El burro Bonifacio sabìa llevar caballos a tomar agua,podìa
levantar una viga,pero no podìa comer helado cuando los niños eran groseros con
el,entonces lloraba...
Es un
establo grande. En los enormes corredores de la cuadra se ven infinidad de
caballos pura sangre, hermosos, gallardos. Pero hasta el final a un costado,
hay una casita de madera un poco desvencijada, el techo tiene hoyos y pasa
desapercibido por los caballerangos.
Ahí vive Bonifacio, un burro de color gris y blanco, de pelaje
burdo y poco; sus grandes orejas son más largas que el resto de sus parientes,
y qué decir de su hocico. Cada vez que sonríe dos placas de dientes enormes
asoman cual comercial de pasta dental. Además de comer y dormir se pasa
el tiempo ahuyentando las moscas con su cola. De vez en cuando alguno de
los hombres lo mira con simpatía y avientan una paca de heno.
Bonifacio...Lleva el nombre de su amo ya fallecido; pero nadie sabe qué hacer
con un burro en un establo para caballos, y un día llega de improviso el dueño
y descubre al burro durante un recorrido. Grita con energía al verlo tan
tranquilo
__¡Que hace este asno aquí!
Un hombre se aproxima solícito.
__¡Señor Stamford, es..! ¡Fue,era,era..!___ Mañana no quiero verlo aquí ¡Da pésima
imagen a mis caballos!
Bonifacio solo mira mastique y
mastique la pastura con una gran parsimonia. El hombre se marcha y al doblar una
esquina...el burro hace atrás una pata, sale
una exhalación por su trasero tan fuerte, que Stamford se vuelve con mirada fulminante,Bonifacio le enseña entonces su mazorca dental.
Está cayendo la tarde. Se olvidan de amarrar a Bonifacio, este
recoge la cuerda entre los dientes y camina dirigiéndose a los dormitorios de
los caballerangos. Chancho despierta al sentir unos labios sobre su cara; al
abrir los ojos brinca asustado de ver al burro.
__ ¡Condenado Bonifacio! ¿Qué rayos haces aquí?
El burro solo mira.
Voy a llevarte de regreso _dice chancho _ahí te
quedas y mañana veremos qué hacer contigo. Es la segunda vez
que me despiertas así...un día me vas a matar de un susto.
Bonifacio retrocede, da la vuelta y antes que el caballerango reaccione se va rápido antes que
sea sometida la cuerda. El animal acelera la carrera con rumbo
a las cercas que rodean el rancho. Recorre presuroso una línea buscando
salida. La encuentra y salta, pero la cuerda se enreda y queda atado. Sin
pensarlo mucho mastica el cordel hasta romperlo; entonces corre por los prados
verdes hasta perderse de vista. Chancho no se ve muy preocupado después de
todo.
__ Bueno… El patrón no lo quería aquí de todos modos.
Sin embargo, al día siguiente al ir a ver a los caballos, Chancho
distingue un bulto raro detrás de la casita.
__¡Bonifacio!
Se encuentra arrinconado entre el heno, esperando una reprimenda.
Chancho lo acaricia con resignación.
__¡Porque regresaste, si ya eras libre...! Ahora que venga el
patrón sí te va a ver y…
Se rasca la cabeza unos momentos y cavila. Después se sobresalta
asustando al burro.
__¡Ya lo tengo! ¡Tengo una solución! Mañana antes que llegue el
Ogro digo, el manda más, vendrán unos rancheros a comprar un caballo.
Sì te ponemos bello…Bueno, es un decir… Tal vez te compren.
Después de pensarlo un segundo corrige.
__¡Que comprar ni que nada! ¡Te regalamos!
Esa noche el jumento mira el cielo estrellado, suspira, porque los
burros lo hacen. Si no me creen vayan a un salón de clases. Bueno, añora la
vida al lado de su amo. Los paseos por la arbolada, el establo donde dormía, y
hasta la comida que el hombre le compartía. Me imagino a Bonifacio comiendo un bistec
con papas.
