jueves, 21 de febrero de 2019

HABÍA UNA VEZ EN MI JARDIN

Todos soñamos con ser niños siempre,jugar como lo hacíamos cuando las tardes eran color naranja y los helados...se derretían en la boca.


En el jardín de la casa, un jardín de esos que no se atienden, que todo el tiempo esta lleno de enramadas, árboles sin podar, tierra suelta, en fin… Bueno, ahí entre los matorrales del rosal que tiene como cien rosas rojas, abajo cerca de un hoyo de ratón, hay una telaraña muy grande, que se llena de lucecitas cuando llueve y se le pega el rocío en la mañana, el sol la ilumina como si fuera la entrada de un teatro, pero de día. Ahí vive una araña de patas grandes; en la cola tiene rayitas amarillas con rojo y verde, cuando camina por su hamaca se mueve toda, como las señoras que veo en el mercado...¡Me da mucha risa! un día se le cayó una mosca que llevaba para el almuerzo, como estaba envuelta no pudo escapar, pero se la ganó un saltamontes que vive al lado.Yo creo que le dijo algo así como:”Desgraciado quita moscas” porque se frotó las patas delanteras y luego se enredó en su telaraña. 
Con una ramita seca dibuje un caminito que rodea el rosal, sale atrás de la fuente que tiene como mil años que no la lavan y muchos mosquitos se paran a tomar agua en una garrafitas como dedales cuando hace mucho calor. Parece una cantina, nunca he visto una pero mi papá me platicó de una vez que entró a un Bar, acompañó a su jefe a no se qué y me dijo como son. Ya termino de hacer el caminito, pero cuando acomodo la tierra suelta se asoman tres lombrices rozaditas. En la escuela me enseñan que son buenas para oxigenar las raíces, por eso dejo que se vayan; de todos modos no me gustan porque no oyen lo que digo, son sordas y yo creo que mudas también; ya acabé la tarea así que puedo jugar un rato, bueno hasta que mi mamá me grite:"¡Métete rápido!" entonces tengo que obedecer porque si no...Es muy enojona pero los domingos me compra dulces cuando vamos a misa, por eso me cae bien. Me acuesto sobre el pasto verde que parece un tapetito, así puedo ver todo lo que pasa abajo. La señora araña invita a una oruga a comer en su hamaca, pero se pelean, entonces por andar de chismosa que la atrapa en una bolsa y la deja colgada de una rama. La oruga grita que la ayuden, pero todos en el barrio le tienen miedo ala araña; después se cansa yo creo y se queda dormida. De pronto una mariposa de colores enorme, se para en una flor blanca que tiene los pétalos largos para afuera como resbaladillas, en el centro hay algodoncito naranja con polvito que se levanta cuando soplo. Mete la pata, pero no a propósito, cuando la saca esta toda llena hasta las alas de esa cosa; tendrá que darse un buen baño cuando llegue a su casa. Bate las alas ensuciando al escarabajo negro con un cuerno en la nariz, pero ni le importa, al fin ya se va. Los escarabajos parecen tanques de guerra, pasan por las zanjas con cuidado para que no se volteen, echan a un lado lo que les estorba con su cuernote y si alguien les molesta lo embisten tan fuerte, pero tan fuerte que ¡se oye en toda la casa! una vez puse mi dedo enfrente y me atropelló.
El sol se mete entre las hojas y las ramas y me da en la cara, pero me gusta. Entonces ilumina los rincones y puedo ver como van todos de un lado a otro como si se estuvieran mudando de casa; las hormigas sudan cargando todos esos terrones de azúcar y panecitos en la espalda. Han de tener problemas de columna, digo yo…Todas en una hilera pasan una, otra, otra, otra y así hasta que un gusano que es policía les para el alto porque va a pasar una señora araña gordísima que lleva a todos sus hijitos montados en la cola. Después sale de su casa un insecto que ya lo vi en un libro, se llama Mantis. Es un señor porque camina casi parado con la cabeza erguida, se agacha de vez en cuando saludando a los vecinos, pero nadie lo quiere por presumido; dice que es de la realeza de no sé donde.  Pero nadie le chista porque es muy violento, se enoja y le anda mordiendo a todos donde puede. Ya le llegó un aviso de que se vaya de la ciudad !Es muy malo¡ Parece que empieza la camorra porque un gusano trepa-árboles se para delante, le hace una seña que no sé que quiere decir y ¡Zas! ¡Se cachetean, se revuelven entre las piedras y la arena, no quieren darse por vencidos, la mantis lo muerde, el gusano lo arrastra! y los mirones llaman a la policía; suena un silbato, el comandante mosquito los separa pero aprovechando, la mantis traidora le arranca un ala y huye. La araña tejedora corre a su casa por pegamento, haber si queda si no, no lo van a admitir en la fuerza aérea.
