jueves, 21 de febrero de 2019

LOS ÁNGELES DE DIOS

EL SALVAR UNA VIDA, NO DA PRIVILEGIOS,NO HAY HÉROES EN ESTO... ES VERDAD QUE UN PARAMEDICO ESTÁ HECHO DE UN MATERIAL ESPECIAL PERO¿QUÉ PASA CUANDO SIENTE POTESTAD SOBRE LA VIDA? ...AVERÍGUALO."

                                           
          
                         
Como  parte de mi entrenamiento obligatorio de la carrera de medicina, en el servicio de Atención Prehospitalaria, debía cubrir muchas,muchas horas. A nosotros los médicos nos han llegado a decir que somos ángeles, que a veces podemos hacer milagros… pero los verdaderos Ángeles de Dios son los que a continuación contaré de sus historias, porque se enfrentan cada minuto a lo inesperado, haciendo de su capacidad y conocimiento sus herramientas y sobre todo, las personas esperan de ellos más de lo que pueden dar. Debo decir que no todos se merecen ese calificativo, Porque salvar una vida no nos asegura el privilegio de Dios, aunque la mayoría de la gente piense que sí.
Me llamo Samantha Soto, soy estudiante de medicina del quinto semestre. Es una estación de Bomberos del estado de México, cualquiera, y en ella interactúan Bomberos, que dicho sea de paso son los auténticos héroes que enfrentan el fuego a cada momento, en menoscabo de arriesgar su vida pero…son otros de quienes quiero hablar: Los técnicos en Urgencias Médicas, mejor conocidos como Paramédicos. En todos los grupos que manejan altos riesgos se forma una especie de hermandad que persiste aún fuera del medio y por muchos años. El día parece como todos, el oficial de guardia me recibe atento, señala mi unidad esbozando una sonrisa franca.
__La ambulancia está en condiciones de trabajar las 24 horas, tienes compañía de dos paramédicos, Vittorio Cansino y Fausto Rodríguez; debes conocerlos, conocer el equipo, saber acoplarte a su sistema; enseguida vendrán. Debo advertirte que aquí no es como en el hospital…poco a poco irás descubriendo esa diferencia por ti misma. Ven.
Me conduce hasta donde una paramédica limpia su unidad. Nos presentamos, pero creo que no soy de su agrado; en fin, cerca de tres horas sin que nada pase, me dispongo a dejar caer mis piernas sobre el carro camilla cuando suena la alarma. Un hombre de edad mediana, robusto, de aspecto agradable, hasta atractivo digo yo, sale corriendo subiéndose a la ambulancia. Vittorio hace lo mismo. La unidad de emergencia comienza a ganar distancia entre las muchas calles de la colonia, el tráfico es insoportable; Vittorio, un chico de 23 años, se pega literalmente del micrófono.
__ ¡¡Avancen!! ¡Muévanse a su derecha!
Lo repite una y otra vez con poco éxito. Pero al cabo de unos minutos hemos salido de ese caos vehicular; metros delante hay un accidente.
Me bajo con el botiquín en la mano, pero Vittorio me lo arrebata sin más. No entiendo, estoy presta a ayudar, tampoco soy una ignorante de esto. Fausto aparca cerca para proteger el cuerpo de un hombre que ha sido atropellado en las inmediaciones de un puente peatonal.
Al agacharme el chico me pide los implementos de trauma, a lo que hago sin demora. Su compañero se aproxima, pero entonces Vittorio tiene una reacción inesperada, por lo menos para mí.
___¡Yo lo estabilizo Fausto, yo lo hago solo¡déjamelo!
___¿Tú lo vas cargar hasta la ambulancia?
___Me vas a ayudar, ni modo que cargué la... “doctora”
Son marcadas sus palabras, sin embargo me mantengo a la expectativa. Fausto me mira apenado; cuando el chico ha cohibido una hemorragia de una fractura expuesta en una pierna y ha logrado poner un suero no sin pinchar varias veces lo que molesta a Fausto, entonces lo suben entre vítores unos y reclamos otros de la gente ahí concentrada.
Antes de subir Fausto llama discreto a su compañero.
__ ¡No soy tu gato! Trabajamos juntos ò te cambias de unidad. Y la próxima vez sí no puedes canalizar no dejes al paciente como coladera,¡Vamonos ya!
Durante el trayecto la molestia de Vittorio se manifiesta aún más y con quien no debe.
__¡Señor deje de moverse, caramba!le estoy haciendo un gran favor, y no coopera…son unos imprudentes, los atropellan y uno es quien tiene que resolverles el problema; sería mejor dejarlo, ¿verdad? Así aprendería la lección. 
El hombre esta recostado sobre el lado menos traumatizado, pero a Vittorio se le había olvidado retirar la herramienta que ocupara momentos antes tratando de arreglar un desperfecto; las pinzas de electricista están cerca de su pierna, aprisionan lastimando la herida. Solo al entrar y dejarlo sobre la cubierta de urgencias se da cuenta de lo que pasa. Sin embargo, parece que no le importa demasiado.
___No importa que las pinzas estén aquí, la lesión ya estaba provocada, que le doliera un poco durante unas calles no cambia nada.
Y sale al hangar seguido de Fausto.
__Cuando regresemos a la base Vittorio, pides tu cambio.
__ ¡No puedes hacerme eso, la unidad 45 es un asco!
__ Porque los muy cochinos prefieren trabajar así, que tomar una jerga y limpiar. La última vez que me asignaron a ella, encontré latas de refresco y cascaras de plátano debajo de los asientos.
__No puedes hacerme esto, además cada quien tiene sus asignaciones…
__ ¡Escuché como maltrataste al paciente, te portaste prepotente con la que despectivamente llamaste “doctora”, y cuando quise ayudarte, me mandaste al diablo haciendo gala de no sé qué conocimiento; porque tu paciente estuvo mal atendido, aunque no lo reconozcas; con todo y las pinzas de electricista que olvidaste sobre el carro camilla!
Fausto da la espalda dispuesto a subir a la unidad. Aún voltea.
__ No eres el único que sabe de esto, también soy paramédico, no simplemente conductor de urgencias como pretendes que sea siempre. Y ella…tiene un doctorado en trauma.
No es cierto del todo pero quiere hacerlo sentir mal, y remata.
__Vete caminando a la base, está a tres cuadras.
Acto seguido un maletín es lanzado por la ventanilla.
En el trayecto Fausto se disculpa, cosa que le pido no haga.
__Voy a proponer que usted sea mi compañera por lo menos este día, si es que está de acuerdo; por lo que ha visto estoy sin copiloto.
__ Bien, estoy lista.
__ Le conseguiré un uniforme azul, aquí no son bien vistos los de blanco, nada especial; pero los médicos se pasan la mitad de su vida diciéndonos lo que debemos hacer.
__ ¿No te arrepentirás de haber echado a tu amigo?
__ No será así. Y no es mi amigo. Es la segunda vez que hace las cosas mal y no pienso tolerarlo más.
Llegamos al hangar de la base de Bomberos y Ambulancias. Suena el timbre que anuncia la hora de comer.
En el comedor extrañamente están sentados paramédicos en una mesa, Bomberos en otra y los mandos en una más. Sin embargo cuando un delicioso trozo de pollo asado va directo a mi boca, suena la alarma de incendio. Fausto me hace señas para que salga.
__Tenga. Es el uniforme de una compañera que esta incapacitada por embarazo, lo dejó. Y será mejor que se vista rápido porque si los bomberos piden apoyo seremos los que salgan primero.
De prisa me cambio. Efectivamente, salimos detrás de otra unidad de bomberos, pues han reportado que el edificio que se incendia de tres pisos tiene gente dentro atrapada.
Los bomberos entran con equipo autónomo, pero uno de ellos no trae casco, al momento que llegamos, lo están sacando sus compañeros. Se trata de Vittorio. Fausto se acerca preocupado, después de todo están en el mismo barco, como dice él. Entre ambos le curamos leves quemaduras en la cara, la exposición al humo es mínima; después observo como las llamas asoman por una ventana, los cristales estallan haciéndonos retroceder a todos.
Los heridos que son sacados por los bomberos son depositados en la acera de enfrente y entonces tenemos que trabajar; uno de ellos, de edad avanzada es el que requiere traslado al hospital, le administro oxigeno al tiempo que mi compañero trata de hallar una vena sobre el brazo quemado, lo logra al primer intento, luego avanzamos rápidamente a la ambulancia, sin embargo el comandante nos pide regresar.
__¡Hay más heridos en el segundo piso, deben esperar!
Fausto toma su radio portátil.
__ ¡Central de comando, necesitamos apoyo de mas ambulancias, la 67 procede con un paciente de la tercera edad quemado en un 45% del cuerpo, necesitaremos apoyo al llegar a urgencias!... ¡Tenemos que irnos comandante, este paciente debe trasladarse ya, pero viene apoyo en camino!
 El sonido de la sirena avanzando por el periférico me pone la piel de gallina, Fausto no tenía razón al decir que tenía experiencia en urgencias medicas, las dos únicas ocasiones en que me había subido a una ambulancia fue para acompañar a mi medico maestro a una clase al SEMEFO, y la otra no recuerdo; todo el tiempo estuve en una sala de urgencias. Debo aprender a guardar el equilibrio dentro de la unidad porque toda ella se mueve, debo asegurarme que mi paciente este sujeto por cualquier percance, que espero no sé de, pero hay mucha personas que por desgracia no saben darle el paso a una ambulancia, menos cuando se anuncia con sirena y luces, lo he visto muchas veces. Otra cosa que debo aprender es a moverme si es necesario dentro, sujetarme incluso de pie cuando el espacio es reducido; creo que este día saldré con magulladuras. Al ver a hacerlo a los paramédicos parece sencillo, pero toda la pericia y agilidad hasta cuando tienen que saltar apenas la ambulancia se detiene es cuestión de muchos días de práctica, de muchas horas de esfuerzo y entrega.
Lo estoy haciendo bien, al cabo de varios días ya puedo decir que soy paramédica…pero no es así como funciona.
