere hacerlo sentir mal, y remata.
__Vete caminando a la base, está a tres cuadras.
Acto seguido un maletín es lanzado por la ventanilla.
En el trayecto Fausto se disculpa, cosa que le pido no haga.
__Voy a proponer que usted sea mi compañera por lo menos este día,
si es que está de acuerdo; por lo que ha visto estoy sin copiloto.
__ Bien, estoy lista.
__ Le conseguiré un uniforme azul, aquí no son bien vistos los de
blanco, nada especial; pero los médicos se pasan la mitad de su vida
diciéndonos lo que debemos hacer.
__ ¿No te arrepentirás de haber echado a tu amigo?
__ No será así. Y no es mi amigo. Es la segunda vez que hace las
cosas mal y no pienso tolerarlo más.
Llegamos al hangar de la base de Bomberos y Ambulancias. Suena el
timbre que anuncia la hora de comer.
En el comedor extrañamente están sentados paramédicos en una mesa,
Bomberos en otra y los mandos en una más. Sin embargo cuando un delicioso trozo
de pollo asado va directo a mi boca, suena la alarma de incendio. Fausto me
hace señas para que salga.
__Tenga. Es el uniforme de una compañera que esta incapacitada por
embarazo, lo dejó. Y será mejor que se vista rápido porque si los bomberos
piden apoyo seremos los que salgan primero.
De prisa me cambio. Efectivamente, salimos detrás de otra unidad
de bomberos, pues han reportado que el edificio que se incendia de tres pisos
tiene gente dentro atrapada.
Los bomberos entran con equipo autónomo, pero uno de ellos no trae
casco, al momento que llegamos, lo están sacando sus compañeros. Se trata de
Vittorio. Fausto se acerca preocupado, después de todo están en el mismo barco,
como dice él. Entre ambos le curamos leves quemaduras en la cara, la exposición
al humo es mínima; después observo como las llamas asoman por una ventana, los
cristales estallan haciéndonos retroceder a todos.
Los heridos que son sacados por los bomberos son depositados en la
acera de enfrente y entonces tenemos que trabajar; uno de ellos, de edad
avanzada es el que requiere traslado al hospital, le administro oxigeno al
tiempo que mi compañero trata de hallar una vena sobre el brazo quemado, lo
logra al primer intento, luego avanzamos rápidamente a la ambulancia, sin
embargo el comandante nos pide regresar.
__¡Hay más heridos en el segundo piso, deben esperar!
Fausto toma su radio portátil.
__ ¡Central de comando, necesitamos apoyo de mas ambulancias, la
67 procede con un paciente de la tercera edad quemado en un 45% del cuerpo,
necesitaremos apoyo al llegar a urgencias!... ¡Tenemos que irnos comandante,
este paciente debe trasladarse ya, pero viene apoyo en camino!
El sonido de la sirena avanzando por el periférico me pone
la piel de gallina, Fausto no tenía razón al decir que tenía experiencia en
urgencias medicas, las dos únicas ocasiones en que me había subido a una
ambulancia fue para acompañar a mi medico maestro a una clase al SEMEFO, y la
otra no recuerdo; todo el tiempo estuve en una sala de urgencias. Debo aprender
a guardar el equilibrio dentro de la unidad porque toda ella se mueve, debo
asegurarme que mi paciente este sujeto por cualquier percance, que espero no sé
de, pero hay mucha personas que por desgracia no saben darle el paso a una
ambulancia, menos cuando se anuncia con sirena y luces, lo he visto muchas
veces. Otra cosa que debo aprender es a moverme si es necesario dentro,
sujetarme incluso de pie cuando el espacio es reducido; creo que este día
saldré con magulladuras. Al ver a hacerlo a los paramédicos parece sencillo,
pero toda la pericia y agilidad hasta cuando tienen que saltar apenas la
ambulancia se detiene es cuestión de muchos días de práctica, de muchas horas
de esfuerzo y entrega.
Lo estoy haciendo bien, al cabo de varios días ya puedo decir que
soy paramédica…pero no es así como funciona.
Es sábado por la noche, doce bomberos, ocho paramédicos entre
ellos yo, nos estamos arremolinando en torno a una señora que está en la acera
vendiendo comida; en la cocina el menú no es del agrado de nadie: lentejas con
macarrones.
Preferimos una torta, café. Suena la alarma. Hasta que estamos en
camino le pregunto a Fausto de que se trata. Su semblante adusto se nota más
serio que de costumbre.
__Lo verás por ti misma, sólo… ante cualquier cosa, siempre
recuerda que yo te cuido y tú me cuidas. Así debe ser, somos un equipo. A veces
somos más unidos decimos nosotros, que un matrimonio.
Mi estomago se contrae, a mi pesar siento miedo. Cuando
llegamos al lugar bajamos deteniéndonos en el dintel de una puerta, saliendo a
nuestro encuentro un policía con un semblante que no me gusta, esta pálido, con
los ojos llorosos.
__ Estaremos cerca de ustedes... Al tipo ya lo detuvimos. Entren.
Al ver la primera escena quiero salir corriendo, pero no puedo,
camino despacio entre todo lo que está tirado; respiro tan hondo que me duele
el pecho. Mi compañero se inclina sobre dos personas, una mujer y un hombre.
Están muertos. Hago lo mismo con una joven de menos de veinte
años, ha corrido la misma suerte. Unos gritos destemplados del otro lado de la
casa nos guían; son la familia de los que están regados en la sala con disparos
en varias partes del cuerpo. Veo que Fausto suda, la nariz aletea como mariposa
inspirando aire. Está tratando de hablarles, pero duda; hasta que una voz sale
de mi boca, una voz que no reconozco.
__ Sentimos mucho no poder ayudarlos...
De pronto la mujer de más edad engarfia sus manos sobre mis brazos
con una desesperación que desgarra. Grita desde lo hondo de su alma por ayuda,
desea saber en su inmenso dolor que todo es una pesadilla, que debo decirle las
palabras que desea aunque no sea verdad, porque la realidad puede matarla.
Matarla, como lo hicieron con sus hijos y su nieto…no sé de este hasta que de
salida Fausto me señala un cuarto contiguo; el cuerpo de un niño de seis años
yace tendido sobre la alfombra cubierto con una sabana morada, bajo de él una
enorme mancha de sangre va impregnando todo lo que toca. Me siento desfallecer,
escuchar los lamentos de aquella mujer, ver los rostros transidos de dolor.
Apresuro el paso hasta la calle.
Cuando salgo veo la patrulla donde tienen al hombre asesino. Un
sentimiento de entre odio e impotencia me acompaña durante el regreso y… apenas
comienza la noche.
Al llegar me encuentro con el comandante en jefe.
__ Samantha…te voy a mandar un jefe de servicio, te incorporas como
ayudante.
__Lo que ordene, señor.
__Sé que cubriste un servicio, pero ya habían muerto.
__ Sí, bueno, los…___se hizo un nudo en mi garganta y
no pude seguir hablando.
__ … cuando tengas oportunidad de hablarlo hazlo, es una buena
terapia tanto individual como de grupo, los chicos lo hacen y…no te sorprendas
si ves a más de uno de nosotros gritar o llorar, sabes que en esto llevas
una carga demasiado pesada para soportarla tu sola…
No termina de hablar porque le llaman por teléfono. Luego se
dirige a tres paramédicos que están jugando en el patio.
__Prepárense. Llevarán a un paciente de su casa al hospital de
Oncología.
Vanessa, Rodolfo y Roberto son los indicados, pero Rodolfo tiene
una mueca de descontento; es sabido que le disgusta hacer traslados de pacientes
enfermos. El dice que “le pega al peligro” siempre que se trate de cosas que
tengan que ver con sangre, adrenalina y eso. Precisamente por ello es que el
comandante en jefe lo elige; pero de un momento a otro cambian las cosas.
Vanessa pide permiso porque su hijo se ha enfermado. Fausto es considerado.
__Sí necesitas algo lo que sea llama, mandamos una ambulancia por
ti.
Sale apresurada, tiene que tomar un taxi que la lleve a casa;
deseamos que no sea nada de cuidado cuando la vemos subir al auto.Poco después
estamos saliendo de la casa de un hombre adulto, tiene cáncer terminal, pero la
familia se empeña en llevarlo al médico cuando es un caso perdido.
El paciente tiene que sufrir los embates del movimiento dentro de
la ambulancia porque a pesar del cuidado con que maneja Roberto no puede evitar
los baches; cada vez que pega sobre ellos el hombre grita. En medio de su
sufrimiento trata de sonreír.
__Conduce con mucho cuidado este muchacho, no quiere que me
lastime… bueno, ya no queda mucho de mí…Dios lo bendiga…¿Cómo se llama?
Roberto Salgado__ respondo.
Al fin llegamos, y empero los contratiempos, el médico amable nos
recibe pero… al cabo de unos minutos él mismo nos intercepta cuando ya nos
preparamos a retirarnos.
__Se pospuso la terapia para mañana, el aparato se averió.
Rodolfo no tiene reparo al afirmar.
__Se nos ordenó traer al señor y eso hicimos. Así que tendrán que
llevarlo los mismos familiares,ahora.
Sin embargo tanto Roberto como yo no estamos de acuerdo en ello,
sabemos que el paciente vive a cuatro cuadras de la base, vamos de regreso a
ella sin otro asunto; cualquier emergencia será cubierta por otra unidad. Pero
lo que realmente me llena de asombro es que Rodolfo llame aparte al hijo mayor
del paciente; un hombre bien vestido, educado.