Para que ya no vuelva la mantis, dos lombrices le sacan los tiliches a la calle, y ponen un letrero que dice:

                            ”SE RENTA SIN HIJOS.”

Pero el alboroto sigue. Ahora doña escarabajo dice que los alimentos están caros, que no tiene para darle de comer a su familia, que el marido se fue a la tarde de ayer y es hora que no aparece… Todas las señoras son así, mi mamá es igualita. El mosquito le dice que no se queje, que busque trabajo en el matorral de azucenas de enfrente, solicitan a alguien que cuide un agujero por la mañana cuando los dueños se van a trabajar a una mina de arena cerca de la puerta de la cocina de mi casa. Pero la señora es bien delicada con todo, quiere buen sueldo, un trozo de caca de vaca… Que yo sepa en el jardín no hay vacas; y además una línea de telaraña que la lleve hasta allá que porque dizque se cansa mucho caminando. ¡De veras que hay gente floja! Ya se metió el sol, no tarda mi mamá en salir para decirme que esta lista la comida:” Vente a comer, mi amor.” Cuando regrese otra vez traeré las sobras de mi plato, les gusta a los insectos del jardín: Dice mi papá que lo va arreglar bonito, pero a mí me gusta como esta, hay muchos animales. Acaban de mudarse una familia de ratoncitos. El más grande es el papá lo sé, porque tiene panza como el mío, la gordita es la mamá y el chiquito es el hijito; yo creo que les caigo bien porque siempre que vengo salen a recibirme. Al lado de mi casa hay una harinera, con unas bodegas enormes, enormes parecen rascacielos, de ahí los ratones sacan su comida, la traen al jardín y la guardan en su despensa para el invierno aunque todavía falta mucho, la señora ratón ha de hacer muchos pasteles con esa harina. Cuando el pequeñito sale a pasear por la fuente lo molestan los mosquitos, entonces se defiende dando chapuzones y los moja a todos y se van a un charco que esta en la toma de agua para regar el pasto. Todos los días se paran ahí a tomar, platicar con su bzz, bzz, bzz. 
No me gustan porque me pican con su agujita que traen en la trompa y se me hincha y da comezón,  luego mi mamá tiene que poner linimento para las picaduras, a esos sí quiero que mi papá los extermine porque nada más se la pasan molestando a todos, como ayer que vine al jardín estaban dándole lata a una cochinilla, no dejaban que pasara por un puente de madera al otro lado del matorral; entre muchos la rodearon aleteando y entonces el pobre tiró todo lo que traía en una canastita después lo empujaron y cayó patas arriba, nada más manoteaba con todas sus cincuenta patitas, pero no se podía parar, porque el caparazón pesa mucho. Cuando se levantó se fue corriendo como pelotita, porque se enroscan. Tomé una garrafa de agua y los hice huir, pero uno si me picó.Tengo una roncha en la mejilla.
En la noche me pego a la ventana de mi cuarto, de ahí se ve todo el jardín. Los grillos van a dar una función de orquesta en la fuente, salen todos los bichitos a ganar asiento, una araña les grita que se callen. Entonces se sube de un salto un grillo verde que lleva una varita en la mano, la levanta y comienza la música. Las luciérnagas sirven de reflectores porque en esa parte de la casa no hay luz, es el único servicio que no tienen. A la mitad de la función salieron todos corriendo porque se metió el gato del vecino. 