Muy de mañana Chancho lo saca, le da un buen baño a chorro y sin
jabón.
Tienes que quedar reluciente__ dice el cuidador.
Poco después llegan los ricos ganaderos en busca de un bonito
corcel. Admiran a varios. Uno de ellos descubre a Bonifacio sacudiendo las
moscas.
__ Nunca había visto un burro con orejas tan
largas.
¡Es que sí es muy bruto, yo creo! __ dice burlándose el
acompañante. Bonifacio se agacha apenado.
Está recién bañado __ dice Chancho __ estamos
buscando un dueño para él. Es muy fuerte y trabajador, sabe hacer muchas
cosas. Hace unos días llevó a tomar agua a dos caballos.
__ A ver, un momento... ¿Cómo está eso?
Chancho está de lengua larga, a ver si se llevan al
asno.
__ Con el hocico toma las cuerdas y los conduce al abrevadero.Cuida
hasta que terminan y los lleva de regreso.
__¡Qué interesante! ¿Podrá hacerlo ahora?
__ Este… Ahorita ya todos los caballos tomaron agua.
El que parece ser el de los billetes dice quitándose el sombrero.
__¿Y cuanto quiere por él?
__ Este… 50 dólares, es poco pero…
__ El caballo que quiero comprar cuesta 300 mil dólares.
__¡Achis! ¡Digo…!
__ Mi novia está construyendo una granja didáctica. Caprichos de
mujer sin quehacer, como si supiera algo de enseñanza, pero en fin… Le compro
el burro. Le servirá creo yo.
Lo que nadie sabe, es que Bonifacio nunca ha trabajado en su vida.
Y eso le traerá muchos problemas. Chancho queda triste a su pesar por la
partida del burro. Cuando llega el dueño del establo le dice.
__ Se llevaron al burro. Esto es lo que pagaron por él.
__ Son treinta dólares ¡Lo vendiste en dólares!
__ Si, bueno. En realidad fueron 50.
__¡Cincuenta dólares!
__¡Es que cobré gastos de representación y..!
__ Nadie ha dado tanto por un burro. Pero bueno, lo importante es
que se fue.
Al paso de los días Bonifacio tiene que acostumbrar ser amarrado a
un eje forrado de colores donde da vueltas y más vueltas. Dentro de dos días
será la inauguración del centro didáctico que abarca un terreno enorme donde
hay pequeñas granjas con animales domésticos. Desde gallinas hasta vacas. La
señorita Ponpadon, una mujer gordita, algo feíta, ilusionada por tener su
propia granja es novia de Eliseo Buenrostro. Un norteño de por allá de Sonora,
rico ganadero y apostador de caballos de carreras.
Bonifacio es cargado con costales diferentes para entrenarlo
cuando tenga que ser con niños. Pero repara siempre botando la carga. No le
gusta la idea. Esto hace que la señorita jefa tome cartas en el asunto.
__A ver, pequeño borrico. Tienes que cargar y pasear a dos niños
por vez.
Ella misma coloca los costales de paja en el lomo, pero…
El noble pollino le estrella uno en plena cara dejándole paja
hasta en las orejas. Esto enoja mucho a la Miss, pero se acerca. Le da un
puntapié, que apenas roza pero… ¡No lo hubiera hecho! Bonifacio le devuelve la
acción y la lanza tan lejos que parece un objeto volador no identificado.
Va a caer dentro del corral de los cerditos. Bonifacio es castigado por
eso. No le dan agua ni sus terroncitos de azúcar.
El día esperado esta ya colmado de niños de todas las edades.El
chico cuidador del área monta a un niño de diez años. Bonifacio se resiste
todavía, pero termina aceptando aunque no de muy buen grado.