__Mire señor…esta es una unidad de emergencia, no hace traslados
tan lejos. Podemos llevarlo de regreso, pero por desgracia tendremos que
cobrarle como ambulancia particular, ¿entiende? el gobierno no nos da lo
suficiente para refacciones y…
__Esta bien no me importa, lo que deseo es que lleven a mi padre
de regreso, dígame que cantidad tengo que cubrir.
Rodolfo le dice cuanto. El hombre se sobresalta por unos
instantes, es mucho dinero, pero accede casi de inmediato.
Entonces Roberto lo encara.
__ ¿Vas a cobrar por llevarlo a su casa, cuando nos dijo el
comandante que si no era recibido, lo regresáramos?
__No te pongas “tus moños” compañero; mira: Se ve que al hijo no
le va mal y nosotros estamos casi a fin de semana, no nos vendrá mal una
entrada de dinero.
__ ¿Será para los tres?
__ A Samantha le toca para que se compre unos dulces, es una niña
rica que está aquí por diversión, nosotros mantenemos familia.
__ ¿Y si le dice al comandante lo que hicimos?
__ Dándole dinero ya no puede, porque se convierte en nuestra
cómplice.
Sin embargo no salen los planes de ambos como desean, porque a
medio camino cuando Roberto saca el dinero para ofrecérmelo, una patrulla de
transito nos avisa de un accidente sobre el periférico. El rostro de Rodolfo se
ilumina.
__¡Estos sí son servicios!
__me quedo con el enfermo que a ratos tiene periodos de
insuficiencia respiratoria, entonces debo oxigenar. Pasados unos momentos,
tengo que hablar con su hijo.
__Esta bastante mal… no le queda mucho tiempo, es posible que solo
aguante esta noche.
Se llenan sus ojos de lágrimas, pero se sobrepone. Mientras afuera
Rodolfo me grita por la camilla rígida. Cuando ya ha estabilizado a dos de
ellos llegan dos ambulancias de la Cruz Roja del Distrito Federal.
Pero con desagrado y todo Rodolfo tiene que entregar a los
heridos porque nosotros estamos ocupados ya.
Llegamos al domicilio.
Al ir depositando al anciano en su cama, veo como de pronto se
queda quieto, muy quieto; lo que sospecho lo confirma Roberto.
__ Esta muerto.
A pesar de saber que ocurriría, la familia rompe en llanto frente
a nosotros.
Muy a su pesar Roberto baja la mirada sintiéndose responsable.
Ciertamente iba a morir, quizá deseaba estar en casa. Roberto sale.
__ No te sientas mal, antes de morir te dejó su bendición… Aunque
no lo creas, te protegerá.
__Le daré a Rodolfo el dinero del traslado, ya no lo quiero.
__ Rodolfo se quedará con él. Mejor regrésalo a su dueño. Estará
más tranquila tu consciencia.
El hijo mayor no comprende cuando el paramédico le extiende el dinero.
No acepta.
__ Es para usted… trajeron a mi padre a donde finalmente quería
morir. Sí no hubiera sido así habría muerto en el hospital, y créame que no me
hubiera perdonado nunca.
A continuación cierra su mano con las suyas con el dinero dentro;
pero seguro que hace lo correcto, Roberto toma cuidadosamente, lo deposita
sobre una mesa cerca. Se despide de mano; a su mente acude el recuerdo de su
mamá cada vez que sale a trabajar.
__”Dios te acompaña, porque eres bendecido por ayudar a otros.”
Me quedo__ dice Roberto__ con su bendición, eso me basta.
Días después me llama el capitán de guardia. Ahí están Roberto y
Rodolfo.
El semblante del superior no presagia nada bueno, tiene apretada
la mandíbula. Le ha llegado el comentario de un pago irregular de un traslado
hecho por nosotros. Rodolfo se mantiene erguido pensando que nada ocurrirá.
Pero me acuerdo del enfermo.
__Tengo la orden de ser inflexible con este asunto. En lo personal
detesto estos comportamientos; más tratándose de ustedes. Tengo una impresión
de su trabajo muy especial; Cuidan la vida y la salud, las personas esperan
mucho de ustedes; son una esperanza dentro del caos, no lo olviden nunca. Pero
ahora mucho me temo que tendré que despedir a alguien.
Los rostros de todos son de expectación.
__Un hombre llamó al comandante para darle las gracias de haber
ayudado en el traslado de su padre, quien falleció al llegar a su casa. También
dijo que fueron cobrados los servicios, la suma no es despreciable, sin embargo
aquí no se trabaja de esa forma.
Entonces me pregunta que ha pasado.
Sin temor alguno digo lo que me consta; después de esto
Rodolfo pretende escudarse en mí.
__¡Digo que es una calumnia, además entre los tres debe repartirse
la responsabilidad! ¡Los tres tomamos el dinero!
__ ¿Confiesas que es verdad el cobro?
__ Sí, pero…
__ ¡Suficiente!
A Rodolfo se le olvidó que Roberto no me dio el dinero por atender
el accidente vehicular de periférico, además el que devolviera su parte al
familiar el capitán ya lo sabía, Roberto se lo dijo días antes.
Te levantaré un acta__ dice el comandante en jefe
__ administrativa y conforme al reglamento interno, puesto que es
tu primera irregularidad, ¿Por qué así es, verdad? Te vas un mes a la oficina
de mi secretaria. Le ayudarás en todo lo que necesite y… devolverás cada peso
que le pediste al familiar de este paciente, y pedirás una disculpa por
escrito.
Rodolfo rechina los dientes de odio, su mayor tormento es no salir
a las calles. Hubiera preferido que lo despidiera, porque a partir de ese
momento todos los compañeros sabrán de sus “Hazañas financieras.”
Son Las tres de la mañana. Nos envían a una calle algo desolada,
pero desde ahí podemos avanzar y acortar el tiempo cuando se nos requiera. De
pronto una patrulla de la policía se detiene junto a la ambulancia frenando
brusca.
__ ¡Traemos un compañero herido de bala!
Fausto casi salta del asiento, yo no me quedo atrás; el hombre
tiene un hoyo por debajo de la última costilla derecha, respira débil, está más
pálido que la cera; cada vez que lo hace una bocanada de aire sale y entra por
la herida.
__ ¡Fausto, está muy mal debemos irnos ya!
Arriba de la ambulancia lo estabilizo poniendo un sello en la
herida y atendiendo su ventilación; si no llegamos pronto, morirá.
El policía que le acompaña saca la pistola. Me desconcierta un
instante.
__Guarde su arma oficial, no la puede sacar arriba de la
ambulancia, si quiere disparar a alguien espere a que lleguemos y pueda
regresar a donde lo hirieron.
Con voz queda dice
__...Es que fui yo.
__ ¿Qué? ¿Cómo dice?
__ Yo le disparé…
Trago un “algo” en el esófago. Me duele.
__ ¿...y quiere rematarlo aquí?
__ Fue un accidente…estaba limpiando mi escopeta, se atravesó
cuando la revisaba, me alejé a un rincón pero me siguió. Quiero…
que se ponga bien, somos amigos.
__ Va a entrar de inmediato a quirófano… va a necesitar a su
familia.
Asiente con la cabeza. Dos horas después me entero que ha muerto
durante la cirugía. Eso me deprime toda la mañana, y a pesar que tengo que
estudiar, de vez en cuando la sensación de traer una enorme loza sobre mi
estomago me deja sin hambre casi todo el tiempo.
La primera idea que se me ocurre por la tarde, es que en la noche
no iré a la guardia de los paramédicos, pero si no lo hago será como rendirme
antes de comenzar a luchar. A la hora que me presento suena la alarma otra vez.
Alguien me arroja una chaqueta de kevlar sin miramientos.
El comandante en jefe apresura el paso colocándose el equipo hacía
la motobomba, entonces me doy cuenta es muy grave lo que ocurre. Un edificio de
solventes químicos dentro de un perímetro industrial extenso está envuelto en
llamas. Cuando llegamos quiero bajar pero el capitán de guardia no nos deja.
__ ¡Manténganse fuera de la zona de calor, esto está como el
infierno! ¡También prepárense a atender a muchos intoxicados!
Camino a supervisar a sus hombres pide vía radio apoyo de otros
cuerpos de bomberos del estado que estén más próximos al lugar. En verdad el
calor es insoportable, estoy a punto de botar mi chaqueta, pero sé que no debo.
La lenguas de fuego salen por todas partes; siento por momentos
que la situación no puede ser controlada, y al cabo de una hora hay decenas de
bomberos en todas partes con mangueras y escaleras telescópicas atacando las
llamas mientras otros tantos remojan lo más que pueden los muros de las otras
construcciones ¡De pronto sobreviene una explosión, dos bomberos salen
corriendo botando las mangueras! ¡Nos llaman a gritos diciendo que ayudemos a
alguien que se ha quemado!
¡Sáquenlos! ¡Sáquenlos de la zona de fuego!__ grita el comandante__
¡Aléjense!¡fuera todos!¡fuera todos!
Cuando veo al hombre quemado tirado frente a mí, se llenan mis
ojos de lágrimas al instante. Fausto aprieta mi mano, sumamente estresado.
__ Aguanta Samantha, respira hondo y ayúdame.
Él compañero nos necesita ahora.
Rápido lo sacamos a la zona de seguridad. Hay una veintena de
paramédicos atendiendo creo yo a unos quince heridos y quemados. Los graves son
trasladados de inmediato al hospital más cercano, otros tres van a bordo de un
helicóptero a una unidad especial de quemados. Rezo por ellos, los conozco y el
dolor es más cercano, sin embargo sé casi con certeza que cuatro de ellos
morirán antes de llegar al hospital.