Lo corro aventándole un zapato; mañana tendré que ir a buscarlo o me van a regañar. Los insectos regresan poco a poco, acomodan sus asientos y continúa el espectáculo. Cuando termina se queda uno parado mirando la luna, se ha de acordar de algo y se pone triste, se nota porque ya no canta igual; pero lo que pasa es que le gusta una luciérnaga, la que más brilla, a veces se la pasa revoloteando sobre los arboles toda la noche. Le prometió matrimonio y ella no quiso. Hoy no la vi, debe haberse ido a otro barrio. ¡Así son las mujeres! Me voy a dormir, temprano tengo que ir al jardín a buscar mi otro zapato o me las veré con mi mamá, porque después tengo que ir ala escuela.   
Ya es tarde, como las dos. Mi papá trae unas tijerotas para cortar las ramas que están enredadas en un árbol de limón, le pregunto si sabe a limón. Me dice que con los frutos se hacen muchas cosas, como el agua y helado de limón. Lo miro y me imagino muchos conitos de helado colgando del árbol, la que se cae derretida se la comen las hormigas, les gusta lo dulce. Le ayudo cortando las ramas secas y feas, pero hasta el fondo donde hay árboles más grandes como un abeto y muchos eucaliptos hay como mil bolitas blancas que parecen algodón, pero están llenos de huevitos de araña que nacerán yo creo que pronto digo… no soy doctor, pero algún día lo seré. Esa parte lo dejo cubierto de hojas verdes para que nadie las vea. No es bueno lastimar a los bebés. Como estamos ya en pleno verano seguramente a pesar de que el jardín quede limpio vendrán muchos insectos, como los ciempiés que gastan tanto en zapatos, las mariquitas que nada más se pasean por todas partes silbando, silbando, aventando flores como si ellas las cultivaran. Pero también llegarán los que hacen travesuras como unos insectos que se paran en las hojas del eucalipto y allí se quedan para siempre, solo cuando les da sueño se caen al piso, entonces agarran la almohada y la cobija y se van a otras hojas, pero van con los ojos cerrados y se tropiezan mucho, los he visto.
Las orugas verdes, gorditas que luego se convertirán en mariposas me gustan mucho, porque son suavecitos, tienen colores bonitos y no muerden. Uno de ellos va caminando por una rama verde buscando donde hacer su casa o capullo, lleva arrastrando una bolsa; creo que ahí tiene su cepillo de dientes, sus guantes, una lámpara y muchas otras cosas porque quien va a hacer una casa ¡necesita tantas cosas!
Cuando encuentra el lugar saca primero una regla, mide y marca con un lápiz. Luego pone unas tablitas de madera y levanta un cuartito con una ventana que da a la fuente, para que cuando llegue de trabajar descanse mirando los chorros de agua cayendo.
¡Que vida se dan mis amigos! sí yo fuera un insecto me iría volando ala escuela pero… no podría cargar la mochila y mi mamá entonces sí que me mataría con un matamoscas. Eso no me gusta nadita, nadita. Estoy viendo que llegan muchísimas polillas, todas traen su maleta, eso quiere decir que se van a quedar todo el verano en el jardín de mi casa. Tendré que poner una cortina en mi ventana para que no se metan, en las noches son muy moletas porque revolotean alrededor de la lámpara de la cómoda y para que se salgan… Una vez una me sacó su lengua, bien grosera y le tuve que dar su merecido. Después supe que estaba en el hospital del jardín, ese que parece una lata vieja de chiles secos que escondí porque esta prohibido tirar basura en la casa; aunque esta cubierta si papá la descubre seguro la tira al cesto. Ahora me entero que la luciérnaga y el grillo de anoche se van a casar. No estoy invitado, pero de todos modos vendré, el jardín lo cuido yo. Y si me sacan de la iglesia me enojo y les digo que tomen el autobús y se vayan al parque, que también es grande y caben todos. Pero son amables… algunos. Creo que tendré que traer más comida ahora que limpiaremos, porque si no se meterán ala casa y entonces mi mama se va a asustar, dice que le tiene miedo a los bichos y todo lo que tenga muchas patas, yo le digo entonces que debe leer más libros sobre insectos y animales y así saber que muchos son buenos para la tierra y otros son algo así como policías, y es cierto porque una noche que estaban haciendo escándalo llegó un saltamontes patrulla que tenía una caja de cerillos en la espalda, de  dos puertas atrás y ahí se llevaban a los escandalosos que gritaban como loquitos, los oí, decían que no querían al vecino del matorral, que su señora estaba gorda; riéndose le decían que estaba calvo y muchas cosas más. Estos son los que los controlan para que según dicen esos libros no sean una plaga.