Sin embargo el escuincle es un higadito y cuando se baja le
avienta el helado al Bonifacio en la cara. Lejos de comer y relamerse como
hacen otros burros, Bonifacio agacha la cabeza y dos lagrimotas escurren encima
de su pelaje. Miss Ponpadon ha visto todo desde la ventana de su oficina.Se
contrae su estomago al ver tal villanía. Baja de inmediato y ordena que de
momento nadie monte al animal. Saca su pañuelo y limpia cuidadosa a Bonifacio.
Este la mira agradecido y hasta sonríe. Luego dice al chico.
__ Suéltalo...Que ande libre si quiere, no deseo verlo nunca más
amarrado.
__¿Qué hacemos con los niños? No tenemos otro burro, señorita.
__ Pongan un borrego, o una vaca.
Y el burro se va recorriendo las granjas, visitando a otros
animales. Con la música de fondo parece que mueve la cabeza al compás, o tal
vez le gusta sentir el viento. Pero no sale del terreno. Se siente a
gusto entre tantos camaradas, aunque no sean de su especie; tampoco entiende
los cacareos, los balidos o los mugidos. Pero a quién entiende muy
bien es a los humanos. Una tarde que ya se está por cerrar, la Miss Ponpadon
se acerca a donde Bonifacio pasta en una reserva natural. Tímidamente le pasa
la mano por las orejas.
__ No porque tengas orejas grandes, quiera decir que seas tonto.
No tú. Eres inteligente y además muy noble.
De pronto el burro se separa unos metros, la mira insistente.
Mueve la cabeza hacia atrás significativamente. La Miss no da crédito.
__¿Quieres que… te monte?
Bonifacio asiente. Sin pensarlo mucho la chica se monta
sujetándose de la Crin. El burro acelera cual bólido. Sale disparado.
Ella ríe y ríe y ríe… dejándose llevar por las olas de libertad. Acicatea más
hasta que Bonifacio la tira en una zanja. Asustado se asoma, solo para ver que
sigue riendo muy divertida.
A partir de ese momento Bonifacio tiene una amiga que lo quiere
muchísimo. El norteño Buenrostro es testigo de esa amistad viéndolos a ambos
correr por los bosques, ya sea ella sobre el lomo del asno o a la par;
Bonifacio deja de lado su actitud egoísta y permite montar a los
niños, llevándolos por los campos a dar paseos. La condición para que
sea montado es que nadie sin excepción, puede hacerle daño. Los niños
encantados le llenan de mimos y palabras de amor. No hay animal en la granja
más feliz. Es el único burro que disfruta de la compañía de las personas.
Miss Ponpadon está presta a irse de viaje.
Bonifacio asoma por la puerta de su oficina.
__¡Pero como entraste! El elevador.
“Boni” asiente.
__ Tengo que ir a Los Ángeles, traeré algunas cosas y he de cursar
un diplomado en pedagogía. Me interesa realmente que mi granja sea didáctica.
No te preocupes, estaré de regreso en una semana.
Bonifacio lame su cara triste, pero resignado. Al cabo del día de
su regreso, el asno se planta en la reja de acceso de la granja a las oficinas.
No llega la Miss...
En su lugar escucha algo no agradable.
__El avión se estrelló cerca de Colorado. No hubo sobrevivientes.
El no alcanza a comprender la magnitud de lo que dicen, pero
siente el pesar y sumamente triste se encorva alejándose de ahí.
Al pasar del tiempo se ve a un burro cabizbajo, taciturno, caminar
con desgano por los prados. Eliseo a pesar de su dolor, lo consuela.
__ Te quería, muchacho. De eso no hay duda. Nunca le gustaron
mucho las mascotas y ya vez… llegó a hacer crecer este lugar. Pero ahora
ya no tiene sentido dejarlo ser. Voy a vender todo.
Parece que ambos se conocen a través del mismo sentimiento. La van
a extrañar.
A otro día aparece un gran letrero en la entrada principal.
“SE VENDE
ESTA PROPIEDAD”
El aire ya no sopla alegre, las gallinas no cacarean escandalosas,
las vacas se recogen en su establo, los moños de colores en los postes de
recorrido se caen poco a poco. Todo y todos están pesarosos. En la ventana de
la oficina de la Miss se halla un moño negro.