Hasta el momento que la aeronave comienza su despegue, me reclino
sobre Fausto, y un sollozo me quiebra, un sollozo que no puedo contener.
__Llora todo lo que quieras. Estás en tu derecho.
__Fausto…
__ Lo sé, Samantha, no hay nada que hacer...
También a él le afecta, y mucho.
__ creo que será lo mejor… El menos afectado por las quemaduras
tiene ochenta por ciento de cuerpo quemado.
Lo difícil y más doloroso es que ahora están avisando a sus
familias…Ahí van David, Miguel y Héctor.
Miro sus ojos. Están cristalinos, enrojecidos.
__...Fuera de lo que tengan que hacer los médicos, todos los que
estamos aquí sabemos que no van a vivir…¡Dios!
Ocho de los compañeros fueron internados de emergencia, seis de
ellos han muerto por las graves lesiones, son las cuatro de la mañana… todo
aquel que esté de guardia va cabizbajo, las charlas de sobremesa se olvidan,
sólo el capitán de guardia está al pendiente fumando sin cesar, dando grandes
pasos dentro del radiocontrol, a pesar que hay un letrero que dice no fumar; y
el siempre sigue las reglas, pero ahora no importa. Todos lo demás jefes están
en el hospital esperando que les estreguen los cuerpos de sus amigos y
compañeros. Sabemos que esta es una verdadera tragedia para quienes estamos en
esto; para el resto de la gente sólo fueron seis hombres que hacían un trabajo
más.
Sin embargo el trabajo mismo no nos permite reflexionar sobre
ello, seguimos cubriendo las emergencias que se presentan una tras otra como si
la imprudencia y la negligencia de las personas fuese una competencia.
Es temporada de calor, no soporto los cabellos sobre mi cara,
mejor los he cortado con las tijeras antes que los arranque a jalones. Espero
que Fausto salga de urgencias de un hospital de salubridad para irnos a tomar
un café, por lo menos él no ha dormido ni cinco minutos; Vanessa fue al
sanitario.
Escucho el radio.
__ ¡Unidad 67 tiene una emergencia!
De inmediato contesto. Estoy a punto de decirles que nos den
relevo, pero Fausto llega.
__ Dile que te de la ubicación, iremos nosotros.
__ ¡Calle Gardenia No. 45 Colonia Imperio, cerca de la iglesia
Maoísta, reportan una caída de primer piso!
Fausto y otros acostumbran el café y el refresco de cola para
permanecer despiertos toda la noche. Casi todos padecen de alteraciones del
estomago por ello y porque comen cuando es posible, incluso al ir a algún
llamado van comiendo. En todo este tiempo ya he tenido fuertes dolores
estomacales por ello; Vanessa dice que pronto me acostumbraré, es cuestión de
aprovechar los momentos apacibles para hacer las cosas que no se harían durante
la emergencia, como lavarte, bañarte, lavar tu uniforme y comer por ejemplo.
Cuando entregamos al lesionado en una sala de urgencias de la Cruz Roja, ya son
las nueve de la mañana; ahora si estamos pidiendo a gritos unos minutos de
descanso. Es bueno saber que ya terminamos el turno con algo más de cansancio
que otros días. En la cafetería del hospital meto una moneda en el expendio de
comida rápida, pero se atora sin darme nada. La pateo ante el desconcierto de
los que esperan. No le dejaré la única moneda que traigo para comprar algo de
comer, no señor. Al fin bota una bolsita con un sándwich; miro mi cara en el
espejo retrovisor, traigo unas ojeras que cualquiera diría que no he dormido en
una semana.
En esto estoy cuando veo al familiar discutir acalorado con la
chica de trabajo social de urgencias, me acerco por mera curiosidad; Fausto y
Vanessa salen con el equipo.
El señor de mediana edad quiere trasladar a su esposa porque no le
pueden dar toda la atención que necesita, la discusión está centrada en que
como son de muy escasos recursos económicos, no pueden pagar la serie de placas
de rayos X de una lesión de cadera, los medicamentos administrados y demás. La
trabajadora Social es terminante e incluso grosera.
__Sí no tenía como pagar no la hubiera traído aquí, señor…
Hasta ahí Vanessa que permaneciera a la expectativa como Fausto y
yo se acerca muy molesta, iracunda digo yo, a la ventanilla.
__ ¡Mira “Trabajadora Social”, trajimos a la señora porque
previamente nos dijo el Doctor Aranda que la recibiría…!
El Doctor Aranda ya se fue__ interrumpe.
__Ese es tu… problema, mientras el me haya firmado de recibido de
paciente tienen la obligación de atenderlo, además no tienes porque hablarle
así; si fuera una persona de dinero estarías lamiéndole la mano seguramente.
Los colores van y vienen del rostro de la trabajadora. Vanessa la
deja por la paz, volviéndose al familiar.
__ permítame ver su recibo, señor.
Después de verlo se vuelve a nosotros segura de lo que hace.
__ “Cáiganse” con lo que traigan, compañeros.
Yo no traigo ni polvo en mis bolsillos, Fausto saca su cartera.
__ Sólo déjame para regresar a mi casa, toma lo demás.
Entre los dos han reunido el pago de las placas. Sin embargo la
empleada no quiere dejar de poner obstáculos.
__ Está bien… pero falta el medicamento que se le administró y…
__ ¡Bueno ya está bien…!__ grita Fausto.
__ ¡Que la cuota de recuperación no sirve o que! ¡Porque
fuera de eso no tiene ya nada que pagar…y además tienes que encargarte de
enviarla a otro hospital donde si le atiendan la fractura de cadera que tiene!
__ Pero si no tienen dinero para pagar otro hospital, además ¿cómo
crees que la llevará?
__ Eso a ti no te importa.
Después nos dice__ voy a pedir permiso al comandante para
llevarlos, a ver si no reclama la unidad para los otros paramédicos que entran
de turno.
Hasta yo escucho lo que dice el jefe a través del teléfono.
__” ¿y a qué hora se supone van a regresar? ¿no me digas que
quieres seguir de turno? ni siquiera han dormido”
__ Sólo hacemos este trabajo y nos vamos a dormir.
__ Está bien…pero si pasa algo fuera del turno, sabes que corres
con gastos de todo.
__Si, señor.
Al poco está conversando con el hombre, dice cansado.
__ Vamos a esperar en que hospital reciben a su esposa, nosotros
la llevaremos.
La falta de sueño está haciendo los primeros estragos. Bosteza
varias veces. El señor se muestra agradecido.
__ Gracias, pero mire…Si no tengo para pagar lo que me piden aquí,
no puedo pagarles el traslado.
__Es que ya no tiene que pagar nada; y por nuestra parte, no le
vamos a cobrar.
__ ¡No sé si todos son como ustedes, pero como yo no creo en la
suerte…pienso que ha sido Dios el que los ha puesto en nuestro camino! Muchas
gracias, por todo. Haré lo que me pidan.
El paramédico lo toma familiarmente del brazo.
__ Mientras espera, nosotros estaremos en la cafetería…
En un arranque de apoyo saca intempestivo un billete de baja
denominación.
__! Tenga, para que desayunen…Se quedaron sin dinero y…
___ guárdelo, lo va a necesitar. Ahora volvemos. Si tienen la
recepción de su esposa, avísenos por favor.
Entramos en la cafetería como zombies. Por lo menos yo
estoy pidiendo urgente un baño, una cama y algo de comer. El problema es
que ni Fausto, ni Vanessa ni yo tenemos un peso extra. Pero para nuestra
buena suerte o… no, quizás Dios guía, cuida, a aquellos que le demuestran su
amor de esta manera; así que resulta que la encargada es amiga de mis
compañeros, a lo que dice sonriente al vernos entrar.
___ ¡Mis clientes favoritos! ¿Qué les sirvo de desayuno? Porque
por la cara que traen…se ve que no han comido ni dormido en horas.
No traemos__ dice Vanessa__ ni un peso ¿nos prestas?
__ Claro, ya sé que son cabales.
Y a pesar del hambre piden poco Vanessa y Fausto.
En cualquier momento pueden llamar, por lo que no sé si comemos
rápido por hambre ò por estar listos a tiempo.
Después de hacer el traslado, más o menos en dos horas, entregamos
la ambulancia a los paramédicos entrantes.
A ese tiempo la mayoría se prepara para el velorio de los
compañeros fallecidos… La actitud de Fausto me desconcierta.
__Voy a quedarme aquí.
__ ¡Pero si no has dormido!
__ Dormiré unas tres horas y me quedo con ellos… los van a velar
en la sala de juntas que está aquí en el segundo piso. Tú si tienes que dormir,
tienes examen.
__ Sí, pero…
__ Estoy acostumbrado a esto, Samantha, pero tú no, y si al rato
llegas sin dormir, no vas a rendir en las emergencias.
__ ¡No eres un superhombre!
__ No. Pero no te lo puedo explicar... Algún día tal vezlo
entenderás.
Me despide con un beso en la mejilla. Camino a casa veo un grupo
de jóvenes inhalando solventes en una esquina, después una pareja de enamorados
discutiendo en una parada de autobús, más adelante una madre tomando en forma
brusca del brazo a su hijo pequeño. Las lágrimas corren incontenibles; me
estremezco a tal grado que tengo que orillar el auto. Una patrulla de la
policía me ha visto.
Dicen que me baje. Todavía huelo a humo, sangre…y no sé qué más.
Uno de ellos extiende su mano.