Ya me voy a dormir, en el reloj son las ocho. Mañana iré a una excursión y traeré más bichitos para mi jardín...
¡Otra vez el gato del vecino se mete a la casa!Pero si le aviento el zapato puede que despierte a mis papás, mejor le echo el agua de la jarra. Una vez se comió a la abuelita del pequeño ratón de los rosales y lloraron como una semana, pusieron una alarma que suena como sirena de la cruz roja, pero parece que esta descompuesta porque se oye bien feo, suena cuando revolotean las moscas, sale la señora ratón a espantarlas y cuando de veras es el gato se acaba la pila¡Es un problemòn! 
Estoy viendo que las hormigas salen formaditas de una en una, llevan una lamparita en la cabeza. Seguramente caminan ala mina de arena atrás de la cocina; son muy trabajadoras, pero casi no descansan. Son serias, parece que están enojadas; lo que pasa es que el jefe que tienen es un negrero…a las pobres apenas les alcanza para darles de comer a sus muchos hijitos. Seguro son bien tragones como yo, porque el otro día se me cayó un pedazo de pastel en el pasto y ¡córrele amigo! Que salen muchísimas quien sabe en donde caben tantas, se subieron como si fuera una montaña y como en dos minutos metieron toda la comida en su agujero. Después salió una hormiga más grande con una escoba, barrió lo que quedo porque eso si, las hormiguitas son bien limpias, donde se paran no dejan ni una migaja de pan; bueno, una vez que estaba desayunando se llevaron una dona de la mesa como entre cien y como la dona tenía chocolate encima, estaba mas pesada todavía. La bajaron con una cuerdita por la pata de la mesa, abajo la esperaban otras vestidas de negro con unas mascaritas para el humo porque casi siempre a mi mamá se le quema la comida; un día me pondré a hacer ejercicio para estar tan fuerte como ellas. 
Del otro lado donde esta la podadora sale un animalito que parece ratón pero no es, en realidad es un topo. Es ciego, trae su bastón y anteojos. Camina despacio para no tropezar, pero se topa con la maquina y se le caen los lentes; Dos polillas que revolotean cerca de la luz de la puerta de entrada lo ven, se acercan a ayudarlo, lo guían ala fuente, lo sientan despacito y se van. Luego del otro lado de la calle se oye una música bonita, será porqué hay una fiesta. Entonces el topo se sube ala cornisa de la fuente y comienza a bailar sin ver por donde va. Parece columpio, se va a caer. Veo como el gato se le acerca poquito a poquito sacando las uñas, no quiero ver cuando dé el mandarriazo. En lo más emocionante entra mi mama diciendo que ya me duerma, que al otro día estoy de flojo sin querer levantarme y mejor para no discutir cosas que no entiende le obedezco. Cuando vuelva de mi excursión seguiré visitando a mis insectos del jardín.
Bueno…ya estoy aquí, en el campamento de la escuela. 
Mi maestra me recuerda a una señora escarabajo; camina encorvada por lo alta que es y ¡el peinado, por Dios! Parece que le vaciaron un bote de pegamento con todo y un puñado de estambre. Siempre que me le quedo mirando, siente mi ojos y me dice con una vocecita:” ¿señor Pacheco, ya terminó su trabajo?
Me lastima los oídos cuando la oigo hablar así.  Cuando salemos a pasear en derredor de las cabañas, me preparo para buscar insectos. Los que mas me interesen los llevaré a mi jardín. Recordé que hay una abeja que esta sola, y casi siempre se sienta en mi ventana a leer un libro chiquito que yo creo es de amor porque de que se suelta llore y llore y llore… nadie la consuela.
Detrás de un ramaje de flores silvestres encuentro un abejorro y pienso que peor es nada. A mi no me gusta, porque es grande y barrigón, hace mucho ruido cuando vuela y bueno… cuando le veo más cerquita me fijo que trae una mochila atravesada al cuerpo y de ella saca unos frasquitos en donde se lleva mucha miel, como la que ya venden en la tienda, toda transparente y muy dulcecita ¡hum! Se me antoja para embarrarla en un pan ahí mismo. Pero se da cuenta que lo estoy mirando y el muy grosero me saca la lengua. Me enojo y entonces le digo que ya no lo llevaré a conocer la ciudad y a una linda, chaparrita y amarilla amiga mía.