Por azares del destino llega a negociar la compra el dueño de
aquella cuadra de caballos. Va acompañado de algunas personas entre las cuales
se encuentra Chancho. Eliseo comedido lleva al hombre a un paseo por los
corrales. De pronto Chancho ve al Burro.
__¡Bonifacio! ¡Mi querido Bonifacio!
A paso veloz se acerca y lo acaricia. Este aún permanece triste.
Eliseo reconoce a las personas.
__ Son ustedes del establo Las gardenias, ¿verdad? ¿No me diga que
si compra este terreno va construir cuadras?
__ Pues sí, mi amigo. Para que otra cosa va a servir, el campo es
ideal para mis caballos, el edificio es muy bonito, ahí dejaré mi oficina,
claro que con nueva cara… usted sabe, paredes, tapices, que sé yo.
Eliseo se rasca el mentón dudoso.
__ Pues yo pensé… que tal vez las granjas de animales…Se pudiera
quedar como la dejó mi alma.
__ Esto no es negocio…
¡Pues claro que no!__ exclama el hombre.
__! Si ella lo que quería era que los niños fueran felices y
nomás! Mire… pensándolo bien, creo que no vendo.
__ Pero le haré una buena oferta…
__ Ya lo decidí ¡No vendo!
__¡Oigame, amigo! ¡No he venido hasta acá para recibir este trato!
__ Reciba mis amplias disculpas, pues. Pero mi alma que está en el
cielo, no hubiera querido que su granja desapareciera ¡No señor!
El tipo de aspecto chocante se retira seguido de sus empleados,
menos de Chancho.
__¿Y usted porque no le sigue?
__ Bueno, este… es que Bonifacio, pues… lo conozco desde que lo
llevaron a las cuadras. Don Bonifacio, uno de los cuidadores lo adoptó. Por eso
se llama igual… después el viejito se murió de un infarto y yo todos los días
trataba de ver que no le faltara nada al burro, tal vez en memoria de Don Boni.
__¡Ah, ya veo! …También se ha encariñado con este jumento.
Mire, necesito gente que se encargue de esto. Yo tengo que irme a Monterrey a
ver mis negocios y…
__¡Me quedo!
__ Esta bueno, pero necesito decirle que va hacer. Preséntese con
la administradora y dígale que yo le mando; supervisará las granjitas de todos
los animales, les dará de comer, limpiar, avisar al veterinario y todo eso…
tendrá quien le ayude. Del salario, entiéndase con ella¿Conforme?
__ Nada más darle las gracias. Allá en el establo eran precarias
las condiciones de los animales.
__¡Eso sí…! si llego a saber que me maltrata algún animalito
comenzando con este condenado jumento, le faltarán piernas pa`correr derechito
al establo.
Y desde ese día Chancho se ocupa otra vez del Burro. Su amistad
crece porque después de limpiar y darle de comer a parejas de conejos,
gallinas, vacas, los borregos, bueno hasta a los cotorros, Chancho se dedica
exclusivamente a cepillar, acarrear el heno, y llevarle agua
al Bonifacio.
__¿Te acuerdas que una vez dije que podías llevar a dos caballos a
tomar agua? Yo creo que la fama de que los burros son muy brutos no es cierta.
Y Bonifacio desea demostrar que su amigo no se equivoca.
Por la mañana, mientras Chancho atiende a los conejos, el borrico
toma una cubeta con los dientes y la lleva al abrevadero de la vaca.
Cómo puede la sumerge hasta que se llena por la mitad. Cree
que es suficiente y la saca; la lleva de vuelta a donde está Chancho.
Este al verlo se acomide.
__¡De verdad que si eres inteligente..!de ahora en adelante me
podrás ayudar en algunos quehaceres.
Y así es. Bonifacio lleva los enseres que Chancho necesita, aunque
de vez en cuando se le caen del hocico, o tira algo como cuando quiere llevar
la escoba. Chancho solo se tapa los ojos y suspira.