__ Lamentamos mucho lo que pasó con tus compañeros, ¿estuviste
ahí?
Asiento conteniendo el llanto.
__ Aunque no nos conocemos…Sabemos cuánto puede doler estos
momentos, te vimos cuando doblaste la esquina de la panadería, zigzagueaste y
vimos tu rotulo de paramédico.
El sentir su solidaridad honesta y franca me pone un ladrillo a
media garganta ¡Ya no puedo más!
__ Por favor…déjenme sola…
Inclina leve su visera, caballeroso.
Necesito echar fuera todo aquello que me está volviendo loca.
Pasa el tiempo. Días, semanas, meses.
Al cabo de los cuales estoy a punto de terminar mis horas de
ambulancia… es difícil pensar que me voy; he establecido vínculos muy estrechos
con casi todos, bomberos, paramédicos e incluso algunos policías. No me
consuela saber que mis prácticas se amplían ahora al área hospitalaria, donde
hay médicos especialistas súper capaces y extraordinariamente inteligentes,
estoy segura les aprenderé muchísimo antes de comenzar a rotar en hospitales en
busca de una especialidad…pero entonces el comandante en jefe me llama. Afuera
de su oficina se encuentran dos hombres de traje oscuro, de aspecto
intelectual. Entran tras de mí.
Samantha… __ dice el Hombre que comanda los trabajos de muchos
hombres y mujeres, __Quiero presentarte a dos de los mejores médicos
urgenciologos de McAllen, Texas. Te explicaré: El ayuntamiento está dentro de
un programa que ha venido dando buenos resultados. Se trata de intercambios de
preparación y adiestramiento tanto para bomberos como paramédicos. Te he
considerado a ti y a otros dos por la entrega, el conocimiento, y la madurez
con que trabajan.
__ Usted sabe que…
__ Si, sé que estas de paso con nosotros, sin embargo creí
considerarás esa posibilidad y…discúlpame que te lo diga pero…para ser médico
no sirves.
__ ¡Señor…!
__Te he visto entregar a tus pacientes, Samantha. Preparados, como
si fueran a calificarte cada detalle, cada momento, cada palabra. Quieres
platicar con los médicos, ellos te darán todos los detalles…adelante; Sólo te
pido lo pienses un poco.
…Y sucede que tal encrucijada hace que dude de lo que creo mi
verdadera vocación porque a pesar que son ramas de la salud, ambas son tan
disímbolas como el día y la noche. Reconozco que afrontar riesgos tan grandes
fuera de cuatro paredes, estar libre para tomar decisiones que nadie más
tomará…dejar que corra la adrenalina por el hecho de saber que una vida depende
de tu buen entrenamiento, de tu buena sagacidad, de tu buena experiencia… ¡de
tu inmenso deseo que sobreviva tu paciente, al mismo tiempo que vigilas a
aquellos que te acompañan porque te interesa su seguridad! Nada se compara.
¡Llegar a buen puerto rogando a Dios no pase nada malo durante el
trayecto!
…no puedo tomar una decisión, pero sé que es un ahora o jamás.
Finalmente estoy en la entrada de la dirección de mi escuela de
medicina…en el brazo tengo un par de documentos, creo son importantes. Cuando
me he sentado frente a una mujer regordeta, de semblante adusto, no me abate,
al contrario.
__He atendido su llamada Señorita Medina, porque ha dicho es
urgente. La escucho.
__Le he traído una carta mía, de renuncia.
Sin dar crédito, salta de su asiento acojinado.
__ ¡Es una broma de muy mal gusto, Señorita!
__ Me he convencido que no quiero estar entre cuatro paredes
esperando que otros me lleven el trabajo. Aunque en realidad, solo he cambiado
algunas cosas, todo incluso mis practicas seguirán siendo especializadas.
Sin embargo la reacción de la docente no es la que yo
esperaba.
__ ¡No compare toda una preparación, señorita Medina, en la
carrera de medicina con el traer y llevar pacientes a bordo de una ambulancia,
las técnicas no están depuradas, son solo eso!
Recuerdo con claridad a lo que me he enfrentado, y siento sus
palabras como una soberana bofetada.
__ ¡No tiene la menor idea de lo que tenemos que pasar para
prepararnos como técnicos! ¡Cómo nos enfrentamos a cada momento a los riesgos
en lugares donde usted no pondría un pie por miedo a romperse una pierna! ¡No
se permita juzgar un trabajo como este, señora directora! …Quizá no tenga
los recursos millonarios como otros sectores de la sociedad, pero si puedo
asegurarle que el día que usted se accidente, cada uno de ellos expondrá su
vida por lograr que usted viva.
Al salir siento pleno el aire rondar mi cabellos; estoy consciente
que no será fácil, incluso tendré que empezar de nuevo pero…
¡Lo haré, cuesten desvelos y más! Me voy a Texas a hacer la
carrera completa de paramédico, un diplomado en urgencias medicas para doctores
urgenciologos, terminar la carrera de medicina general y lo que salga. Por un
tiempo estaré lejos, pero valdrá la pena. Tengo el apoyo de todos mis
compañeros, de mis jefes y casi… el de mi familia.
Mientras preparo mis cosas, asunto que tardará algunos días, me
voy en mis ratos libres a la guardia de los paramédicos.
Antes de llegar he sabido por mi SCANNER que la ambulancia 56 ha
salido a una emergencia.
Días atrás Fausto se enfrascó en una discusión con Vittorio por
demás repetitiva, en la misma unidad.
__ ¡No entiendes Vittorio, que cuando vayas conmigo dejes de hacer
estupideces! Ayer por poco atropellas a un niño, por querer ganarle a la
ambulancia de la Cruz Roja… ¡pero si no son carreras, maldita sea!
¡Métete en tu cabeza llena de estiércol que no te van a dar un premio por
atender a más personas! Si quieres cubrir en mi unidad te apegas a las reglas,
que por lo visto eres el único que le encanta romperlas…aparte de Rodolfo, que
dicho sea de paso se fue, espero para siempre; no quiero héroes en esta
guardia, ni que menosprecies como aquella ocasión a nadie.
Vittorio tiene las manos a la espalda en espera que termine la
monserga.
Poco le importan las palabras del otro, que ha pasado casi veinte
años cosechando experiencia.
En ese momento escuchan el sonido por demás conocido. Ambos se
aprestan a subir a la ambulancia, el capitán de guardia se acerca.
__vayan a la vanguardia, detrás va la unidad especial de rescate…
__ ¿Que estamos cubriendo, capitán?
__Una volcadura en la carretera. Suerte, y con cuidado.
Es de noche. Una luz intermitente refleja cada vez su destello a
la par de un ruido molesto, incesante, como el llanto de un gato herido. A
nadie le gusta ese sonido; lastima los tímpanos, por eso a los perros los hace
ladrar tanto. Vittorio mira de reojo a Fausto que conduce, no simpatiza en
absoluto con su criterio, piensa que la libertad de acción es personal; pero
por desgracia esa libertad tiene un precio.
¡Bloqueen el paso!__ grita un oficial de la policía federal de
caminos__ ¡cierren los dos carriles!
Están dejando pasar demasiados autos junto al accidente lo que va
a dificultar las tareas. Entonces una grúa y una patrulla lo hacen. Vittorio
prácticamente se lanza en picada apenas sosteniendo su maletín, pero para su
buena o mala fortuna ya hay una ambulancia de servicio particular atendiendo.
Sin embargo y a pesar que los otros paramédicos traen un emblema que los
identifica, Vittorio empuja al que sostiene una solución ya colocada, lo que
hace que el paramédico trastabille por estar mal apoyado, jala fuerte la sonda
y esta se desconecta de la vena del paciente haciendo sangrar inmediatamente.
Vittorio no espera tal respuesta. Un puño cerrado se estrella en su cara.
El hombre es alto, fornido, de verdad le gana la talla al otro que
se ve pequeño a su lado. Deben intervenir dos policías y Fausto antes que se
convierta en bronca.
¡Limítate a atender a tus pacientes y déjalos! __le grita Fausto a
Vittorio a punto de perder la poca paciencia que le queda. El otro también
es amonestado.Tres RESCATISTAS están dentro de una X terra negra luchando
por sacar a una jovencita que grita cada vez que las quijadas de la vida abren
la lámina de la portezuela; el vehículo ha chocado de frente contra un tráiler,
pero como el pavimento esta mojado ha derrapado varios metros volteándose llantas arriba; de verla parece un
acordeón.
El rostro recae sobre el tablero por momentos desfalleciente. Un
policía se acerca hasta una de la llantas delanteras botada hacia arriba, trae
consigo un semblante poco halagüeño. Se hace escuchar entre tanto escándalo.
__ ¡Paren un momento, por favor!
Se hace silencio, entonces aprovecha rápidamente, sabiendo que el
tiempo es oro.
__ ¡la señora arriba de la ambulancia dice que traían un bebe de
cinco meses en la parte posterior!
Los rostros de los paramédicos se contraen de ansiedad. Fausto
toma el mando de inmediato y pide suspendan los trabajos de rescate hasta que
revisen la parte enroscada de la camioneta. El que permanece arriba encaramado
se asoma a ver a la chica.
__ te sacaremos pronto ¿En dónde venía el bebé?
Su mano ensangrentada apunta atrás, pero al poco desfallece; una
mujer de blanco que supone es medico se acerca.
__ ¡Es necesario valorar su signos vitales!
Ya un paramédico se ocupa de eso__ dice Fausto. Y agrega,
__ Será mejor que se retire fuera de la zona, está escurriendo
combustible.