Camino unos metros y junto a un tronco hueco encuentro como un multifamiliar de esos que he visto en tlal-te-lo-lco. Eso. Hasta tienen ascensor. Es una esfera de cera que es tirada desde arriba por dos avispas súper fuertes, porque están subiendo una bola de escuincles latosos que le piden a las mamás juguetes y ellas, desesperadas les dan un coscorrón, bien merecido. A mi no me ha pasado…espero que mi mamá tenga la mano suavecita.
Entonces por las ventanitas del tronco hueco se asoma una que parece araña, con colores bonitos en las patitas. Se ríe porque un ancianito ciempiés se tropezó con las agujetas sueltas de sus ¡muchísimos zapatos! yo también me río, y tan fuerte que todos voltean a verme y en menos que canta un gallo cierran todo, suena la alarma de incendios…. Los policías de color azul cobrizo tipo escarabajo me siguen como cuatro metros inventándome rocío que  no sé que es. Ha de ser algún veneno, como el de las abejas ¡De veras, tengo que buscar al novio de mi abejita!
Cerca del río me siento y meto los pies en el agua limpiecita, clarita. Tan, pero tan clarita que puedo ver a los pececitos nade y nade y nade, arañitas sobre la superficie del agua, pequeñitos insectos subir a las hojas que caen de los árboles y las agarran como si fueran lanchas.
En eso oigo un ruidito chistoso atrás de mi espalda. En un hongo grande, blanco que parece sombrilla de sol hay dos ratones de campo discutiendo, pero no les entiendo. Me agacho a verlos. Es una ratona y su marido; están discutiendo porque el techo de la casa tiene una gotera y el tallo del hongo se esta pudriendo. El señor ratón, trae pantalones de mezclilla para hacer trabajos difíciles, una corbata roja por si las prisas le ganan cuando vaya a una comida, nada más se pone su saco y ya, listo. Bueno, va por un pedazo de escara de árbol y con unos clavos, un martillo y muchas ganas, se pone a arreglar la gotera y el tallo. Mientras su mujer prepara la comida, lo sé porque desde donde estoy puedo ver por la ventana de la cocina. Huele como a hongos con carne y… me llama mi maestra ¡Pacheco, hace horas que lo estoy esperando para que se ponga a arreglar la leña, para la fogata!
Me levanto resignado y apretando los dientes, me interrumpió porque seguramente la señora ratón me habría invitado a comer. Pero cuando comencé a recoger maderas grandes, porque íbamos a hacer una lumbrada para aprender a cocinar al aire libre… entre la leña iba una viborita de rayas amarillas y verdes y cafés. Cada vez que volteaba el tronco aspiraba aire y se volvía a meter en los huequitos, arrastraba un tanque de oxigeno, tenía unas arruguitas alrededor de los ojitos tristes, era una viborita anciana, por eso se movía muy lento; pero entonces dos de mis compañeros que venían corriendo hacía mi, se tropezaron y me tiraron todos los troncos que había juntado, uno me cayó en el pie derecho y los demás se quedaron tirados lejos unos de otros, mientras me sobaba dolido porque si me dolió, la viborita se estaba riendo de mi entre tose y tose. Me senté en una banquita de tronco, me quite el tenis y..!Tenía un chichón en el dedo gordo¡ Saqué de mi mochila de Superman, una pomada que me dio mi mamá para estos casos, no vaya a suceder una desgracia; mientras veo como mis demás compañeros brincan como chapulines..!Eso es, eso es! ¡Voy a buscar unos chapulines para mi jardín, allá no hay!
Camino por una veredita, a los lados hay muchas plantitas amarillas y un sembradío de cebada. Si la maestra me ve aquí seguro me castigará por todo lo que queda del campamento. Al fin llego a unas matas grandes de cebada, muchísimos chapulines se pegan a las hojas como si fueran ma-la-ba-ris-tas…hay unas palabritas difíciles de pronunciar. Bueno, tomo como diez entre mi mano, como no caben todos algunos se caen y brincan entre las hierbas. Los guardo en una cajita de madera que preparé especialmente para mis insectos; después de unos momentos escucho como ruiditos dentro de la caja y pego la oreja. Están discutiendo la forma de escapar
¡Desconsiderados! …y yo de buena gente que les busco un hogar lindo.