Es sábado por la noche, doce bomberos, ocho paramédicos entre ellos yo, nos estamos arremolinando en torno a una señora que está en la acera vendiendo comida; en la cocina el menú no es del agrado de nadie: lentejas con macarrones.
Preferimos una torta, café. Suena la alarma. Hasta que estamos en camino le pregunto a Fausto de que se trata. Su semblante adusto se nota más serio que de costumbre.
__Lo verás por ti misma, sólo… ante cualquier cosa, siempre recuerda que yo te cuido y tú me cuidas. Así debe ser, somos un equipo. A veces somos más unidos decimos nosotros, que un matrimonio. 
Mi estomago se contrae, a mi pesar siento miedo. Cuando llegamos al lugar bajamos deteniéndonos en el dintel de una puerta, saliendo a nuestro encuentro un policía con un semblante que no me gusta, esta pálido, con los ojos llorosos.
__ Estaremos cerca de ustedes... Al tipo ya lo detuvimos. Entren.
Al ver la primera escena quiero salir corriendo, pero no puedo, camino despacio entre todo lo que está tirado; respiro tan hondo que me duele el pecho. Mi compañero se inclina sobre dos personas, una mujer y un hombre.
Están muertos. Hago lo mismo con una joven de menos de veinte años, ha corrido la misma suerte. Unos gritos destemplados del otro lado de la casa nos guían; son la familia de los que están regados en la sala con disparos en varias partes del cuerpo. Veo que Fausto suda, la nariz aletea como mariposa inspirando aire. Está tratando de hablarles, pero duda; hasta que una voz sale de mi boca, una voz que no reconozco.
__ Sentimos mucho no poder ayudarlos...
De pronto la mujer de más edad engarfia sus manos sobre mis brazos con una desesperación que desgarra. Grita desde lo hondo de su alma por ayuda, desea saber en su inmenso dolor que todo es una pesadilla, que debo decirle las palabras que desea aunque no sea verdad, porque la realidad puede matarla. Matarla, como lo hicieron con sus hijos y su nieto…no sé de este hasta que de salida Fausto me señala un cuarto contiguo; el cuerpo de un niño de seis años yace tendido sobre la alfombra cubierto con una sabana morada, bajo de él una enorme mancha de sangre va impregnando todo lo que toca. Me siento desfallecer, escuchar los lamentos de aquella mujer, ver los rostros transidos de dolor. Apresuro el paso hasta la calle.
Cuando salgo veo la patrulla donde tienen al hombre asesino. Un sentimiento de entre odio e impotencia me acompaña durante el regreso y… apenas comienza la noche.
Al llegar me encuentro con el comandante en jefe.
__ Samantha…te voy a mandar un jefe de servicio, te incorporas como ayudante.
__Lo que ordene, señor.
__Sé que cubriste un servicio, pero ya habían muerto.
__ Sí, bueno, los…___se hizo un nudo en mi garganta y
no pude seguir hablando.
__ … cuando tengas oportunidad de hablarlo hazlo, es una buena terapia tanto individual como de grupo, los chicos lo hacen y…no te sorprendas si ves a más de uno de nosotros gritar  o llorar, sabes que en esto llevas una carga demasiado pesada para soportarla tu sola…
No termina de hablar porque le llaman por teléfono. Luego se dirige a tres paramédicos que están jugando en el patio.
__Prepárense. Llevarán a un paciente de su casa al hospital de Oncología.
Vanessa, Rodolfo y Roberto son los indicados, pero Rodolfo tiene una mueca de descontento; es sabido que le disgusta hacer traslados de pacientes enfermos. El dice que “le pega al peligro” siempre que se trate de cosas que tengan que ver con sangre, adrenalina y eso. Precisamente por ello es que el comandante en jefe lo elige; pero de un momento a otro cambian las cosas. Vanessa pide permiso porque su hijo se ha enfermado. Fausto es considerado.
__Sí necesitas algo lo que sea llama, mandamos una ambulancia por ti.
Sale apresurada, tiene que tomar un taxi que la lleve a casa; deseamos que no sea nada de cuidado cuando la vemos subir al auto.Poco después estamos saliendo de la casa de un hombre adulto, tiene cáncer terminal, pero la familia se empeña en llevarlo al médico cuando es un caso perdido. 
El paciente tiene que sufrir los embates del movimiento dentro de la ambulancia porque a pesar del cuidado con que maneja Roberto no puede evitar los baches; cada vez que pega sobre ellos el hombre grita.  En medio de su sufrimiento trata de sonreír.
__Conduce con mucho cuidado este muchacho, no quiere que me lastime… bueno, ya no queda mucho de mí…Dios lo bendiga…¿Cómo se llama?
Roberto Salgado__ respondo.
Al fin llegamos, y empero los contratiempos, el médico amable nos recibe pero… al cabo de unos minutos él mismo nos intercepta cuando ya nos preparamos a retirarnos.
__Se pospuso la terapia para mañana, el aparato se averió.
Rodolfo no tiene reparo al afirmar.
__Se nos ordenó traer al señor y eso hicimos. Así que tendrán que llevarlo los mismos familiares,ahora.
Sin embargo tanto Roberto como yo no estamos de acuerdo en ello, sabemos que el paciente vive a cuatro cuadras de la base, vamos de regreso a ella sin otro asunto; cualquier emergencia será cubierta por otra unidad. Pero lo que realmente me llena de asombro es que Rodolfo llame aparte al hijo mayor del paciente; un hombre bien vestido, educado.
__Mire señor…esta es una unidad de emergencia, no hace traslados tan lejos. Podemos llevarlo de regreso, pero por desgracia tendremos que cobrarle como ambulancia particular, ¿entiende? el gobierno no nos da lo suficiente para refacciones y…
__Esta bien no me importa, lo que deseo es que lleven a mi padre de regreso, dígame que cantidad tengo que cubrir.
Rodolfo le dice cuanto. El hombre se sobresalta por unos instantes, es mucho dinero, pero accede casi de inmediato.
Entonces Roberto lo encara.
__ ¿Vas a cobrar por llevarlo a su casa, cuando nos dijo el comandante que si no era recibido, lo regresáramos?
__No te pongas “tus moños” compañero; mira: Se ve que al hijo no le va mal y nosotros estamos casi a fin de semana, no nos vendrá mal una entrada de dinero.
__ ¿Será para los tres?
__ A Samantha le toca para que se compre unos dulces, es una niña rica que está aquí por diversión, nosotros mantenemos familia.
__ ¿Y si le dice al comandante lo que hicimos?
__ Dándole dinero ya no puede, porque se convierte en nuestra cómplice.
Sin embargo no salen los planes de ambos como desean, porque a medio camino cuando Roberto saca el dinero para ofrecérmelo, una patrulla de transito nos avisa de un accidente sobre el periférico. El rostro de Rodolfo se ilumina.
__¡Estos sí son servicios!
__me quedo con el enfermo que a ratos tiene periodos de insuficiencia respiratoria, entonces debo oxigenar. Pasados unos momentos, tengo que hablar con su hijo.
__Esta bastante mal… no le queda mucho tiempo, es posible que solo aguante esta noche.
Se llenan sus ojos de lágrimas, pero se sobrepone. Mientras afuera Rodolfo me grita por la camilla rígida. Cuando ya ha estabilizado a dos de ellos llegan dos ambulancias de la Cruz Roja del Distrito Federal.
 Pero con desagrado y todo Rodolfo tiene que entregar a los heridos porque nosotros estamos ocupados ya.
Llegamos al domicilio.
Al ir depositando al anciano en su cama, veo como de pronto se queda quieto, muy quieto; lo que sospecho lo confirma Roberto.
__ Esta muerto.
A pesar de saber que ocurriría, la familia rompe en llanto frente a nosotros.
Muy a su pesar Roberto baja la mirada sintiéndose responsable. Ciertamente iba a morir, quizá deseaba estar en casa. Roberto sale.
__ No te sientas mal, antes de morir te dejó su bendición… Aunque no lo creas, te protegerá.
__Le daré a Rodolfo el dinero del traslado, ya no lo quiero.
__ Rodolfo se quedará con él. Mejor regrésalo a su dueño. Estará más tranquila tu consciencia.
El hijo mayor no comprende cuando el paramédico le extiende el dinero. No acepta.
__ Es para usted… trajeron a mi padre a donde finalmente quería morir. Sí no hubiera sido así habría muerto en el hospital, y créame que no me hubiera perdonado nunca.
A continuación cierra su mano con las suyas con el dinero dentro; pero seguro que hace lo correcto, Roberto toma cuidadosamente, lo deposita sobre una mesa cerca. Se despide de mano; a su mente acude el recuerdo de su mamá cada vez que sale a trabajar.
__”Dios te acompaña, porque eres bendecido por ayudar a otros.”
Me quedo__ dice Roberto__ con su bendición, eso me basta.
Días después me llama el capitán de guardia. Ahí están Roberto y Rodolfo.
El semblante del superior no presagia nada bueno, tiene apretada la mandíbula. Le ha llegado el comentario de un pago irregular de un traslado hecho por nosotros. Rodolfo se mantiene erguido pensando que nada ocurrirá. Pero me acuerdo del enfermo.
__Tengo la orden de ser inflexible con este asunto. En lo personal detesto estos comportamientos; más tratándose de ustedes. Tengo una impresión de su trabajo muy especial; Cuidan la vida y la salud, las personas esperan mucho de ustedes; son una esperanza dentro del caos, no lo olviden nunca. Pero ahora mucho me temo que tendré que despedir a alguien.
Los rostros de todos son de expectación.
__Un hombre llamó al comandante para darle las gracias de haber ayudado en el traslado de su padre, quien falleció al llegar a su casa. También dijo que fueron cobrados los servicios, la suma no es despreciable, sin embargo aquí no se trabaja de esa forma.
Entonces me pregunta que ha pasado.
 Sin temor alguno digo lo que me consta; después de esto Rodolfo pretende escudarse en mí.