Bajo sus pies hay gasolina, los zapatos de goma se impregnan
rápido, entonces tiene que salir a su pesar. Alguien grita.
__ ¡Encontramos al bebé!
El policía carga un bulto, cuidadoso. Se acerca.
__ ¡No se mueve…revísenlo!
Una paramédica deja por un momento a su paciente, lo recibe
amorosa en sus brazos. Respirando rápido, con el sudor cayendo por las sienes
abre la chamarra del federal que le envuelve. Hay gran expectación.
Una sonrisa de alivio llena su cara.
__ ¡Está bien, está dormido!
Ahora hay gritos, pero de alegría, como si hubiera nacido entre
grandes dolores de parto, y todos los ahí presentes recuperaran la paz. A
partir de ahí, la paramédico se hace cargo sin dejar de sostenerlo. De vez en
cuando le habla; se encuentra a salvo gracias al federal de caminos que pudo
sacarlo alejándole del accidente. Minutos después, la chica es sacada
totalmente inmóvil sobre una camilla.
Un desfile de cinco ambulancias se ve por la carretera con heridos
a bordo.
La estela a su paso es hermosa, parecen arbolitos de navidad en
cuatro ruedas, y las sirenas…no hay sonido más estresante y emotivo. Atrás
quedan solo fierros retorcidos.
El grupo de rescate se dispone a recoger sus implementos, cansados
se miran unos a otros felicitándose satisfechos, aunque hay un policía
impertinente que dice con sorna.
__ Para esas gracias, también nosotros destrozamos cosas ¿no?
Hubiéramos tirado la portezuela antes que llegaran.
El jefe del grupo de rescate se planta ante él.
__ Dígame oficial, ¿terminó siquiera la escuela primaria para
saber de lo que se trata? Porque supongo que sabe más que cualquiera ¿Verdad?
No hubo respuesta. Ya la grúa entraba a enganchar el vehículo.
El sosiego que da el lugar es eterno…paredes tan frías e
inhóspitas que el alma se congela mientras estas ahí oyendo lamentos de dolor y
agonía. Me refiero al interior de la ambulancia.
A veces me pregunto cuánto sufrimiento humano ha guardado cada
una, como si fuera la caja de pandora. Las ocasiones en que me he quedado a
dormir en el carro camilla he observado la noche de la ciudad como a eso de las
dos de la mañana…quieta, desierta. Sin otro sonido que los ladridos de los
perros callejeros.
De pronto veo el tanque de oxigeno y reflexiono para que
sirve, la mochila, el estuche de cánulas…todo es tan intensamente indiferente;
pero cuando se usan adquieren como un poder desconocido, entonces se llenan de
calor y luz cuando cumplen su cometido.
Recuerdo lo sucedido hace apenas una hora. La mujer de 30 años
parió arriba de la unidad. Todavía me parece escuchar sus gritos y luego el
llanto del bebé. Vanessa se enguantó con agilidad cuando vio que ya asomaba la
cabecita, le dijo a la madre cooperara y todo saldría bien.
En quince minutos recibimos a otro ser a este caótico mundo;
Rosado, grande, hermoso por donde lo miráramos. Aún persisten ciertos olores a
pesar que he lavado bien. Tomé un refresco de cola y no puedo dormir. Mejor me
bajo de la ambulancia a fumar.
De pronto escucho ruidos apagados detrás de la motobomba. Me
aproximo con sigilo, pues hay veces que alguien se mete sin ser visto, a robar.
Estoy presta a dar la voz de alarma si es necesario.
Me encuentro cara a cara con Vittorio; me mira como si no me
conociera, la mirada un tanto perdida, el olor característico de una droga, el
temblor en sus manos son signos tan obvios que siento una profunda pena
por él; retrocede unos pasos. Sé que no soy muy de su agrado, pero aún así le
tomo del brazo brusca; en realidad quiero que reaccione.
__ ¿Qué tomaste, Vittorio?
__ ¡A ti que te importa! ¿Vas a ir con el chisme? ¡Ve, anda! Con
solo decir que no es cierto, basta.
__ ¡Pero…!
Sé aleja de prisa. Debería de reportarlo, pero el hecho de
sentirme una delatora, una traidora como me catalogarían los demás, me detiene.
Trato que no me afecte, diciéndome a mi misma que cada quien es responsable de
sus actos… pero estoy olvidando que esos actos nos involucran a todos como el
equipo que somos.
¡Al día siguiente me entero que ha chocado de frente con un
transporte colectivo al ir a una emergencia y…!
La ambulancia dio dos vuelta sobre el toldo antes de quedar de
costado contra la acera…Vittorio murió prensado. Su copiloto Ana, una
paramédica recién egresada de la academia esta en terapia intensiva con un
pulmón destrozado y la columna seriamente dañada. Iban a una emergencia, pero
la Cruz Roja también avanzaba; Vittorio decidió llegar primero…vio el autobús
demasiado tarde en el semáforo en rojo.
Después quedó quieta sobre el asfalto, la sirena continúo sonando
unos minutos, después el silencio… mal presagio.
Cuando llego con el capitán de guardia a preguntar qué pasa, están
recibiendo la noticia… Ana acaba de entrar a quirófano por complicaciones
respiratorias.
Los comentarios giran en torno a que antes de salir, Vittorio se
notó extraño. Entonces decido hablar con el comandante en jefe. Le he puesto al
tanto de lo pasado la noche anterior detrás de la motobomba.
__ ¡Eres médico…y aun espero te equivoques!
__ No. Me siento muy mal porque…debí decirle antes…
__ ¡Es cierto, debiste decírmelo antes que a nadie!
Su actitud dura no me duele tanto como saber que de haber hablado,
no hubiera pasado aquel accidente.
__Creo que tanto tú como el resto de los que sabían de la afición
de Vittorio por las drogas deberán vivir con el peso de la parte de
responsabilidad que les toca… No hay compañerismo en ser solidaria con
conductas deshonestas, ahí está Ana luchando por ese falso concepto...¡Cuatro
personas lo sabían y ninguno tuvo el valor de reportarlo!
Me da la espalda como seña que no quiere verme más.
Sin embargo dos de aquellos que conocían el problema de mi
compañero están muy distantes de ser lo solidarios que deberían.
¡Pobre buey! __dice uno__ Mira que no fijarse al pasar el
semáforo…
Murió por su gusto___ Contesta el otro,
__ Porque Luis y yo le dijimos varias veces que no tragara esa
porquería aquí, que lo castigarían.
No puedo creer que hablen así de alguien que ha muerto, ellos y yo
somos parte de esa responsabilidad.
__ ¡Creen que hablando así de Vittorio van a sentir menos
culpa! ¡El día que a uno de ustedes le pase algo, que creen que deberían
decir sus demás compañeros! ¿Qué fueron unos estúpidos que no saben hacer su
trabajo? ¿Qué dirán sus familias cuando sepan que solapaban a Vittorio en las
drogas?
Realmente no sé porque a mí solo me costó una fuerte y dura reprimenda,
pero a los otros tres los han dado de baja de la corporación este día. Después
nos llama el comandante en jefe a Fausto y a mí.
__Me acompañan en unos minutos al SEMEFO. Vamos por Vittorio.
Las piernas tiemblan, esta reseca mi boca. Ahora comprendo que
este es el castigo deparado para que no olvide nunca lo ocurrido. Al entrar en
los cuartos de mosaico con planchas de metal, hay frío en el espíritu,
tranquilidad y mucha, mucha, mucha soledad.
Caminamos despacio hasta la última plancha; el cuerpo de nuestro
compañero aún esta vestido, sus estrellas de la vida sobresalen aún entre la
sangre de las heridas; su camisa denota jirones entre grasa, y tierra.
Fausto apoya sus brazos sobre la orilla. Toca el rostro con la
mano enguantada, parece controlado hasta que deja escapar un suspiro de pesar.
__ No le han hecho la necropsia… ¡Si me dicen que les ayude,
los mando al diablo!
Lenta, tomo mis tijeras de trabajo pesado, casi con devoción corto
cada una de sus insignias manchadas, las sostengo en mis manos mientras estamos
ahí. Ambos estamos llorando en silencio al sostener el cuerpo y luego
depositarlo en una camilla para introducirlo en una caja mortuoria.
Quiero dejar de mirar su rostro
apagado sin vida, pero no puedo sustraerme de pensar como nos llevan
nuestras acciones hasta el final.
Y pese a que fue vilipendiado, es
demostrado respeto y dolor por su partida. Por la noche durante una guardia de
honor Fausto me pide salga unos momentos.
__ Acaban de hablar del hospital…Ana murió hace unos minutos. Tuvo
un paro respiratorio… no se pudo hacer nada debido a las complicaciones.
__ ¡Dios mío!
Me dice están acelerando los trámites de entrega para ver la
posibilidad que ambos estén juntos. Camino a pie por el cementerio, los ataúdes
metálicos plateados son sostenidos por muchas manos y hombros. Los huecos en la
tierra fresca están listos; detrás de la capilla de lona se han alineado tres
ambulancias.
Al decir las últimas palabras de despedida de sus padres,
hermanos, amigos y compañeros…las luces de las torretas comienzan a girar, las
sirenas lloran despiadadas dándoles el saludo honorable a quienes están ahora a
lado de Dios.
El corazón más duro se ablanda al escuchar la estridencia y los
lamentos de dolor de aquellos padres. Durante la revista de cuerpo presente
momentos atrás, tuve que auxiliar a la madre de Vittorio cuando se desvaneció
al entregársele el casco de su hijo, sus insignias y una bandera doblada en sus
manos. Al grito de ¡Vittorio Cansino! ¡Presente!…respiré hondo, me faltaba el
aire; sentí ahogarme por momentos.