Pero en cuanto lleguemos a mi jardín, los mando a hacer trabajos forzados a la fuente. En otra cajita meto una abeja que creo es macho, y en otra unas mariposas que bailan encima de una margarita. De regreso al campamento me encuentro caminando a una Catarina vestida con una batita roja de puntitos blancos, se ve chistosa porque lleva de la mano a sus dos hijitos y no ve bien por el sombrerote en la cabeza, parece paraguas… ya no la puedo llevar, si los meto en alguna de las cajas, se van a ir peleando, y que yo sepa por aquí no hay servicio medico, traigo unos curitas y ya; no creo que sirvan mucho. Además lleva chamacos y yo sé como son de latosos los niños chiquitos, capaz que las mariposas llegan sin alas o algún chapulín sin una pata, y luego que la Catarina es de esas señoronas que de todo se quejan y todo el camino hablan y hablan y no se callan a menos que alguien les cierre la boca…mejor que siga su camino, el marido de seguro la esta esperando no muy alegre, porque se tarda con el mandado.
Es de noche… los grillitos cantan muy cerca de mi ventana de madera. Me asomo despacio, me gusta como suena.
Después unas lucecitas revoloteando a la luz de la luna me indican que son luciérnagas, pero más grandes que las de mi jardín. La luz es como azul con amarillo; bailan en el aire danzando bonito, una toma de las alas a otra y la desliza por una pista en el aire al compás de la música de los grillos
¡Que espectáculo! Lastima que no traigo mi cámara ni teléfono. Entonces como si fuera una película de terror sale de entre una rama una enorme polilla negra que espanta a las luciérnagas, y pues ni modo, se acaba todo; me tengo que ir a dormir.
Después de cuatro días de buscar insectos regresamos ala ciudad, en mi colección llevo como cincuenta insectos diferentes, todos revoloteando, platicando, peleando, gritando entre ellos y también a mi. Antes de llegar a la escuela me bajan del autobús por que ya nadie aguanta a mis amigos, la maestra me dice: Pacheco, no me importa si se enojan tus padres por dejarte aquí…
¡Pero eres insoportable con tantos bichos que llevas en esas veinte cajas!
Y se fueron y me dejan en la banqueta con todas mis cajitas. Parezco vendedor de tianguis. Como puedo me las echo encima y a caminar Gregorio…lo bueno de todo es que ya nadie me molesta, mi casa esta cerca y no me recogerán en la escuela. Cuando llego voy directo al jardín antes de que lleguen mis papás a recibirme; cuando abro las cajitas van saliendo en orden mis insectos. Algunos llevan sus maletas en las patitas, otros las jalan, los que pueden volar nada más llevan una bolsita de papel. Entonces la abeja que sale lentamente de su cajita, revolotea alrededor de un panalito, ya vio a mi abejita, luego… Se le acerca un poco tímido, después le enseña una gotota de miel como regalo y entonces se hacen amigos, yo creo que ese panalito se va a convertir pronto en una colmena llena de zanganitos.
¡jí, jí, jí!  ¡A mi mamá le van a picar cada vez que salga a hacer sus ejercicios! ¡Jí, jí, jí!
Lo que me preocupa, pero no mucho son una familia de moscas de color cafecito, que les encanta el azúcar. Se la pasan volando cerca de la cocina y a ver si no mi papá se da cuenta y les rocía veneno.
Bueno, me tengo que ir porque estoy preparando una fiesta de bienvenida para todos mis amigos que traje del bosque, y ver como se portan los del jardín. Para esto voy primero a la tienda, compro algunos dulces, galletas y confeti. Después me dirijo a mi cuarto y saco una grabadora miniatura, mesas, sillas y serpentinas que tengo guardadas desde que le hicimos mi papá y yo su cumpleaños al perro. Todo lo coloco cerca de la fuente para que se vea de lujo; la música es como la que oigo cuando mi mamá me lleva al dentista y tenemos que esperar en la salita, siempre me duerme. Bueno… creo que no falta nada. Pero cuando comienzan a llegar mis nuevos amigos me habla mi mamá:” hijo, ya nos vamos, acuérdate que hoy es lunes y hay que recoger tu nuevo uniforme de la escuela.”