__¡Digo que es una calumnia, además entre los tres debe repartirse la responsabilidad! ¡Los tres tomamos el dinero!
__ ¿Confiesas que es verdad el cobro?
__ Sí, pero…
__ ¡Suficiente!
A Rodolfo se le olvidó que Roberto no me dio el dinero por atender el accidente vehicular de periférico, además el que devolviera su parte al familiar el capitán ya lo sabía, Roberto se lo dijo días antes.
Te levantaré un acta__ dice el comandante en jefe
__ administrativa y conforme al reglamento interno, puesto que es tu primera irregularidad, ¿Por qué así es, verdad? Te vas un mes a la oficina de mi secretaria. Le ayudarás en todo lo que necesite y… devolverás cada peso que le pediste al familiar de este paciente, y pedirás una disculpa por escrito.
Rodolfo rechina los dientes de odio, su mayor tormento es no salir a las calles. Hubiera preferido que lo despidiera, porque a partir de ese momento todos los compañeros sabrán de sus “Hazañas financieras.”
Son Las tres de la mañana. Nos envían a una calle algo desolada, pero desde ahí podemos avanzar y acortar el tiempo cuando se nos requiera. De pronto una patrulla de la policía se detiene junto a la ambulancia frenando brusca.
__ ¡Traemos un compañero herido de bala!
Fausto casi salta del asiento, yo no me quedo atrás; el hombre tiene un hoyo por debajo de la última costilla derecha, respira débil, está más pálido que la cera; cada vez que lo hace una bocanada de aire sale y entra por la herida.
__ ¡Fausto, está muy mal debemos irnos ya!
Arriba de la ambulancia lo estabilizo poniendo un sello en la herida y atendiendo su ventilación; si no llegamos pronto, morirá.
El policía que le acompaña saca la pistola. Me desconcierta un instante.
__Guarde su arma oficial, no la puede sacar arriba de la ambulancia, si quiere disparar a alguien espere a que lleguemos y pueda regresar a donde lo hirieron.
Con voz queda dice
__...Es que fui yo.
__ ¿Qué? ¿Cómo dice?
__ Yo le disparé…
Trago un “algo” en el esófago. Me duele.
__ ¿...y quiere rematarlo aquí?
__ Fue un accidente…estaba limpiando mi escopeta, se atravesó cuando la revisaba, me alejé a un rincón pero me siguió. Quiero… que se ponga bien, somos amigos.
__ Va a entrar de inmediato a quirófano… va a necesitar a su familia.
Asiente con la cabeza. Dos horas después me entero que ha muerto durante la cirugía. Eso me deprime toda la mañana, y a pesar que tengo que estudiar, de vez en cuando la sensación de traer una enorme loza sobre mi estomago me deja sin hambre casi todo el tiempo.
La primera idea que se me ocurre por la tarde, es que en la noche no iré a la guardia de los paramédicos, pero si no lo hago será como rendirme antes de comenzar a luchar. A la hora que me presento suena la alarma otra vez. Alguien me arroja una chaqueta de kevlar sin miramientos.
El comandante en jefe apresura el paso colocándose el equipo hacía la motobomba, entonces me doy cuenta es muy grave lo que ocurre. Un edificio de solventes químicos dentro de un perímetro industrial extenso está envuelto en llamas. Cuando llegamos quiero bajar pero el capitán de guardia no nos deja.
__ ¡Manténganse fuera de la zona de calor, esto está como el infierno! ¡También prepárense a atender a muchos intoxicados!
Camino a supervisar a sus hombres pide vía radio apoyo de otros cuerpos de bomberos del estado que estén más próximos al lugar. En verdad el calor es insoportable, estoy a punto de botar mi chaqueta, pero sé que no debo.
La lenguas de fuego salen por todas partes; siento por momentos que la situación no puede ser controlada, y al cabo de una hora hay decenas de bomberos en todas partes con mangueras y escaleras telescópicas atacando las llamas mientras otros tantos remojan lo más que pueden los muros de las otras construcciones ¡De pronto sobreviene una explosión, dos bomberos salen corriendo botando las mangueras! ¡Nos llaman a gritos diciendo que ayudemos a alguien que se ha quemado!
¡Sáquenlos! ¡Sáquenlos de la zona de fuego!__ grita el comandante__ ¡Aléjense!¡fuera todos!¡fuera todos!
Cuando veo al hombre quemado tirado frente a mí, se llenan mis ojos de lágrimas al instante. Fausto aprieta mi mano, sumamente estresado.
__ Aguanta Samantha, respira hondo y ayúdame. 
Él compañero nos necesita ahora.
Rápido lo sacamos a la zona de seguridad. Hay una veintena de paramédicos atendiendo creo yo a unos quince heridos y quemados. Los graves son trasladados de inmediato al hospital más cercano, otros tres van a bordo de un helicóptero a una unidad especial de quemados. Rezo por ellos, los conozco y el dolor es más cercano, sin embargo sé casi con certeza que cuatro de ellos morirán antes de llegar al hospital.
Hasta el momento que la aeronave comienza su despegue, me reclino sobre Fausto, y un sollozo me quiebra, un sollozo que no puedo contener.
__Llora todo lo que quieras. Estás en tu derecho.
__Fausto…
__ Lo sé, Samantha, no hay nada que hacer...
También a él le afecta, y mucho.
__ creo que será lo mejor… El menos afectado por las quemaduras tiene ochenta por ciento de cuerpo quemado. 
Lo difícil y más doloroso es que ahora están avisando a sus familias…Ahí van David, Miguel y Héctor.
Miro sus ojos. Están cristalinos, enrojecidos.
__...Fuera de lo que tengan que hacer los médicos, todos los que estamos aquí sabemos que no van a vivir…¡Dios!
Ocho de los compañeros fueron internados de emergencia, seis de ellos han muerto por las graves lesiones, son las cuatro de la mañana… todo aquel que esté de guardia va cabizbajo, las charlas de sobremesa se olvidan, sólo el capitán de guardia está al pendiente fumando sin cesar, dando grandes pasos dentro del radiocontrol, a pesar que hay un letrero que dice no fumar; y el siempre sigue las reglas, pero ahora no importa. Todos lo demás jefes están en el hospital esperando que les estreguen los cuerpos de sus amigos y compañeros. Sabemos que esta es una verdadera tragedia para quienes estamos en esto; para el resto de la gente sólo fueron seis hombres que hacían un trabajo más.
Sin embargo el trabajo mismo no nos permite reflexionar sobre ello, seguimos cubriendo las emergencias que se presentan una tras otra como si la imprudencia y la negligencia de las personas fuese una competencia.
Es temporada de calor, no soporto los cabellos sobre mi cara, mejor los he cortado con las tijeras antes que los arranque a jalones. Espero que Fausto salga de urgencias de un hospital de salubridad para irnos a tomar un café, por lo menos él no ha dormido ni cinco minutos; Vanessa fue al sanitario.
Escucho el radio.
__ ¡Unidad 67 tiene una emergencia!
De inmediato contesto. Estoy a punto de decirles que nos den relevo, pero Fausto llega.
__ Dile que te de la ubicación, iremos nosotros.
__ ¡Calle Gardenia No. 45 Colonia Imperio, cerca de la iglesia Maoísta, reportan una caída de primer piso!
Fausto y otros acostumbran el café y el refresco de cola para permanecer despiertos toda la noche. Casi todos padecen de alteraciones del estomago por ello y porque comen cuando es posible, incluso al ir a algún llamado van comiendo. En todo este tiempo ya he tenido fuertes dolores estomacales por ello; Vanessa dice que pronto me acostumbraré, es cuestión de aprovechar los momentos apacibles para hacer las cosas que no se harían durante la emergencia, como lavarte, bañarte, lavar tu uniforme y comer por ejemplo. Cuando entregamos al lesionado en una sala de urgencias de la Cruz Roja, ya son las nueve de la mañana; ahora si estamos pidiendo a gritos unos minutos de descanso. Es bueno saber que ya terminamos el turno con algo más de cansancio que otros días. En la cafetería del hospital meto una moneda en el expendio de comida rápida, pero se atora sin darme nada. La pateo ante el desconcierto de los que esperan. No le dejaré la única moneda que traigo para comprar algo de comer, no señor. Al fin bota una bolsita con un sándwich; miro mi cara en el espejo retrovisor, traigo unas ojeras que cualquiera diría que no he dormido en una semana.
En esto estoy cuando veo al familiar discutir acalorado con la chica de trabajo social de urgencias, me acerco por mera curiosidad; Fausto y Vanessa salen con el equipo.
El señor de mediana edad quiere trasladar a su esposa porque no le pueden dar toda la atención que necesita, la discusión está centrada en que como son de muy escasos recursos económicos, no pueden pagar la serie de placas de rayos X de una lesión de cadera, los medicamentos administrados y demás. La trabajadora Social es terminante e incluso grosera.
__Sí no tenía como pagar no la hubiera traído aquí, señor…
Hasta ahí Vanessa que permaneciera a la expectativa como Fausto y yo se acerca muy molesta, iracunda digo yo, a la ventanilla.
__ ¡Mira “Trabajadora Social”, trajimos a la señora porque previamente nos dijo el Doctor Aranda que la recibiría…!
El Doctor Aranda ya se fue__ interrumpe.
__Ese es tu… problema, mientras el me haya firmado de recibido de paciente tienen la obligación de atenderlo, además no tienes porque hablarle así; si fuera una persona de dinero estarías lamiéndole la mano seguramente.
Los colores van y vienen del rostro de la trabajadora. Vanessa la deja por la paz, volviéndose al familiar.
__ permítame ver su recibo, señor.
Después de verlo se vuelve a nosotros segura de lo que hace.
__ “Cáiganse” con lo que traigan, compañeros.
Yo no traigo ni polvo en mis bolsillos, Fausto saca su cartera.
__ Sólo déjame para regresar a mi casa, toma lo demás.
Entre los dos han reunido el pago de las placas. Sin embargo la empleada no quiere dejar de poner obstáculos.
__ Está bien… pero falta el medicamento que se le administró y…
__ ¡Bueno ya está bien…!__ grita Fausto.
__ ¡Que la cuota de recuperación no sirve o que!  ¡Porque fuera de eso no tiene ya nada que pagar…y además tienes que encargarte de enviarla a otro hospital donde si le atiendan la fractura de cadera que tiene!