Una noche muy oscura, por cierto; alguien entra al corral de los
conejos, abre la puerta y los ahuyenta. Luego hace lo mismo con las dos vacas,
las tres borregas y finalmente introduce una mano en la casita de
Bonifacio. Este despierta a tiempo, justo cuando rueda una granada de
humo entre las patas. Sin embargo, lejos de asustarse, Bonifacio con mucho
aplomo corre el pasador con sus enormes dientes y sale dando grandes rebuznos.
Las luces se encienden, Chancho descubre quien es el agitador; pero se escapa
rumbo a las cercas que dan al bosque. Bonifacio le da alcance ¡Más le hubiera
valido entregarse! El burro muerde el trasero con mucha fuerza. Luego con más
cuidado lo caza con el hocico por la ropa, se lo lleva arrastrando de regreso.
Alguien ha llamado a la policía. Varios uniformados hablan con
Chancho.
__¿Qué fue lo que sucedió?
Alguien entró a la granja, __ dice Chancho__ dejó salir a los animales. Arrojaron granadas de humo para
asustarlos. Uno de los compañeros resultó herido, las vacas tiraron algunas
cercas…
__¿Saben quien lo hizo?
En ese instante aparece Bonifacio llevando al agresor,al
revisarlo descubren unas pinzas, dos granadas y una ganzúa. Implora que le
quiten de encima al Burro.
__¡Por su santa madre, me mordió una nalga!¡Creo que me la
arrancó!
El oficial a cargo solicita ayuda médica para el cuidador y de
paso el maleante. Cuando llega la administradora, monta en cólera al ver los
destrozos.
__!Esta todo destruido!¡Qué cuentas le entregaré al
Señor Buenrostro!¡Ay,Dios mío!
Eliseo arriba entrada la tarde,confiado en que las cosas mejoraran,pero queda estupefacto al ver lo que ha pasado. La estampida derriba todo a su
paso, incluso la casita de madera del asno;parece que un tornado pasó
por ahí,Bonifacio recorre con la mirada las ruinas de su hogar...Levanta un
tablón con el hocico, pero esta muy pesado.
El dueño se rasca la frente bajo el sombrero texano.
__ ¡Sí que está muy mal esto, caray..! Pero ni modo de dejarlo por la
paz.
La administradora llega papeles en mano. Bonifacio la sigue muy de
cerca como si fuera su guardaespaldas.
__ Señor, le traigo el informe de la policía.
__A ver tú... Espero sean buenas noticias.
Al cabo de unos minutos.
__¡Así que fue ese desdichado! No le quise vender y se desquitó el
muy… ¡me la paga!
__¿El hombre dueño de una cuadra de caballos?
__ El mismo.
__ Pero señor Buenrostro… Ese hombre está en la quiebra total
desde esta mañana…
__¡Nombre, a ver cuéntalo todo huerca!
Narra con emoción, que esa mañana se llevó a cabo el embargo de
los bienes dejando al potentado en la absoluta miseria, para que con ellos
pague sus deudas. El rostro se ilumina por fin en Buenrostro.
__!acompáñeme a la jefatura, si todavía corremos con suerte, le
haremos pagar al mondao!
Suben de prisa en una Pick Up roja muy elegante y fina. Pero Bonifacio
se apea de la portezuela.
__No puedes ir, Bonifacio. En la ciudad no quieren a los burros.
Bonifacio raspa las orejas en la carrocería, insistente. Al ver
que es testarudo, Eliseo se baja y va atrás. Abre la puerta de carga, el asno
sube de un brinco.
__ Tienes buenos reflejos, caray. Ni pareces burro. Pero a
ver cómo te agarras, porque soy muy loco pa`manejar.