¡Rayos, centellas y todo el cielo junto! Se me había olvidado ese pequeño detalle; ahora me perderé la diversión en el jardín. Me tengo que ir, ojala se porten bien todos y no hagan diabluras como dice mi mamá cuando me deja solo.
Después que regresamos, me voy derechito a la fuente, ya es tarde y es que el sastre nomás no le quedaba el brazo derecho y que lo descocía ahí mismo y que lo pegaba otra vez. ¡Que tiradero encuentro!  Todo está “patas arriba” bueno, hasta mi grabadora esta colgada de una rama todavía con la música lenta y más lenta cada vez: ya se le acabó la pila. Me siento en la orilla de la fuente, se acerca mi abejita con el novio y que me empiezan a contar el chisme.
Resulta que los grillos mandaron a una oruga a la tienda por unas cervezas y ¡pégale, pancho! Que comienzan a decir que los insectos de mi jardín eran unos quien sabe que cosa y que se mete doña ratona con una escoba en la mano y les zumba  a todos hasta por debajo de la cola, luego alguien de los vecinos llamó otra vez a la policía y que se avientan dos cucarachas bien pandilla a uno de los ciempiés al agua con todo y tenis, comenzó a llorar escupiendo confeti, luego brincaron como diez chapulines encima de las mesas y que tiran toda la comida de las galletas… después me dice la abejita, salio el señor topo atraído por los ruidos y ¡Sopales! Le tiraron los lentes de sol y como no ve nada sin ellos se fue derechito al hoyo que hizo mi mamá para plantar un árbol, el pobre anciano estuvo como mil horas grite y grite y grite que lo sacarán por que quería ir al baño. Pero eso no fue todo. No. Cuando ya se había calmado el asunto que se mete doña escarabajo con su marido aventando bolitas de ¡caca! Ya me imagino a todos oliendo re feo a caca de vaca. Entonces fue cuando entramos a la cochera y el ruido los alejó a todos pero eso sí, nadie fue de comedido a levantar el tiradero, que parecía campo de concentración nazi.
Sale mi papá a decirme que no deje mis cosas regadas por el jardín, entonces le digo lo que pasó pero por la cara de policía desconcertado que pone creo que no me cree; entonces ni le digo de la boda de matrimonio entre mis abejitas. Será en dos días, como estoy todavía de vacaciones aún tengo tiempo de ir, espero caber en la iglesia, pero mejor mirare desde afuera de la casa del perro. Será ahí. Yo creo que se irán de luna de miel a algún panal de Acapulco o Cancún ó la riviera maya… no sé, pero no creo que lleguen volando tan lejos, tal vez tomen un avión. En fin. La idea que se me ha ocurrido ahora es que todos mis cochecitos de metal y madera los acomodaré de forma que parezca una autopista y… mejor no; cada insecto va a tomar un vehiculo y hasta se andan atropellando entre ellos, uno repartiendo el correo brincándose la banqueta, otro en mi cochecito de formula uno pasando a mil kilómetros por hora y aquí no hay policía federal, por lo menos en mi jardín no. No sé en los demás, luego que tal si algún despistado gusano en vez de arrastrarse agarra mi carreta y se la enjareta a una mantis como bestia de carga… No. ya lo pensé bien y mejor los guardo, no quiero ni tantito ser responsable de muertos y heridos. Con lo caro que esta ir al doctor.
Y luego que los medicamentos para insectos todavía no los inventan ¡Válgame Dios de los resucitados, como decía mi abuelita Carmen que esta en el cielo! Así se quedan las cosas. Total no se van a morir porque no tengan coche, al cabo muchos de ellos vuelan y otros mas abusados se suben en ellos, como aquella vez en que el ratón llevó en su espalda a los hijitos de la araña a la escuela porque el autobús se descompuso. Ya me tengo que despedir porque mi papá me va a llevar al cine a ver una película animada. Como ya tengo 6 años me dejan entrar con mi gorra de béisbol y mi camiseta de los Transformes, me gusta Optimus…Adiós.


                                                                 FIN


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