__ Pero si no tienen dinero para pagar otro hospital, además ¿cómo crees que la llevará?
__ Eso a ti no te importa.
Después nos dice__ voy a pedir permiso al comandante para llevarlos, a ver si no reclama la unidad para los otros paramédicos que entran de turno.
Hasta yo escucho lo que dice el jefe a través del teléfono.
__” ¿y a qué hora se supone van a regresar?  ¿no me digas que quieres seguir de turno? ni siquiera han dormido”
__ Sólo hacemos este trabajo y nos vamos a dormir.
__ Está bien…pero si pasa algo fuera del turno, sabes que corres con gastos de todo.
__Si, señor.
Al poco está conversando con el hombre, dice cansado.
__ Vamos a esperar en que hospital reciben a su esposa, nosotros la llevaremos.
La falta de sueño está haciendo los primeros estragos. Bosteza varias veces. El señor se muestra agradecido.
__ Gracias, pero mire…Si no tengo para pagar lo que me piden aquí, no puedo pagarles el traslado.
__Es que ya no tiene que pagar nada; y por nuestra parte, no le vamos a cobrar.
__ ¡No sé si todos son como ustedes, pero como yo no creo en la suerte…pienso que ha sido Dios el que los ha puesto en nuestro camino! Muchas gracias, por todo. Haré lo que me pidan.
El paramédico lo toma familiarmente del brazo.
__ Mientras espera, nosotros estaremos en la cafetería…
En un arranque de apoyo saca intempestivo un billete de baja denominación.
__! Tenga, para que desayunen…Se quedaron sin dinero y…
___ guárdelo, lo va a necesitar. Ahora volvemos. Si tienen la recepción de su esposa, avísenos por favor.
Entramos en la cafetería como zombies. Por lo menos yo estoy pidiendo urgente un baño, una cama y algo de comer. El problema es que ni Fausto, ni Vanessa ni yo tenemos un peso extra. Pero para nuestra buena suerte o… no, quizás Dios guía, cuida, a aquellos que le demuestran su amor de esta manera; así que resulta que la encargada es amiga de mis compañeros, a lo que dice sonriente al vernos entrar.
___ ¡Mis clientes favoritos! ¿Qué les sirvo de desayuno? Porque por la cara que traen…se ve que no han comido ni dormido en horas.
No traemos__ dice Vanessa__ ni un peso ¿nos prestas?
__ Claro, ya sé que son cabales.
Y a pesar del hambre piden poco Vanessa y Fausto. 
En cualquier momento pueden llamar, por lo que no sé si comemos rápido por hambre ò por estar listos a tiempo.
Después de hacer el traslado, más o menos en dos horas, entregamos la ambulancia a los paramédicos entrantes. 
A ese tiempo la mayoría se prepara para el velorio de los compañeros fallecidos… La actitud de Fausto me desconcierta.
__Voy a quedarme aquí.
__ ¡Pero si no has dormido!
__ Dormiré unas tres horas y me quedo con ellos… los van a velar en la sala de juntas que está aquí en el segundo piso. Tú si tienes que dormir, tienes examen.
__ Sí, pero…
__ Estoy acostumbrado a esto, Samantha, pero tú no, y si al rato llegas sin dormir, no vas a rendir en las emergencias.
__ ¡No eres un superhombre!
__ No. Pero no te lo puedo explicar... Algún día tal vezlo entenderás.
Me despide con un beso en la mejilla. Camino a casa veo un grupo de jóvenes inhalando solventes en una esquina, después una pareja de enamorados discutiendo en una parada de autobús, más adelante una madre tomando en forma brusca del brazo a su hijo pequeño. Las lágrimas corren incontenibles; me estremezco a tal grado que tengo que orillar el auto. Una patrulla de la policía me ha visto.
Dicen que me baje. Todavía huelo a humo, sangre…y no sé qué más. Uno de ellos extiende su mano.
__ Lamentamos mucho lo que pasó con tus compañeros, ¿estuviste ahí?
Asiento conteniendo el llanto.
__ Aunque no nos conocemos…Sabemos cuánto puede doler estos momentos, te vimos cuando doblaste la esquina de la panadería, zigzagueaste y vimos tu rotulo de paramédico.
El sentir su solidaridad honesta y franca me pone un ladrillo a media garganta ¡Ya no puedo más!
__ Por favor…déjenme sola…
Inclina leve su visera, caballeroso.
Necesito echar fuera todo aquello que me está volviendo loca.
Pasa el tiempo. Días, semanas, meses.
Al cabo de los cuales estoy a punto de terminar mis horas de ambulancia… es difícil pensar que me voy; he establecido vínculos muy estrechos con casi todos, bomberos, paramédicos e incluso algunos policías. No me consuela saber que mis prácticas se amplían ahora al área hospitalaria, donde hay médicos especialistas súper capaces y extraordinariamente inteligentes, estoy segura les aprenderé muchísimo antes de comenzar a rotar en hospitales en busca de una especialidad…pero entonces el comandante en jefe me llama. Afuera de su oficina se encuentran dos hombres de traje oscuro, de aspecto intelectual. Entran tras de mí.
Samantha… __ dice el Hombre que comanda los trabajos de muchos hombres y mujeres, __Quiero presentarte a dos de los mejores médicos urgenciologos de McAllen, Texas. Te explicaré: El ayuntamiento está dentro de un programa que ha venido dando buenos resultados. Se trata de intercambios de preparación y adiestramiento tanto para bomberos como paramédicos. Te he considerado a ti y a otros dos por la entrega, el conocimiento, y la madurez con que trabajan.
__ Usted sabe que…
__ Si, sé que estas de paso con nosotros, sin embargo creí considerarás esa posibilidad y…discúlpame que te lo diga pero…para ser médico no sirves.
__ ¡Señor…!
__Te he visto entregar a tus pacientes, Samantha. Preparados, como si fueran a calificarte cada detalle, cada momento, cada palabra. Quieres platicar con los médicos, ellos te darán todos los detalles…adelante; Sólo te pido lo pienses un poco.
…Y sucede que tal encrucijada hace que dude de lo que creo mi verdadera vocación porque a pesar que son ramas de la salud, ambas son tan disímbolas como el día y la noche. Reconozco que afrontar riesgos tan grandes fuera de cuatro paredes, estar libre para tomar decisiones que nadie más tomará…dejar que corra la adrenalina por el hecho de saber que una vida depende de tu buen entrenamiento, de tu buena sagacidad, de tu buena experiencia… ¡de tu inmenso deseo que sobreviva tu paciente, al mismo tiempo que vigilas a aquellos que te acompañan porque te interesa su seguridad! Nada se compara.
¡Llegar a buen puerto rogando a Dios no pase nada malo durante el trayecto!
…no puedo tomar una decisión, pero sé que es un ahora o jamás.
Finalmente estoy en la entrada de la dirección de mi escuela de medicina…en el brazo tengo un par de documentos, creo son importantes. Cuando me he sentado frente a una mujer regordeta, de semblante adusto, no me abate, al contrario.
__He atendido su llamada Señorita Medina, porque ha dicho es urgente. La escucho.
__Le he traído una carta mía, de renuncia.
Sin dar crédito, salta de su asiento acojinado.
__ ¡Es una broma de muy mal gusto, Señorita!
__ Me he convencido que no quiero estar entre cuatro paredes esperando que otros me lleven el trabajo. Aunque en realidad, solo he cambiado algunas cosas, todo incluso mis practicas seguirán siendo especializadas.
 Sin embargo la reacción de la docente no es la que yo esperaba.
__ ¡No compare toda una preparación, señorita Medina, en la carrera de medicina con el traer y llevar pacientes a bordo de una ambulancia, las técnicas no están depuradas, son solo eso!
Recuerdo con claridad a lo que me he enfrentado, y siento sus palabras como una soberana bofetada.
__ ¡No tiene la menor idea de lo que tenemos que pasar para prepararnos como técnicos! ¡Cómo nos enfrentamos a cada momento a los riesgos en lugares donde usted no pondría un pie por miedo a romperse una pierna! ¡No se permita juzgar un trabajo como este, señora directora!  …Quizá no tenga los recursos millonarios como otros sectores de la sociedad, pero si puedo asegurarle que el día que usted se accidente, cada uno de ellos expondrá su vida por lograr que usted viva.
Al salir siento pleno el aire rondar mi cabellos; estoy consciente que no será fácil, incluso tendré que empezar de nuevo pero…
¡Lo haré, cuesten desvelos y más! Me voy a Texas a hacer la carrera completa de paramédico, un diplomado en urgencias medicas para doctores urgenciologos, terminar la carrera de medicina general y lo que salga. Por un tiempo estaré lejos, pero valdrá la pena. Tengo el apoyo de todos mis compañeros, de mis jefes y casi… el de mi familia.
Mientras preparo mis cosas, asunto que tardará algunos días, me voy en mis ratos libres a la guardia de los paramédicos.
Antes de llegar he sabido por mi SCANNER que la ambulancia 56 ha salido a una emergencia.
Días atrás Fausto se enfrascó en una discusión con Vittorio por demás repetitiva, en la misma unidad.
__ ¡No entiendes Vittorio, que cuando vayas conmigo dejes de hacer estupideces! Ayer por poco atropellas a un niño, por querer ganarle a la ambulancia de la Cruz Roja… ¡pero si no son carreras, maldita sea! ¡Métete en tu cabeza llena de estiércol que no te van a dar un premio por atender a más personas! Si quieres cubrir en mi unidad te apegas a las reglas, que por lo visto eres el único que le encanta romperlas…aparte de Rodolfo, que dicho sea de paso se fue, espero para siempre; no quiero héroes en esta guardia, ni que menosprecies como aquella ocasión a nadie.
Vittorio tiene las manos a la espalda en espera que termine la monserga.
Poco le importan las palabras del otro, que ha pasado casi veinte años cosechando experiencia.
En ese momento escuchan el sonido por demás conocido. Ambos se aprestan a subir a la ambulancia, el capitán de guardia se acerca.