Al escuchar, Lola se abrocha discretamente el cinturón de
seguridad. Efectivamente, la camioneta parece auto de carreras. Bonifacio
trata de sostenerse en sus cuatro patas yendo de aquí para allá haciendo bizcos
porque todo se mueve. A la gente extraña ver a un burro en una jefatura de
policía. Pero cae bien al ver sus orejas colgantes y esa gran sonrisa.
Eliseo exige el pago de los daños al autor intelectual. Después de varias
horas de discusión por fin los tres salen del lugar con una sonrisa de
complicidad.
__¿Está pensando lo mismo que yo, Lola?
Ella sonríe. Bonifacio no entiende el misterio.
Vamos, dice él __a hacer más grande la granja ¡Una verdadera
granja, si señor!
En compensación por los daños Eliseo pide el terreno de las
cuadras. Al cabo de pocas semanas una nueva y gran granja, que parece salida de
los más bellos sueños de un niño, se ve desde lejos. Eliseo manda erigir una
estatua a la memoria de su amada. Con todo y los kilitos de más que lucía
en vida, la efigie es hermosa y llena de detalles infantiles, como
algunas mariposas en su vestido largo de gasa, una corona de flores alrededor
de su testa, mientras dos golondrinas posan sobre sus hombros. El día de la
develación, Bonifacio permanece a distancia con una tristeza en su gran cara,
que Eliseo no duda en acercarlo en primera fila.
__ Ven, muchacho. Mi alma quiere que estés aquí.
Bonifacio se aproxima con respeto, la mira y rebuzna dos
veces. Sin embargo al paso del tiempo resigna su espíritu. La dentadura de
grandes dientes reluce cada vez que algún niño lo mima o le da una muestra de
afecto.
Es feliz jugando a veces, otras corriendo por la alambrada y
otras, se detiene a mirar a Miss Ponpadon, sonríe unos segundos y sigue su loca
carrera.
… Y a pesar de su vida feliz, el tiempo comienza a pesar sobre su
lomo, llega una vejez prematura por la tristeza y la nostalgia. Bonifacio es un
burro con poca fuerza ya. Tiene algunos pelos blancos en las cejas y pestañas.
Aunque todavía se deja montar por los niños, ya no corre ágil, ya no sonríe con
aquella mazorca de reluciente dentadura. Cada vez es más frecuente verlo parado
en la colina de la granja de las vacas, buscando algo en las nubes. En una
ocasión no llega a su hogar. Chancho sabe que se demora pero siempre llega. Esa
vez no. Angustiado porque sabe que la tarde cae, busca a Lola.
Eliseo está llegando en su camioneta.
__¿Qué les pasa a ustedes dos?
Bonifacio __ dice Lola_ No ha regresado de los
prados, y está cayendo la tarde.
__ Vamos a buscarlo, pues.
__ Yo sé donde puede estar, señor Buenrostro.
__ Pues vamos, en el camino me cuentas.
En la andanza Chancho dice.
__ Todas las tardes va a una colina, pasa horas y horas ahí; Quien
sabe porqué.
Cuando llegan Bonifacio está tirado de costado mirando los últimos
rayos de sol.
¡Bonifacio!__ grita Lola.
Se acerca, inclinándose. Coloca la cabeza del burro en el regazo.
__¿ Qué te pasa burro Bonifacio? ¿Que tienes?
Es hora que descanse…__ dice Eliseo con la voz entrecortada.
Luego agrega.
__ Ya está viejo y cansado. Le pesa el tiempo.
Lola pregunta intrigada.
__¿Que hay aquí que le llama tanto la atención?
De pronto Eliseo descubre a lo lejos el monumento.
__Es eso… la sigue extrañando.
Bonifacio queda tieso ante las miradas rasadas de lágrimas de
aquellos que lo amaron no como a un burro, sino como a un amigo.
… Y él va en busca de aquella persona que lo amó entrañablemente.
"Porque el amor no es otra cosa que dar lo mejor de nosotros
a quien espera nuestro cariño.
Porque los amigos no se buscan, ellos nos
encuentran y nos aman de muchas formas y maneras."
FIN
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