Para mi fortuna o desgracia he elegido el camino más terregoso, el
más duro. Aquí es donde se forma el temple de muchos hombres y mujeres, donde
se sortea a la muerte todos los días, donde las manos encallecen de sostener
tantos heridos; en donde la presencia de Dios se hace manifiesta en infinidad
de milagros de vida, de amor, de lealtad, amistad, de entrega. Por eso he
elegido el camino de ortigas y abrojos y… sé que dondequiera que este “Alguien”
allá arriba me cuida, como a cientos de paramédicos que entregan el alma cada
día de sus vidas.
¡Cómo pasa el tiempo cuando hay ansiedad por comerse la vida
a grandes bocados! Realmente he pensado todo este tiempo que estuve lejos
de México, como algunas cosas en la vida de las personas que conocemos y
apreciamos van cambiando. Después de dos años he vuelto… estoy ahora de pie
frente a la entrada de la rampa de ambulancias; pienso si encontraré a alguien
conocido digo, no han sido muchos años pero en este tiempo pudieron suceder no
sé que cosas. Los primeros en darse cuenta de mi presencia son Fausto y otro
chico nuevo. Abrazo a mi amigo y compañero como si hubiera sido toda una vida
la que no le viera. El abrazo y emoción que veo en su cara me dicen lo mucho
que le alegra verme.
__¡Al fin regresaste Samantha! Hay grandes cambios, te van a
gustar, porque te vas a quedar ¿verdad?
Digo que si, entonces quienes conozco Carlos, Manuel, Daniela,
Leo… ¡todos! Salen atropelladamente, me toman por los pies y manos; comienzan a
balancearme de un lado a otro bajo la amenaza de soltarme. Antes que de verdad
me suelten suena la alarma. Algunos se van a su unidad dándome saludos de
bienvenida; luego he notado que Fausto trae un parche que apenas asoma entre el
cuello.
__ ¿Qué te pasó?
Evita mirarme de frente, es obvio que no desea hablar pero lo
hace, aunque le cuesta trabajo.
__ Hace un mes fuimos a un servicio. La policía dijo que todo
estaba controlado, que quienes habían provocado la riña escaparon. Los que
quedaron estaban tomando desde el día anterior, pero se mantenían tranquilos; a
uno de ellos le hicieron una herida en la cabeza tan grande que no paraba la
hemorragia, así que tuve que comprimir fuerte… pero cuando ya terminaba sacó
una botella de su chamarra y me la arrojó. Pude hacerme a un lado, pero me
quemé…la mayor parte del acido cayó sobre su hijo que estaba a un lado mío… no
me di cuenta que estaba ahí.
Lo golpeé no sé cuantas veces, hasta que Carlos me gritó que el
niño necesitaba cubículo de choque…
Hace una pausa larga y continua.
__ Falleció dos horas después que lo ingresamos a Traumatología del
Seguro Social.
El padre levantó cargos contra mí por lesiones; tuve que ir varias
veces a declarar al ministerio publico. El niño tenía seis años, Samantha…tuvo
dos paros respiratorios arriba de la ambulancia. ¿Ves los rayones del lado del
conductor? Encontramos una manifestación y no pudimos pasar…me metí en un
callejón donde apenas cabe una motocicleta; la ambulancia crujía cada vez que
avanzaba, pero pudimos salir cortando camino. No hubiera importado si tenía que
desbaratarla para salvarlo pero…nada de lo que hicimos sirvió.
Calla otra vez. Cambia de tema para alivio de ambos.
__ ¿Y tú, como…?
__ Estuve dos días en internamiento, traigo un pequeño injerto,
pero estoy bien…
No quiero abrir más la herida emocional, así que mejor le tomo el
brazo, le incito a que me muestre aquellos cambios de que me hablara al llegar.
__Ahora Soy Capitán de guardia, tengo bajo mi mando al turno 3 de
ambulancias y Bomberos. Estamos contratando más personal porque se abrirá otra
estación central, posiblemente en un mes sea la inauguración. La mejor noticia
es que pronto se inaugurará también el Centro de Atención de Emergencias;
estará integrado por una sala de urgencias, dos Quirófanos, una rampa bífida,
helipuerto, en fin, tendrás la oportunidad de verlo. Ahí se concentrarán todas
las emergencias Prehospitalarias.
Me mira y sonríe.
__ No te pregunté cómo estuviste en todo este tiempo…
__No te preocupes, nada fuera de lo normal. Obtuve buenas
calificaciones, tengo dos ofertas de trabajo en Torreón pero… de eso quiero
hablarte.
__ te escucho.
__ he venido a pedir trabajo. Quiero estar aquí. Después de todo
fue aquí donde ustedes me impulsaron a irme a estudiar a Texas. Sé que me falta
mucho para tener la experiencia necesaria, pero no he cambiado de parecer.
__ ¿Te interesa un puesto administrativo?
__ No. Si eres tu quien contrata, mándame a las calles… Ser como
las aves. Mándame a volar, valga la expresión.
Sonríe abierto, franco. Los siguientes días me adapto de
nuevo como si fuera mi casa, conozco a los novatos, a uno que otro mando
también nuevo, el equipo recién adquirido… Esta mañana está especialmente
cálida, el aire fresco entra a limpiar los dormitorios de calor acumulado en
estos días de verano.
Pronto comenzará la temporada de lluvias, por eso el cambio de
clima.
Nos han traído equipo nuevo, precisamente he visto algunos de esos
implementos en alguna tienda en Texas, cuando estuve allá.
Hay chamarras para protegerse de la lluvia, entre otros.
En menos de una hora hemos ido a comer, nos bañamos, limpiamos nuestras respectivas
ambulancias, y no ha pasado nada extraordinario, bueno… hasta los perros
callejeros que muchas veces quieren entrar a platicar con Maddux, nuestra
mascota, se han hecho ojo de hormiga; mucha quietud y tranquilidad no puede ser
otra cosa más que algo muy fuerte se avecina. Es una calma que angustia, en
este trabajo el estar en paz unas horas es preludio de un accidente nefasto.
¡Lo inquietante es que nadie sabe que pasara en las próximas
horas, ó minutos ó segundos ó…! mejor me relajo.
Alguna vez alguien me dijo:
__”Lo que tenga que pasar, pasará; tu estas aquí solo como un
instrumento que usa Dios en el destino de cada persona. Habrá ocasiones en que
sientas impotencia por perder una vida… pero debes aceptar que los designios de
una fuerza superior es la que manda. En ocasiones te sentirás omnipotente por
sentir que en tus manos está el milagro. Eso se llama soberbia. Debes hacer
cuanto esté a tu alcance para remediar el dolor y quizá la muerte… La decisión
que alguien viva a pesar de todo, no te pertenece.”
Fue un médico cirujano amigo, maestro, mentor…un todo. El mejor
consejo que me ha dado sin duda es este:
__ “El día que ya no sientas dolor, angustia, impotencia, piedad,
por la desgracia de otro ser humano, que es lo que te ha llevado a ser paramédica…ese
día tendrás dos caminos: Redescubrir tu sensibilidad ò renunciar.”
Precisamente al recordar esto miro a un hombre como de unos 36
años, de mirada errática, pasos indecisos; parece que no le interesa
interactuar con los demás. Se aleja un poco ante la algarabía mostrada por los
otros cuando comienza Fausto la repartición de los nuevos equipos. Se llama
Benicio del Valle Espinosa, es un elemento que tiene como diez años de ser
paramédico pero… es hosco, rudo en su trato, siempre tiene el entrecejo
arqueado; casi nadie le hace ronda. Siento pena porque en el fondo debe llevar
un gran peso que lo hace ser así, sin embargo varios entre ellos yo, le hemos
recomendado buscar ayuda sicológica porque sus actitudes ya afectan los
servicios de emergencia, se niega a reconocerlo, y mucho me temo que los mandos
tomen cartas en su situación que no le gustarán.
¡Suena la alerta Roja! Fausto da la voz mientras cada Bombero y
Paramédico toman sus equipos.
__ ¡ES UN DERRUMBE DE UN CONDOMINIO! ¡PRECAUCIÓN CON LOS
PROTOCOLOS!
Primero avanza la unidad de rescate, luego tres ambulancias detrás
suyo, después una motobomba y la escala; al final un jepp con Fausto a bordo
que veloz se adelanta al frente del convoy.
En el trayecto se incorporan tres ambulancias de la Cruz roja. El
ruido que provocan se escucha a kilómetros de distancia. La gente al vernos
pasar debe cubrir los oídos por el dolor que provocan las sirenas. Un kilometro
antes de llegar al derrumbe muchas personas corren para ver qué ha pasado. Me
impresiona por un momento la escena:
Es un edificio de tres niveles. Las paredes laterales se
mantienen, pero el centro ha colapsado; parte del techo ha derribado dos postes
de alta tensión, de atrás brota un gran chorro de agua de las tuberías
potables, en el aire se percibe apenas el olor a gas butano; me repongo rápido
al oír que Fausto grita dando indicaciones junto con el comandante en jefe.
__ ¡Los paramédicos manténganse alertas, prepárense a recibir
posibles víctimas! ¡La primera escuadra ocupese del gas, segunda el agua, la
tercera y cuarta corten la electricidad!
El comandante instruye velozmente al personal de rescate. Todos
son paramédicos, pero entre ellos se encuentran dos Bomberos especializados. Un
año atrás fueron enviados a Austin Texas, a capacitarse.