__vayan a la vanguardia, detrás va la unidad especial de rescate…
__ ¿Que estamos cubriendo, capitán?
__Una volcadura en la carretera. Suerte, y con cuidado.
Es de noche. Una luz intermitente refleja cada vez su destello a la par de un ruido molesto, incesante, como el llanto de un gato herido. A nadie le gusta ese sonido; lastima los tímpanos, por eso a los perros los hace ladrar tanto. Vittorio mira de reojo a Fausto que conduce, no simpatiza en absoluto con su criterio, piensa que la libertad de acción es personal; pero por desgracia esa libertad tiene un precio.
¡Bloqueen el paso!__ grita un oficial de la policía federal de caminos__ ¡cierren los dos carriles!
Están dejando pasar demasiados autos junto al accidente lo que va a dificultar las tareas. Entonces una grúa y una patrulla lo hacen. Vittorio prácticamente se lanza en picada apenas sosteniendo su maletín, pero para su buena o mala fortuna ya hay una ambulancia de servicio particular atendiendo. Sin embargo y a  pesar que los otros paramédicos traen un emblema que los identifica, Vittorio empuja al que sostiene una solución ya colocada, lo que hace que el paramédico trastabille por estar mal apoyado, jala fuerte la sonda y esta se desconecta de la vena del paciente haciendo sangrar inmediatamente. Vittorio no espera tal respuesta. Un puño cerrado se estrella en su cara.
El hombre es alto, fornido, de verdad le gana la talla al otro que se ve pequeño a su lado. Deben intervenir dos policías y Fausto antes que se convierta en bronca.
¡Limítate a atender a tus pacientes y déjalos! __le grita Fausto a Vittorio a punto de perder la poca paciencia que le queda. El otro también es amonestado.Tres RESCATISTAS están dentro de una  X terra negra luchando por sacar a una jovencita que grita cada vez que las quijadas de la vida abren la lámina de la portezuela; el vehículo ha chocado de frente contra un tráiler, pero como el pavimento esta mojado ha derrapado varios metros volteándose llantas arriba; de verla parece un acordeón.
El rostro recae sobre el tablero por momentos desfalleciente. Un policía se acerca hasta una de la llantas delanteras botada hacia arriba, trae consigo un semblante poco halagüeño. Se hace escuchar entre tanto escándalo.
__ ¡Paren un momento, por favor!
Se hace silencio, entonces aprovecha rápidamente, sabiendo que el tiempo es oro.
__ ¡la señora arriba de la ambulancia dice que traían un bebe de cinco meses en la parte posterior!
Los rostros de los paramédicos se contraen de ansiedad. Fausto toma el mando de inmediato y pide suspendan los trabajos de rescate hasta que revisen la parte enroscada de la camioneta. El que permanece arriba encaramado se asoma a ver a la chica.
__ te sacaremos pronto ¿En dónde venía el bebé?
Su mano ensangrentada apunta atrás, pero al poco desfallece; una mujer de blanco que supone es medico se acerca.
__ ¡Es necesario valorar su signos vitales!
Ya un paramédico se ocupa de eso__ dice Fausto. Y agrega,
__ Será mejor que se retire fuera de la zona, está escurriendo combustible.
Bajo sus pies hay gasolina, los zapatos de goma se impregnan rápido, entonces tiene que salir a su pesar. Alguien grita.
__ ¡Encontramos al bebé!
El policía carga un bulto, cuidadoso. Se acerca.
__ ¡No se mueve…revísenlo!
Una paramédica deja por un momento a su paciente, lo recibe amorosa en sus brazos. Respirando rápido, con el sudor cayendo por las sienes abre la chamarra del federal que le envuelve. Hay gran expectación.
Una sonrisa de alivio llena su cara.
__ ¡Está bien, está dormido!
Ahora hay gritos, pero de alegría, como si hubiera nacido entre grandes dolores de parto, y todos los ahí presentes recuperaran la paz. A partir de ahí, la paramédico se hace cargo sin dejar de sostenerlo. De vez en cuando le habla; se encuentra a salvo gracias al federal de caminos que pudo sacarlo alejándole del accidente. Minutos después, la chica es sacada totalmente inmóvil sobre una camilla.
Un desfile de cinco ambulancias se ve por la carretera con heridos a bordo.
La estela a su paso es hermosa, parecen arbolitos de navidad en cuatro ruedas, y las sirenas…no hay sonido más estresante y emotivo. Atrás quedan solo fierros retorcidos.
El grupo de rescate se dispone a recoger sus implementos, cansados se miran unos a otros felicitándose satisfechos, aunque hay un policía impertinente que dice con sorna.
__ Para esas gracias, también nosotros destrozamos cosas ¿no? Hubiéramos tirado la portezuela antes que llegaran.
El jefe del grupo de rescate se planta ante él.
__ Dígame oficial, ¿terminó siquiera la escuela primaria para saber de lo que se trata? Porque supongo que sabe más que cualquiera ¿Verdad?
No hubo respuesta. Ya la grúa entraba a enganchar el vehículo.
El sosiego que da el lugar es eterno…paredes tan frías e inhóspitas que el alma se congela mientras estas ahí oyendo lamentos de dolor y agonía. Me refiero al interior de la ambulancia.
A veces me pregunto cuánto sufrimiento humano ha guardado cada una, como si fuera la caja de pandora. Las ocasiones en que me he quedado a dormir en el carro camilla he observado la noche de la ciudad como a eso de las dos de la mañana…quieta, desierta. Sin otro sonido que los ladridos de los perros callejeros.
 De pronto veo el tanque de oxigeno y reflexiono para que sirve, la mochila, el estuche de cánulas…todo es tan intensamente indiferente; pero cuando se usan adquieren como un poder desconocido, entonces se llenan de calor y luz cuando cumplen su cometido.
Recuerdo lo sucedido hace apenas una hora. La mujer de 30 años parió arriba de la unidad. Todavía me parece escuchar sus gritos y luego el llanto del bebé. Vanessa se enguantó con agilidad cuando vio que ya asomaba la cabecita, le dijo a la madre cooperara y todo saldría bien.
En quince minutos recibimos a otro ser a este caótico mundo; Rosado, grande, hermoso por donde lo miráramos. Aún persisten ciertos olores a pesar que he lavado bien. Tomé un refresco de cola y no puedo dormir. Mejor me bajo de la ambulancia a fumar.
De pronto escucho ruidos apagados detrás de la motobomba. Me aproximo con sigilo, pues hay veces que alguien se mete sin ser visto, a robar. Estoy presta a dar la voz de alarma si es necesario.
Me encuentro cara a cara con Vittorio; me mira como si no me conociera, la mirada un tanto perdida, el olor característico de una droga, el temblor en sus manos son  signos tan obvios que siento una profunda pena por él; retrocede unos pasos. Sé que no soy muy de su agrado, pero aún así le tomo del brazo brusca; en realidad quiero que reaccione.
__ ¿Qué tomaste, Vittorio?
__ ¡A ti que te importa! ¿Vas a ir con el chisme? ¡Ve, anda! Con solo decir que no es cierto, basta.
__ ¡Pero…!
Sé aleja de prisa. Debería de reportarlo, pero el hecho de sentirme una delatora, una traidora como me catalogarían los demás, me detiene. Trato que no me afecte, diciéndome a mi misma que cada quien es responsable de sus actos… pero estoy olvidando que esos actos nos involucran a todos como el equipo que somos.
¡Al día siguiente me entero que ha chocado de frente con un transporte colectivo al ir a una emergencia y…!  
La ambulancia dio dos vuelta sobre el toldo antes de quedar de costado contra la acera…Vittorio murió prensado. Su copiloto Ana, una paramédica recién egresada de la academia esta en terapia intensiva con un pulmón destrozado y la columna seriamente dañada. Iban a una emergencia, pero la Cruz Roja también avanzaba; Vittorio decidió llegar primero…vio el autobús demasiado tarde en el semáforo en rojo.
Después quedó quieta sobre el asfalto, la sirena continúo sonando unos minutos, después el silencio… mal presagio.
Cuando llego con el capitán de guardia a preguntar qué pasa, están recibiendo la noticia… Ana acaba de entrar a quirófano por complicaciones respiratorias.
Los comentarios giran en torno a que antes de salir, Vittorio se notó extraño. Entonces decido hablar con el comandante en jefe. Le he puesto al tanto de lo pasado la noche anterior detrás de la motobomba.
__ ¡Eres médico…y aun espero te equivoques!
__ No. Me siento muy mal porque…debí decirle antes…
__ ¡Es cierto, debiste decírmelo antes que a nadie!
Su actitud dura no me duele tanto como saber que de haber hablado, no hubiera pasado aquel accidente.
__Creo que tanto tú como el resto de los que sabían de la afición de Vittorio por las drogas deberán vivir con el peso de la parte de responsabilidad que les toca… No hay compañerismo en ser solidaria con conductas deshonestas, ahí está Ana luchando por ese falso concepto...¡Cuatro personas lo sabían y ninguno tuvo el valor de reportarlo!
Me da la espalda como seña que no quiere verme más.
Sin embargo dos de aquellos que conocían el problema de mi compañero están muy distantes de ser lo solidarios que deberían.
¡Pobre buey! __dice uno__ Mira que no fijarse al pasar el semáforo…
Murió por su gusto___ Contesta el otro,
__ Porque Luis y yo le dijimos varias veces que no tragara esa porquería aquí, que lo castigarían.
No puedo creer que hablen así de alguien que ha muerto, ellos y yo somos parte de esa responsabilidad.
__ ¡Creen que hablando así de Vittorio van a sentir menos culpa! ¡El día que a uno de ustedes le pase algo, que creen que deberían decir sus demás compañeros! ¿Qué fueron unos estúpidos que no saben hacer su trabajo? ¿Qué dirán sus familias cuando sepan que solapaban a Vittorio en las drogas?
Realmente no sé porque a mí solo me costó una fuerte y dura reprimenda, pero a los otros tres los han dado de baja de la corporación este día. Después nos llama el comandante en jefe a Fausto y a mí.
__Me acompañan en unos minutos al SEMEFO. Vamos por Vittorio.
Las piernas tiemblan, esta reseca mi boca. Ahora comprendo que este es el castigo deparado para que no olvide nunca lo ocurrido. Al entrar en los cuartos de mosaico con planchas de metal, hay frío en el espíritu, tranquilidad y mucha, mucha, mucha soledad.
Caminamos despacio hasta la última plancha; el cuerpo de nuestro compañero aún esta vestido, sus estrellas de la vida sobresalen aún entre la sangre de las heridas; su camisa denota jirones entre grasa, y tierra.
Fausto apoya sus brazos sobre la orilla. Toca el rostro con la mano enguantada, parece controlado hasta que deja escapar un suspiro de pesar.
__ No le han hecho la necropsia… ¡Si me dicen que les ayude, los mando al diablo!
Lenta, tomo mis tijeras de trabajo pesado, casi con devoción corto cada una de sus insignias manchadas, las sostengo en mis manos mientras estamos ahí. Ambos estamos llorando en silencio al sostener el cuerpo y luego depositarlo en una camilla para introducirlo en una caja mortuoria.
Quiero dejar de mirar su rostro apagado sin vida, pero no puedo sustraerme de pensar como nos llevan nuestras acciones hasta el final.
Y pese a que fue vilipendiado, es demostrado respeto y dolor por su partida. Por la noche durante una guardia de honor Fausto me pide salga unos momentos.
__ Acaban de hablar del hospital…Ana murió hace unos minutos. Tuvo un paro respiratorio… no se pudo hacer nada debido a las complicaciones.
__ ¡Dios mío!
Me dice están acelerando los trámites de entrega para ver la posibilidad que ambos estén juntos. Camino a pie por el cementerio, los ataúdes metálicos plateados son sostenidos por muchas manos y hombros. Los huecos en la tierra fresca están listos; detrás de la capilla de lona se han alineado tres ambulancias.
Al decir las últimas palabras de despedida de sus padres, hermanos, amigos y compañeros…las luces de las torretas comienzan a girar, las sirenas lloran despiadadas dándoles el saludo honorable a quienes están ahora a lado de Dios.
El corazón más duro se ablanda al escuchar la estridencia y los lamentos de dolor de aquellos padres. Durante la revista de cuerpo presente momentos atrás, tuve que auxiliar a la madre de Vittorio cuando se desvaneció al entregársele el casco de su hijo, sus insignias y una bandera doblada en sus manos. Al grito de ¡Vittorio Cansino! ¡Presente!…respiré hondo, me faltaba el aire; sentí ahogarme por momentos.
Para mi fortuna o desgracia he elegido el camino más terregoso, el más duro. Aquí es donde se forma el temple de muchos hombres y mujeres, donde se sortea a la muerte todos los días, donde las manos encallecen de sostener tantos heridos; en donde la presencia de Dios se hace manifiesta en infinidad de milagros de vida, de amor, de lealtad, amistad, de entrega. Por eso he elegido el camino de ortigas y abrojos y… sé que dondequiera que este “Alguien” allá arriba me cuida, como a cientos de paramédicos que entregan el alma cada día de sus vidas.
 ¡Cómo pasa el tiempo cuando hay ansiedad por comerse la vida a grandes bocados!  Realmente he pensado todo este tiempo que estuve lejos de México, como algunas cosas en la vida de las personas que conocemos y apreciamos van cambiando. Después de dos años he vuelto… estoy ahora de pie frente a la entrada de la rampa de ambulancias; pienso si encontraré a alguien conocido digo, no han sido muchos años pero en este tiempo pudieron suceder no sé que cosas. Los primeros en darse cuenta de mi presencia son Fausto y otro chico nuevo. Abrazo a mi amigo y compañero como si hubiera sido toda una vida la que no le viera. El abrazo y emoción que veo en su cara me dicen lo mucho que le alegra verme.
__¡Al fin regresaste Samantha! Hay grandes cambios, te van a gustar, porque te vas a quedar ¿verdad?
Digo que si, entonces quienes conozco Carlos, Manuel, Daniela, Leo… ¡todos! Salen atropelladamente, me toman por los pies y manos; comienzan a balancearme de un lado a otro bajo la amenaza de soltarme. Antes que de verdad me suelten suena la alarma. Algunos se van a su unidad dándome saludos de bienvenida; luego he notado que Fausto trae un parche que apenas asoma entre el cuello.
__ ¿Qué te pasó?
Evita mirarme de frente, es obvio que no desea hablar pero lo hace, aunque le cuesta trabajo.
__ Hace un mes fuimos a un servicio. La policía dijo que todo estaba controlado, que quienes habían provocado la riña escaparon. Los que quedaron estaban tomando desde el día anterior, pero se mantenían tranquilos; a uno de ellos le hicieron una herida en la cabeza tan grande que no paraba la hemorragia, así que tuve que comprimir fuerte… pero cuando ya terminaba sacó una botella de su chamarra y me la arrojó. Pude hacerme a un lado, pero me quemé…la mayor parte del acido cayó sobre su hijo que estaba a un lado mío… no me di cuenta que estaba ahí.
Lo golpeé no sé cuantas veces, hasta que Carlos me gritó que el niño necesitaba cubículo de choque…
Hace una pausa larga y continua.
__ Falleció dos horas después que lo ingresamos a Traumatología del Seguro Social. 
El padre levantó cargos contra mí por lesiones; tuve que ir varias veces a declarar al ministerio publico. El niño tenía seis años, Samantha…tuvo dos paros respiratorios arriba de la ambulancia. ¿Ves los rayones del lado del conductor? Encontramos una manifestación y no pudimos pasar…me metí en un callejón donde apenas cabe una motocicleta; la ambulancia crujía cada vez que avanzaba, pero pudimos salir cortando camino. No hubiera importado si tenía que desbaratarla para salvarlo pero…nada de lo que hicimos sirvió.
Calla otra vez. Cambia de tema para alivio de ambos.
__ ¿Y tú, como…?
__ Estuve dos días en internamiento, traigo un pequeño injerto, pero estoy bien…
No quiero abrir más la herida emocional, así que mejor le tomo el brazo, le incito a que me muestre aquellos cambios de que me hablara al llegar.
__Ahora Soy Capitán de guardia, tengo bajo mi mando al turno 3 de ambulancias y Bomberos. Estamos contratando más personal porque se abrirá otra estación central, posiblemente en un mes sea la inauguración. La mejor noticia es que pronto se inaugurará también el Centro de Atención de Emergencias; estará integrado por una sala de urgencias, dos Quirófanos, una rampa bífida, helipuerto, en fin, tendrás la oportunidad de verlo. Ahí se concentrarán todas las emergencias Prehospitalarias.
Me mira y sonríe.
__ No te pregunté cómo estuviste en todo este tiempo…
__No te preocupes, nada fuera de lo normal. Obtuve buenas calificaciones, tengo dos ofertas de trabajo en Torreón pero… de eso quiero hablarte.
__ te escucho.
__ he venido a pedir trabajo. Quiero estar aquí. Después de todo fue aquí donde ustedes me impulsaron a irme a estudiar a Texas. Sé que me falta mucho para tener la experiencia necesaria, pero no he cambiado de parecer.
__ ¿Te interesa un puesto administrativo?
__ No. Si eres tu quien contrata, mándame a las calles… Ser como las aves. Mándame a volar, valga la expresión.
Sonríe abierto, franco.  Los siguientes días me adapto de nuevo como si fuera mi casa, conozco a los novatos, a uno que otro mando también nuevo, el equipo recién adquirido… Esta mañana está especialmente cálida, el aire fresco entra a limpiar los dormitorios de calor acumulado en estos días de verano.
Pronto comenzará la temporada de lluvias, por eso el cambio de clima.
Nos han traído equipo nuevo, precisamente he visto algunos de esos implementos en alguna tienda en Texas, cuando estuve allá.
Hay chamarras para protegerse de la lluvia, entre otros. En menos de una hora hemos ido a comer, nos bañamos, limpiamos nuestras respectivas ambulancias, y no ha pasado nada extraordinario, bueno… hasta los perros callejeros que muchas veces quieren entrar a platicar con Maddux, nuestra mascota, se han hecho ojo de hormiga; mucha quietud y tranquilidad no puede ser otra cosa más que algo muy fuerte se avecina. Es una calma que angustia, en este trabajo el estar en paz unas horas es preludio de un accidente nefasto.
¡Lo inquietante es que nadie sabe que pasara en las próximas horas, ó minutos ó segundos ó…! mejor me relajo.
Alguna vez alguien me dijo:
__”Lo que tenga que pasar, pasará; tu estas aquí solo como un instrumento que usa Dios en el destino de cada persona. Habrá ocasiones en que sientas impotencia por perder una vida… pero debes aceptar que los designios de una fuerza superior es la que manda. En ocasiones te sentirás omnipotente por sentir que en tus manos está el milagro. Eso se llama soberbia. Debes hacer cuanto esté a tu alcance para remediar el dolor y quizá la muerte… La decisión que alguien viva a pesar de todo, no te pertenece.”
Fue un médico cirujano amigo, maestro, mentor…un todo. El mejor consejo que me ha dado sin duda es este:
__ “El día que ya no sientas dolor, angustia, impotencia, piedad, por la desgracia de otro ser humano, que es lo que te ha llevado a ser paramédica…ese día tendrás dos caminos: Redescubrir tu sensibilidad ò renunciar.”
Precisamente al recordar esto miro a un hombre como de unos 36 años, de mirada errática, pasos indecisos; parece que no le interesa interactuar con los demás. Se aleja un poco ante la algarabía mostrada por los otros cuando comienza Fausto la repartición de los nuevos equipos. Se llama Benicio del Valle Espinosa, es un elemento que tiene como diez años de ser paramédico pero… es hosco, rudo en su trato, siempre tiene el entrecejo arqueado; casi nadie le hace ronda. Siento pena porque en el fondo debe llevar un gran peso que lo hace ser así, sin embargo varios entre ellos yo, le hemos recomendado buscar ayuda sicológica porque sus actitudes ya afectan los servicios de emergencia, se niega a reconocerlo, y mucho me temo que los mandos tomen cartas en su situación que no le gustarán.