Carlos junto con Manuel comienzan por buscar el lugar donde sea
factible abrir un boquete. Después de unos minutos entra el primero; mientras
estamos Vanessa y yo bajando los carros camilla y los botiquines con todo lo
necesario. Todos los paramédicos nos hemos colocado cubre bocas, gogless,
guantes de látex y carnaza, hemos revisado el kit de vías aéreas, el oxigeno,
las soluciones intravenosas, listas para aplicarse. Por desgracia hay gente
atrapada, pues es un edificio de departamentos, por lo menos tres familias lo
ocupan así que, estamos listos para lo que se requiera. Mientras veo las
labores de mis compañeros, entre la tensión de los que están a mi lado, que van
de un lado a otro frotándose unos las manos, otros la frente, rezo dentro en mi
corazón porque encuentren sobrevivientes. La espera parece eterna hasta que
escuchamos la voz de Manuel.
__ ¡Camilla! ¡Camilla!
Entramos tres. Recostados al piso sacamos a una persona con
heridas serias, pero no graves. Es colocado en una camilla rígida, inmovilizado
y de inmediato comenzamos a estabilizarlo. De pronto Manuel vuelve a gritar, esta
vez están sacando a tres más, uno es lesionado critico así que Fausto radio en
mano pide que se acerque el helicóptero de la policía y comience el descenso
cerca de ahí. Serán llevados por aire aquellos que no puedan esperar. Los de
menor riesgo los llevaremos nosotros por tierra.
Pero también han sacado varios cadáveres. Son colocados en línea
horizontal sobre una zona a resguardo. Entre ellos hay cuatro menores, dos
adultos mayores y… dos bebés.
En cuanto recibimos a los lesionados partimos de inmediato. Una
patrulla de la policía del estado nos va abriendo paso, mientras otras han
detenido el transito mientras dure el recorrido. A bordo me acompaña una
paramédica ya experimentada, porque Vanessa tuvo que irse a bordo del
helicóptero pero… estoy tratando de pinchar el brazo de una adolescente, no
puedo. No importa que no pueda guardar el equilibrio, que la sirena me
ensordezca, que sus quejidos taladren mi corazón, que haya tirado la solución y
tenga que preparar otra… ¡no sé que me pasa, pero no puedo hacerlo!
Arrojo el catéter.
__ ¡No puedo hacerlo Martha, no puedo!
Los sollozos me estremecen, gruesas lágrimas caen sobre el brazo
de mi paciente, entonces Martha me grita duramente.
__ ¡Llora y grita lo que quieras! ¡Pero debes canalizarle la vena
o se chocará!
__ ¡No puedo! ¡Las manos me tiemblan!
__ ¡Por eso estas aquí! ¡Ella confía en ti…! ¡Ella sabe que está
en buenas manos!
Sin dejar de llorar, pincho de nuevo. He logrado introducir el
catéter en un brazo muy lastimado; por desgracia no puedo hacerlo en las
piernas que están fracturadas, suspiro muy hondo pero no seco el llanto. Ahora
que pongo el oxigeno, la chica abre apenas sus ojos, me mira y trata de
sonreír. No entiendo lo que trata de decirme.
Le digo que no se esfuerce. Tiene antecedentes de diabetes
juvenil; el color de su piel ha bajado, los niveles de glucosa disminuyen. Al
sentirme más tranquila le suministro medicamento para evitar otro problema.
Pero entonces cuando llegamos a una bocacalle, donde no había
vigilancia como suponíamos, la patrulla que nos escolta choca con un auto que
sale a la avenida sin la menor precaución. Esto hace que nosotros la embistamos
por detrás a pesar de venir a prudente distancia. Después del impacto
abro los ojos, estoy atorada entre el anaquel del tanque de oxigeno y la puerta
lateral, pero creo puedo salir; con pesar veo que los cinturones de seguridad
de mi paciente se han aflojado demasiado permitiendo agravar las lesiones.
El paciente de Martha en el chaise Long ha caído sobre el carro
camilla fracturándose el tórax. Mientras ella se incorpora de entre el
pasillo de la cabina, sangra de la frente, esta obnubilada pero se aferra de
los pasamanos.
¡Alfonso!__ llama al paramédico que conduce. Este asoma por
detrás de la ambulancia, abriendo las portezuelas.
__ Ya viene en camino la ayuda… no podemos avanzar más, se rompió
el radiador.
__ ¿Estás bien?__ pregunta ella.
__…Sí, creo que si. Me duele el cuello. Los dos policías que nos
escoltaban ya los revise, uno tiene fractura de tórax, pero aguantará hasta que
llegue la otra ambulancia, el otro está muy golpeado, pero se pondrá bien.
Luego pregunta por mí. Le digo que estoy bien, pero me duele mucho
mi mano izquierda, aunque no le doy mucha importancia, también ellos, porque lo
que nos tiene en la picota son nuestros pacientes. Por fortuna el apoyo llega
de inmediato. Después de traspasar de una ambulancia a otra Martha se me
acerca, trae una mano con una compresa sobre la frente.
__ Déjame revisarte, Samantha.
__ Parece que es mi muñeca…
__ Sí…la tienes fracturada. Le diré a Alfonso que te la
inmovilice. También nosotros necesitamos ir a urgencias, a él le sigue doliendo
el cuello y me temo que tenga lesión de cervicales, se golpeó contra el
parabrisas.
Alfonso está revisando a la conductora del auto. Pero fuera de
heridas superficiales, se mantiene bien; solo que al escuchar que irá detenida
comienza a decir que un fuerte dolor de cabeza le aqueja, entonces Martha la
sube a la ambulancia y la recuesta. Percibe un olor a alcohol al inclinarse a
buscar el reflejo pupilar. Casi saboreando lo que viene le dice que…
__ Señora, mucho me temo que tendremos que ingresarla de
urgencias, el dolor de cabeza y sus heridas nos están indicando que tiene un
serio problema neurológico y está avanzando muy rápido…pediré a la policía nos
permita llevarla.
Después se baja dejándola desconcertada, grita a Alfonso con una
seriedad que hasta yo caigo en la farsa.
__ ¡Pide apoyo por otra paciente, está arriba de la ambulancia…va
a necesitar cirugía de emergencia!
La señora se pone de pie de un salto, baja dando traspiés.
__ ¡No, no, no…estoy bien, no me duele nada! ¡Ya me siento bien!
Un policía se acerca.
__ Usted me dijo que se sentía muy mal.
__ ¡No… yo, estoy bien!
__ Pues entonces no hay porque no deba acompañarnos a nosotros…
espero que para dentro de un par de horas se sienta más… consciente.
__ ¿Por qué…?
__ Si alguno de los pacientes que trasladaba la ambulancia
fallece… Ya se lo dirá su abogado. Y será mejor que le llame de una vez. Venga
conmigo.
Es subida a una patrulla, mientras nosotros estamos abandonando la
escena del accidente. Mi lesión me tiene sin cuidado, realmente no es nada en
comparación con aquellas personas a quienes trasladábamos. Por fortuna están
fuera de todo peligro, sin embargo durante la siguiente hora Alfonso tiene que
estar en observación por más tiempo en urgencias; el Doctor Escobar, amigo
nuestro se ha plantado frente a varios paramédicos, Fausto es quien más se
interesa por él.
__ Cuando entró dijiste que era una contusión de cráneo y esguince
cervical… ¿Que pasa realmente con él?
__ La serie de placas muestra una mancha hematica progresiva,
necesitamos hacerle una resonancia magnética, estoy más que seguro que tiene un
vaso lesionado y se está formando un aneurisma.
__ ¿Cuáles son los riesgos inminentes?
__ El sangrado es rápido… te aviso porque en cuanto estén listos
los estudios, lo más probable es que entre a Quirófano.
Las caras de todos son de preocupación.Fausto sale del área de urgencias con las manos en los bolsillos,le indica a Martha que ambas nos retiremos del servicio hasta que mejoremos; Luego dice que llame a la familia de Alfonso.
Las caras de todos son de preocupación.Fausto sale del área de urgencias con las manos en los bolsillos,le indica a Martha que ambas nos retiremos del servicio hasta que mejoremos; Luego dice que llame a la familia de Alfonso.
__ No les digas nada del accidente, que venga una sola persona, si
es posible su esposa. Que se presente con el doctor Escobar… No podemos hacer
más que orar por que todo salga bien. Mientras tanto voy a ver a esa mujer al
Ministerio Público.
__ Voy contigo.
Fausto tiene ganas de bromear aún.
__ No. Tú te vas a casa, la sutura que traes en la frente se te ve
muy fea como para andarla presumiendo.
La mira unos instantes. Finalmente le hace señas para que se suba
al jepp; la dependencia judicial se ve abarrotada por tantas personas que
desean atención. Ambos se cuelan hasta la oficina del representante social.
Fausto pone al tanto con documento en mano al hombre.
__ Estamos esperando a nuestro abogado, licenciado… el
departamento de Bomberos va a levantar cargos contra la señora que provocó el
accidente…Nuestro compañero entra en una hora a cirugía.
__ Entiendo y siento lo que ha pasado…
No termina de hablar, un oficial entra intempestivo.
__ ¡Licenciado, venga pronto!
Sale presuroso, luego les dice a los paramédicos.
__ ¡Ustedes también deben venir de inmediato!
Apartando a la gente sortean dos pasillos hasta las celdas.