¡Suena la alerta Roja! Fausto da la voz mientras cada Bombero y Paramédico toman sus equipos.
__ ¡ES UN DERRUMBE DE UN CONDOMINIO!  ¡PRECAUCIÓN CON LOS PROTOCOLOS!
Primero avanza la unidad de rescate, luego tres ambulancias detrás suyo, después una motobomba y la escala; al final un jepp con Fausto a bordo que veloz se adelanta al frente del convoy.
En el trayecto se incorporan tres ambulancias de la Cruz roja. El ruido que provocan se escucha a kilómetros de distancia. La gente al vernos pasar debe cubrir los oídos por el dolor que provocan las sirenas. Un kilometro antes de llegar al derrumbe muchas personas corren para ver qué ha pasado. Me impresiona por un momento la escena:
Es un edificio de tres niveles. Las paredes laterales se mantienen, pero el centro ha colapsado; parte del techo ha derribado dos postes de alta tensión, de atrás brota un gran chorro de agua de las tuberías potables, en el aire se percibe apenas el olor a gas butano; me repongo rápido al oír que Fausto grita dando indicaciones junto con el comandante en jefe.
__ ¡Los paramédicos manténganse alertas, prepárense a recibir posibles víctimas! ¡La primera escuadra ocupese del gas, segunda el agua, la tercera y cuarta corten la electricidad!
El comandante instruye velozmente al personal de rescate. Todos son paramédicos, pero entre ellos se encuentran dos Bomberos especializados. Un año atrás fueron enviados a Austin Texas, a capacitarse.
Carlos junto con Manuel comienzan por buscar el lugar donde sea factible abrir un boquete. Después de unos minutos entra el primero; mientras estamos Vanessa y yo bajando los carros camilla y los botiquines con todo lo necesario. Todos los paramédicos nos hemos colocado cubre bocas, gogless, guantes de látex y carnaza, hemos revisado el kit de vías aéreas, el oxigeno, las soluciones intravenosas, listas para aplicarse. Por desgracia hay gente atrapada, pues es un edificio de departamentos, por lo menos tres familias lo ocupan así que, estamos listos para lo que se requiera. Mientras veo las labores de mis compañeros, entre la tensión de los que están a mi lado, que van de un lado a otro frotándose unos las manos, otros la frente, rezo dentro en mi corazón porque encuentren sobrevivientes. La espera parece eterna hasta que escuchamos la voz de Manuel.
__ ¡Camilla! ¡Camilla!
Entramos tres. Recostados al piso sacamos a una persona con heridas serias, pero no graves. Es colocado en una camilla rígida, inmovilizado y de inmediato comenzamos a estabilizarlo. De pronto Manuel vuelve a gritar, esta vez están sacando a tres más, uno es lesionado critico así que Fausto radio en mano pide que se acerque el helicóptero de la policía y comience el descenso cerca de ahí. Serán llevados por aire aquellos que no puedan esperar. Los de menor riesgo los llevaremos nosotros por tierra.
Pero también han sacado varios cadáveres. Son colocados en línea horizontal sobre una zona a resguardo. Entre ellos hay cuatro menores, dos adultos mayores y… dos bebés.
En cuanto recibimos a los lesionados partimos de inmediato. Una patrulla de la policía del estado nos va abriendo paso, mientras otras han detenido el transito mientras dure el recorrido. A bordo me acompaña una paramédica ya experimentada, porque Vanessa tuvo que irse a bordo del helicóptero pero… estoy tratando de pinchar el brazo de una adolescente, no puedo. No importa que no pueda guardar el equilibrio, que la sirena me ensordezca, que sus quejidos taladren mi corazón, que haya tirado la solución y tenga que preparar otra… ¡no sé que me pasa, pero no puedo hacerlo!
Arrojo el catéter.
__ ¡No puedo hacerlo Martha, no puedo!
Los sollozos me estremecen, gruesas lágrimas caen sobre el brazo de mi paciente, entonces Martha me grita duramente.
__ ¡Llora y grita lo que quieras! ¡Pero debes canalizarle la vena o se chocará!
__ ¡No puedo! ¡Las manos me tiemblan!
__ ¡Por eso estas aquí! ¡Ella confía en ti…! ¡Ella sabe que está en buenas manos!
Sin dejar de llorar, pincho de nuevo. He logrado introducir el catéter en un brazo muy lastimado; por desgracia no puedo hacerlo en las piernas que están fracturadas, suspiro muy hondo pero no seco el llanto. Ahora que pongo el oxigeno, la chica abre apenas sus ojos, me mira y trata de sonreír. No entiendo lo que trata de decirme.
Le digo que no se esfuerce. Tiene antecedentes de diabetes juvenil; el color de su piel ha bajado, los niveles de glucosa disminuyen. Al sentirme más tranquila le suministro medicamento para evitar otro problema.
Pero entonces cuando llegamos a una bocacalle, donde no había vigilancia como suponíamos, la patrulla que nos escolta choca con un auto que sale a la avenida sin la menor precaución. Esto hace que nosotros la embistamos por detrás a pesar de venir a prudente distancia.  Después del impacto abro los ojos, estoy atorada entre el anaquel del tanque de oxigeno y la puerta lateral, pero creo puedo salir; con pesar veo que los cinturones de seguridad de mi paciente se han aflojado demasiado permitiendo agravar las lesiones.
El paciente de Martha en el chaise Long ha caído sobre el carro camilla fracturándose el tórax. Mientras ella se incorpora de entre el pasillo de la cabina, sangra de la frente, esta obnubilada pero se aferra de los pasamanos.
 ¡Alfonso!__ llama al paramédico que conduce. Este asoma por detrás de la ambulancia, abriendo las portezuelas.
__ Ya viene en camino la ayuda… no podemos avanzar más, se rompió el radiador.
__ ¿Estás bien?__ pregunta ella.
__…Sí, creo que si. Me duele el cuello. Los dos policías que nos escoltaban ya los revise, uno tiene fractura de tórax, pero aguantará hasta que llegue la otra ambulancia, el otro está muy golpeado, pero se pondrá bien.
Luego pregunta por mí. Le digo que estoy bien, pero me duele mucho mi mano izquierda, aunque no le doy mucha importancia, también ellos, porque lo que nos tiene en la picota son nuestros pacientes. Por fortuna el apoyo llega de inmediato. Después de traspasar de una ambulancia a otra Martha se me acerca, trae una mano con una compresa sobre la frente.
__ Déjame revisarte, Samantha.
__ Parece que es mi muñeca…
__ Sí…la tienes fracturada. Le diré a Alfonso que te la inmovilice. También nosotros necesitamos ir a urgencias, a él le sigue doliendo el cuello y me temo que tenga lesión de cervicales, se golpeó contra el parabrisas.
Alfonso está revisando a la conductora del auto. Pero fuera de heridas superficiales, se mantiene bien; solo que al escuchar que irá detenida comienza a decir que un fuerte dolor de cabeza le aqueja, entonces Martha la sube a la ambulancia y la recuesta. Percibe un olor a alcohol al inclinarse a buscar el reflejo pupilar. Casi saboreando lo que viene le dice que…
__ Señora, mucho me temo que tendremos que ingresarla de urgencias, el dolor de cabeza y sus heridas nos están indicando que tiene un serio problema neurológico y está avanzando muy rápido…pediré a la policía nos permita llevarla.
Después se baja dejándola desconcertada, grita a Alfonso con una seriedad que hasta yo caigo en la farsa.
__ ¡Pide apoyo por otra paciente, está arriba de la ambulancia…va a necesitar cirugía de emergencia!
La señora se pone de pie de un salto, baja dando traspiés.
__ ¡No, no, no…estoy bien, no me duele nada! ¡Ya me siento bien!
Un policía se acerca.
__ Usted me dijo que se sentía muy mal.
__ ¡No… yo, estoy bien!
__ Pues entonces no hay porque no deba acompañarnos a nosotros… espero que para dentro de un par de horas se sienta más… consciente.
__ ¿Por qué…?
__ Si alguno de los pacientes que trasladaba la ambulancia fallece… Ya se lo dirá su abogado. Y será mejor que le llame de una vez. Venga conmigo.
Es subida a una patrulla, mientras nosotros estamos abandonando la escena del accidente. Mi lesión me tiene sin cuidado, realmente no es nada en comparación con aquellas personas a quienes trasladábamos. Por fortuna están fuera de todo peligro, sin embargo durante la siguiente hora Alfonso tiene que estar en observación por más tiempo en urgencias; el Doctor Escobar, amigo nuestro se ha plantado frente a varios paramédicos, Fausto es quien más se interesa por él.
__ Cuando entró dijiste que era una contusión de cráneo y esguince cervical… ¿Que pasa realmente con él?
__ La serie de placas muestra una mancha hematica progresiva, necesitamos hacerle una resonancia magnética, estoy más que seguro que tiene un vaso lesionado y se está formando un aneurisma.
__ ¿Cuáles son los riesgos inminentes?
__ El sangrado es rápido… te aviso porque en cuanto estén listos los estudios, lo más probable es que entre a Quirófano.


Las caras de todos son de preocupación.Fausto sale del área de urgencias con las manos en los bolsillos,le indica a Martha que ambas nos retiremos del servicio hasta que mejoremos; Luego dice que llame a la familia de Alfonso.
__ No les digas nada del accidente, que venga una sola persona, si es posible su esposa. Que se presente con el doctor Escobar… No podemos hacer más que orar por que todo salga bien. Mientras tanto voy a ver a esa mujer al Ministerio Público.
__ Voy contigo.
Fausto tiene ganas de bromear aún.
__ No. Tú te vas a casa, la sutura que traes en la frente se te ve muy fea como para andarla presumiendo.
La mira unos instantes. Finalmente le hace señas para que se suba al jepp; la dependencia judicial se ve abarrotada por tantas personas que desean atención. Ambos se cuelan hasta la oficina del representante social.
Fausto pone al tanto con documento en mano al hombre.
__ Estamos esperando a nuestro abogado, licenciado… el departamento de Bomberos va a levantar cargos contra la señora que provocó el accidente…Nuestro compañero entra en una hora a cirugía.
__ Entiendo y siento lo que ha pasado…
No termina de hablar, un oficial entra intempestivo.
__ ¡Licenciado, venga pronto!
Sale presuroso, luego les dice a los paramédicos.
__ ¡Ustedes también deben venir de inmediato!
Apartando a la gente sortean dos pasillos hasta las celdas. 
El color morado en la región es obvio, la marca sobre el cuello distingue a un cordel, posiblemente de su blusa porque cuando la ingresaron detenida nadie se percató de ello. Aún oscila el cuerpo de las rejas. Esta sola, permaneció sola todo el tiempo. Eso le dio ventaja de hacerlo. El paramédico la coloca sobre el piso frio, busca signos vitales… es inútil.
__ Esta muerta. Todavía tiene temperatura, pero estuvo así cerca de una hora.
El médico legista se inclina, coincide con ellos.
__ Cuando llegó a revisión se mostró muy cooperativa, dijo que sentía de verdad lo que había hecho, que trataría de reparar los daños aunque… tenía una mirada sumamente triste
¿Sus familiares __ dice el ministerio publico__ se entrevistaron con ella?
__Sé permitió que hablara con su esposo unos momentos.
Después se vuelve a los paramédicos.
__ Como verán, los cargos en su contra ya son improcedentes. Aunque ahora la responsabilidad recae en el familiar directo para que repare los daños materiales…
No__interrumpe Fausto__ Ninguno de ellos tiene porque cargar con la responsabilidad de ella… quiso pagar de esta forma. Esa decisión fue solo suya. No sabemos qué pasa por la mente de las personas hasta el momento de la crisis. Tal vez se deprimió emocionalmente por lo que hizo y por la ingesta de alcohol… no lo sabemos.
Después salen rumbo al estacionamiento; de reojo Martha reconoce a la familia. Hace ademán de acercarse, pero Fausto la detiene.
__ No hagas las cosas más difíciles… ellos no lo saben aún; ¿Qué les vas a decir? ¿Qué se acaba de suicidar en su celda porque no aguantó el cargo de conciencia? Eso ya no nos toca a nosotros, nada valerà ante lo que les sigue… además no verán con buenos ojos que tú que saliste lesionada por su culpa, se ocupe de decirles. Te llevarás una afrenta. Nos ocuparemos de Alfonso, él sí nos necesita. Vámonos de aquí.
Al llegar al hospital ya se encuentra la esposa de Alfonso y sus papás en la sala de espera. Los padres son cercanos de Fausto, así que en cuanto la señora como de unos 57 años le ve llegar, de inmediato corre a él, y lo abraza.
__ ¡Fausto, que le pasa a mi hijo!
__ Tuvo un percance en la ambulancia al venir acá con unos pacientes… chocó en una esquina con una patrulla, otro auto y…
¡Los responsables Fausto, donde se encuentran!__Grita el padre.
Fausto quiere decir algo pero calla. Hay un silencio pesado. He llegado y visto que Fausto la tiene abrazada como a una madre; luego el padre abraza a su vez a la nuera. Me quedo a pesar que dos veces mi capitán de guardia me envió a casa. No quiero.
Al cabo de cinco horas que han parecido cinco días, sale el Doctor Escobar ya sin la ropa de cirugía, el rostro lo dice todo...¡Mi compañero está bien!
Una magnífica noticia entre tantas malas.
En ese momento de respiro se acerca Martha. Conciliadora me pasa el brazo por la espalda.
__ A mí también me pasó lo mismo alguna vez… no te olvides nunca Sami, que somos como una esponja que absorbe todo aquello que dejan los sentimientos de otros. Lo importante es que nunca, óyelo bien: nunca dejes lo que estás haciendo, lo que sea. De ello depende que tu paciente llegue en buenas condiciones a un hospital.
__ Es que… tal vez fue demasiado en ese momento. Los gritos de todos, sus lamentos, las sirenas, mis nervios…
__ Es como si salieras a una escena: olvídate de algunas cosas que no importan, concéntrate en lo que realmente vale. De otra forma acabarás por bloquearte, a todos nos pasa, pero siempre tu compañero te da un codazo para volverte a la realidad.
Sonríe. El vendaje sobre su cabeza es notorio y así la encuentra un fotógrafo que imprime alguna toma; esto molesta mucho a Martha.
__ ¡No puedes tomar fotos aquí!
__ No te molestes, es para la edición de mañana. Ya me dijeron todo del choque, también del suicidio de la señora que lo provocó.
Al escucharlo, los padres se ponen de pie mirando a Fausto. Este opta por hablar.
__ Es cierto… la encontramos sin vida dentro de la celda, no pudo con tan pesada carga.
Nadie dijo nada. Comprendieron el pago de la deuda… estaba saldada ya. Martha se lleva al reportero apartándole de la gente, veo que hablan, el manotea en el aire, ella le tapa la boca con la mano, hay instantes en que parece que él reportero no cede, pero viene la calma. Ella retorna a nuestro lado.
__ le dije que si publica la historia con fotografías, le rompo el hocico. Se trata de mi amigo… No quiero que sea expuesto de esa manera, ese periódico es muy amarillista.
Dos meses después…
Las expectativas de los paramédicos se ven cristalizadas cuando en un acto ceremonioso el Gobernador entrega unas instalaciones totalmente equipadas para formar lo que a partir de ahora será llamado el Centro de Atención de Emergencias. 
También a nosotros a partir de este día se nos llamará Halcones, se oye bien.
Jamás he visto tanta euforia y no es para menos, pues todos entre ellos yo, estamos como niños con juguete nuevo…bueno, ambulancia nueva.
Las nuevas generaciones de paramédicos tendrán que estar a la par de un servicio adecuado, de calidad digo yo…pero por desgracia no todos piensan que deba ser así. Como Benicio del Valle.
En una ocasión en que me tocó como piloto, no puedo más que sentir un algo desagradable porque… bueno, lo diré.
Sé solicita la ambulancia por una persona que según la policía fue golpeada por varios, hiriéndole seriamente. Cuál es nuestra sorpresa cuando al bajar de la unidad vemos a un hombre totalmente alcoholizado buscando bronca en la calle. Me dirijo al oficial a cargo, pregunto qué pasa.
__ Esta golpeado, les tuvimos que llamar porque su madre tiene los nervios de punta y él no deja que nadie se le acerque.
No creo__ le dije__ que haya diferencia con nosotros, somos unos desconocidos para él.
Al decir esto escucho palabras altisonantes detrás de mí, vi a mi compañero zarandeando al beodo.
__ ¡No te estés haciendo buey, tu no necesitas una ambulancia, sino unos buenos…!
Entonces me aproximo.
__ Está bien Benicio, si te hizo algo…
__ ¡No! ¡me hace algo y le rompo su madre! Pero por esta basura estamos perdiendo el tiempo, mejor nos vamos.
La madre llorando casi se arrodilla ante mi compañero, suplicando le atienda. Benicio se mantiene impasible, soberbio. Luego toma al hombre de la ropa, hace que se siente; revisa con brusquedad, como si lo odiara, bueno… creo que odia a todo el mundo.
Entonces sucede algo que cambia la situación.
Cuando casi a jalones Benicio revisa una herida en cuero cabelludo, escuchando quejidos lastimeros, un oficial de la talla de él, se acerca al ver la forma como es tratado.
__ ¡Esa no es la forma en que debes tratar a un lesionado, paramédico!
Sin dejar de hacer su labor, Benicio lo mira retador.
__ ¡Nadie va a venir a decirme como hacer mi trabajo, menos un policía de quinta como tú!
Supongo que nunca debe decir eso, porque el policía alto, fornido, toma a Benicio por su chaleco y de un tirón lo sienta en la acera. Se inclina, dice algo que me causa mucha gracia mientras atiendo al hombre ebrio.
___ Soy el Subcomandante de la policía de este distrito, y… también soy paramédico.
Benicio abre los ojos cuan grandes son. Contengo una carcajada. Después le digo a la madre que su hijo necesita sutura por una herida extensa en la cabeza, que nos lo llevaremos al hospital sì coopera.
Al poco nos encaminamos al nosocomio entre la ya pasiedad del hombre, la tranquilidad de la buena mujer, la satisfacción mía, las reservas del policía que nos sigue hasta el final, y la amargura de Benicio.
Cuando bajo de la ambulancia me ayuda cortés, a bajar al hombre. En ese momento nos miramos y… no sé porque siempre me han llamado la atención los hombres atractivos enfundados en un uniforme, claro como ese; tal vez creció mi admiración por saber que se dedica a lo mismo que yo…no lo sé.
Lo que sí sé es que a partir de este día pues…el café, las charlas, las salidas a bailar, en fin. Esa es otra historia.
En cuanto a Benicio, hoy le llamará como a eso de las…son las once de la mañana… a las dos de la tarde el comandante Halcón 1. Benicio será transferido a un escritorio. Y sí persiste en su actitud, será despedido. Ha hecho mucho daño bajo la indiferencia de otros de sus compañeros; pero cuando nos cambiamos aquí, a todos y cada uno se nos ha puesto los puntos sobre las íes, estamos bajo constante supervisión; necesitamos ser profesionales en toda la extensión de la palabra. Fausto nos ha dicho que así como damos la atención, pensemos siempre qué nos gustaría para algún ser querido y para uno mismo.
__ “Den la atención que les gustaría para ustedes, o para algún miembro de su familia. Recuerden que todos estamos expuestos como cualquiera, a sufrir un percance o una enfermedad súbita; y el día que eso suceda, desearán estar en las mejores manos.”
Y tiene razón, en este caótico mundo aquellos que sufren un percance, desean la mejor de las atenciones y nosotros los técnicos en urgencias médicas debemos dar lo mejor.


Cualquier semejanza con la vida real…tal vez sea verdad.




                                                            FIN
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