El color morado en la región es obvio, la marca sobre el cuello
distingue a un cordel, posiblemente de su blusa porque cuando la ingresaron
detenida nadie se percató de ello. Aún oscila el cuerpo de las rejas. Esta
sola, permaneció sola todo el tiempo. Eso le dio ventaja de hacerlo. El
paramédico la coloca sobre el piso frio, busca signos vitales… es inútil.
__ Esta muerta. Todavía tiene temperatura, pero estuvo así cerca
de una hora.
El médico legista se inclina, coincide con ellos.
__ Cuando llegó a revisión se mostró muy cooperativa, dijo que
sentía de verdad lo que había hecho, que trataría de reparar los daños aunque…
tenía una mirada sumamente triste
¿Sus familiares __ dice el ministerio publico__ se entrevistaron
con ella?
__Sé permitió que hablara con su esposo unos momentos.
Después se vuelve a los paramédicos.
__ Como verán, los cargos en su contra ya son improcedentes.
Aunque ahora la responsabilidad recae en el familiar directo para que repare
los daños materiales…
No__interrumpe Fausto__ Ninguno de ellos tiene porque cargar con
la responsabilidad de ella… quiso pagar de esta forma. Esa decisión fue solo
suya. No sabemos qué pasa por la mente de las personas hasta el momento de la
crisis. Tal vez se deprimió emocionalmente por lo que hizo y por la ingesta de
alcohol… no lo sabemos.
Después salen rumbo al estacionamiento; de reojo Martha reconoce a
la familia. Hace ademán de acercarse, pero Fausto la detiene.
__ No hagas las cosas más difíciles… ellos no lo saben aún; ¿Qué
les vas a decir? ¿Qué se acaba de suicidar en su celda porque no aguantó el
cargo de conciencia? Eso ya no nos toca a nosotros, nada valerà ante lo que les
sigue… además no verán con buenos ojos que tú que saliste lesionada por su
culpa, se ocupe de decirles. Te llevarás una afrenta. Nos ocuparemos de
Alfonso, él sí nos necesita. Vámonos de aquí.
Al llegar al hospital ya se encuentra la esposa de Alfonso y sus
papás en la sala de espera. Los padres son cercanos de Fausto, así que en
cuanto la señora como de unos 57 años le ve llegar, de inmediato corre a él, y
lo abraza.
__ ¡Fausto, que le pasa a mi hijo!
__ Tuvo un percance en la ambulancia al venir acá con unos
pacientes… chocó en una esquina con una patrulla, otro auto y…
¡Los responsables Fausto, donde se encuentran!__Grita el padre.
Fausto quiere decir algo pero calla. Hay un silencio pesado.
He llegado y visto que Fausto la tiene abrazada como a una madre; luego el
padre abraza a su vez a la nuera. Me quedo a pesar que dos veces mi capitán de
guardia me envió a casa. No quiero.
Al cabo de cinco horas que han parecido cinco días, sale el Doctor
Escobar ya sin la ropa de cirugía, el rostro lo dice todo...¡Mi compañero está
bien!
Una magnífica noticia entre tantas malas.
En ese momento de respiro se acerca Martha. Conciliadora me pasa
el brazo por la espalda.
__ A mí también me pasó lo mismo alguna vez… no te olvides nunca
Sami, que somos como una esponja que absorbe todo aquello que dejan los
sentimientos de otros. Lo importante es que nunca, óyelo bien: nunca dejes lo
que estás haciendo, lo que sea. De ello depende que tu paciente llegue en
buenas condiciones a un hospital.
__ Es que… tal vez fue demasiado en ese momento. Los gritos de
todos, sus lamentos, las sirenas, mis nervios…
__ Es como si salieras a una escena: olvídate de algunas cosas que
no importan, concéntrate en lo que realmente vale. De otra forma acabarás por
bloquearte, a todos nos pasa, pero siempre tu compañero te da un codazo para
volverte a la realidad.
Sonríe. El vendaje sobre su cabeza es notorio y así la encuentra
un fotógrafo que imprime alguna toma; esto molesta mucho a Martha.
__ ¡No puedes tomar fotos aquí!
__ No te molestes, es para la edición de mañana. Ya me dijeron
todo del choque, también del suicidio de la señora que lo provocó.
Al escucharlo, los padres se ponen de pie mirando a Fausto. Este
opta por hablar.
__ Es cierto… la encontramos sin vida dentro de la celda, no pudo
con tan pesada carga.
Nadie dijo nada. Comprendieron el pago de la deuda… estaba saldada
ya. Martha se lleva al reportero apartándole de la gente, veo que hablan, el
manotea en el aire, ella le tapa la boca con la mano, hay instantes en que
parece que él reportero no cede, pero viene la calma. Ella retorna a nuestro
lado.
__ le dije que si publica la historia con fotografías, le rompo el
hocico. Se trata de mi amigo… No quiero que sea expuesto de esa manera, ese
periódico es muy amarillista.
Dos meses después…
Las expectativas de los paramédicos se ven cristalizadas cuando en
un acto ceremonioso el Gobernador entrega unas instalaciones totalmente equipadas
para formar lo que a partir de ahora será llamado el Centro de Atención de
Emergencias.
También a nosotros a partir de este día se nos llamará Halcones,
se oye bien.
Jamás he visto tanta euforia y no es para menos, pues todos entre
ellos yo, estamos como niños con juguete nuevo…bueno, ambulancia nueva.
Las nuevas generaciones de paramédicos tendrán que estar a la par
de un servicio adecuado, de calidad digo yo…pero por desgracia no todos piensan
que deba ser así. Como Benicio del Valle.
En una ocasión en que me tocó como piloto, no puedo más que sentir
un algo desagradable porque… bueno, lo diré.
Sé solicita la ambulancia por una persona que según la policía fue
golpeada por varios, hiriéndole seriamente. Cuál es nuestra sorpresa cuando al
bajar de la unidad vemos a un hombre totalmente alcoholizado buscando bronca en
la calle. Me dirijo al oficial a cargo, pregunto qué pasa.
__ Esta golpeado, les tuvimos que llamar porque su madre tiene los
nervios de punta y él no deja que nadie se le acerque.
No creo__ le dije__ que haya diferencia con nosotros, somos unos
desconocidos para él.
Al decir esto escucho palabras altisonantes detrás de mí, vi a mi
compañero zarandeando al beodo.
__ ¡No te estés haciendo buey, tu no necesitas una ambulancia,
sino unos buenos…!
Entonces me aproximo.
__ Está bien Benicio, si te hizo algo…
__ ¡No! ¡me hace algo y le rompo su madre! Pero por esta basura
estamos perdiendo el tiempo, mejor nos vamos.
La madre llorando casi se arrodilla ante mi compañero, suplicando
le atienda. Benicio se mantiene impasible, soberbio. Luego toma al hombre de la
ropa, hace que se siente; revisa con brusquedad, como si lo odiara, bueno… creo
que odia a todo el mundo.
Entonces sucede algo que cambia la situación.
Cuando casi a jalones Benicio revisa una herida en cuero
cabelludo, escuchando quejidos lastimeros, un oficial de la talla de él, se
acerca al ver la forma como es tratado.
__ ¡Esa no es la forma en que debes tratar a un lesionado,
paramédico!
Sin dejar de hacer su labor, Benicio lo mira retador.
__ ¡Nadie va a venir a decirme como hacer mi trabajo, menos un
policía de quinta como tú!
Supongo que nunca debe decir eso, porque el policía alto, fornido,
toma a Benicio por su chaleco y de un tirón lo sienta en la acera. Se inclina,
dice algo que me causa mucha gracia mientras atiendo al hombre ebrio.
___ Soy el Subcomandante de la policía de este distrito, y…
también soy paramédico.
Benicio abre los ojos cuan grandes son. Contengo una carcajada.
Después le digo a la madre que su hijo necesita sutura por una herida extensa
en la cabeza, que nos lo llevaremos al hospital sì coopera.
Al poco nos encaminamos al nosocomio entre la ya pasiedad del
hombre, la tranquilidad de la buena mujer, la satisfacción mía, las reservas
del policía que nos sigue hasta el final, y la amargura de Benicio.
Cuando bajo de la ambulancia me ayuda cortés, a bajar al hombre.
En ese momento nos miramos y… no sé porque siempre me han llamado la atención
los hombres atractivos enfundados en un uniforme, claro como ese; tal vez
creció mi admiración por saber que se dedica a lo mismo que yo…no lo sé.
Lo que sí sé es que a partir de este día pues…el café, las
charlas, las salidas a bailar, en fin. Esa es otra historia.
En cuanto a Benicio, hoy le llamará como a eso de las…son las once
de la mañana… a las dos de la tarde el comandante Halcón 1. Benicio será
transferido a un escritorio. Y sí persiste en su actitud, será despedido. Ha
hecho mucho daño bajo la indiferencia de otros de sus compañeros; pero cuando
nos cambiamos aquí, a todos y cada uno se nos ha puesto los puntos sobre las
íes, estamos bajo constante supervisión; necesitamos ser profesionales en toda
la extensión de la palabra. Fausto nos ha dicho que así como damos la atención,
pensemos siempre qué nos gustaría para algún ser querido y para uno mismo.
__ “Den la atención que les gustaría para ustedes, o para algún
miembro de su familia. Recuerden que todos estamos expuestos como cualquiera, a
sufrir un percance o una enfermedad súbita; y el día que eso suceda, desearán estar
en las mejores manos.”
Y tiene razón, en este caótico mundo aquellos que sufren un
percance, desean la mejor de las atenciones y nosotros los técnicos en
urgencias médicas debemos dar lo mejor.
Cualquier semejanza con la vida real…tal vez sea verdad.
FIN
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